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Día 2 | Zaragoza, de 22 a 35 grados en cuatro horas: “No hace calor, se exagera”

Lo peor de la ola de calor se está desarrollando en el valle del Ebro, Navarra, La Rioja y la capital aragonesa

Manuel Viejo
Una mujer y su perro se refrescan en una fuente en Zaragoza.
Una mujer y su perro se refrescan en una fuente en Zaragoza.Andrea Comas

Winter is coming en el segundo capítulo de la ola de calor. Que no, que a las 9.30 de la mañana ya hacía 31 grados en Zaragoza. La mañana empezó con muy pocos “qué calor, qué calor, por favor”, el nuevo tema de la ola de calor de junio 2019. Sí, es cierto que Lorenzo pegaba, pero gracias a una suave brisa disminuía un pelín la temperatura. Ya en el centro, en la plaza del Pilar, un grupo de palomas gorjeaban mansas sobre una de las fuentes bajo la atenta mirada de la estatua de Francisco de Goya. Una hora después, con 33 grados, ni rastro.

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Hay ciertas horas en las que el sol atrae al catolicismo. Al cruzar las gigantescas puertas de la basílica del Pilar se escuchaban muchos “qué bien”, “esto sí”, “qué fresquito”. Algunas veces se sale al fresco y otras se entra. Quizá por eso un cartel con letras mayúsculas alertaba a los peregrinos ante tanta sospechosa tertulia católica: “Hablad, si es preciso, pero siempre en voz baja; respetad el desarrollo de las celebraciones; tenéis siempre sacerdotes a vuestra disposición; no abandones el templo sin hacer una oración y —ojo aquí— entrad al templo con un vestido conveniente”. Bien. En el templo maño había esta mañana más chanclas —sin calcetín, claro,— que de costumbre. En la pasarela masculina triunfaban las bermudas, en la de las mujeres, la falda. Y en la de todos, las gorras, las gafas de sol y, de vez en cuando, hasta una camiseta de fútbol.

“Yo no suelo salir mucho, pero hoy sí”. El sacerdote navarro Juanjo Ganuza, de 83 años, ha bajado hasta la basílica este jueves porque, como viene del dentista, le cae de paso. “Estos dentistas son unos pelmas, yo ya no voy más. Les he pagado bastante”. Dice que lleva más de 50 años en Zaragoza y que los informativos lo están exagerando todo: “Están venga a decir que sí 41 o 42 grados y no hace tanto”. Juanjo acude a ver a la Virgen del Pilar con su camisa interior de tirantes blanca, su camisa de manga corta sin alzacuello blanco —“eso solo lo llevan los que quieren ser obispos”—, y un pantalón gris. “Soy el parroquiano de la iglesia de Nuestra Señora de Montserrat”, anuncia:

— ¿Hace calor?

— Yo no paso ni frío ni calor.

— ¿Y eso cómo se llama?

— Pues aguantar.

Aguantar. Eso es lo que hace el gaditano Manuel, de 50 años, mientras vende cupones de la ONCE a ritmo de la frecuencia musical de Radiolé. “Llevamos el siete del día del señor”, pregona con su micrófono, “el 12 de la Virgen y el 19 de San José, ¿quiere un tres?”. Manuel asegura que hoy no hace calor. “Que no, que no hace, se exagera. Yo hasta 50 aguanto”. Por si acaso, los zaragozanos transitan esta mañana por los soportales, por la sombra y a por los recados. “Esto no es calor, de momento el airecico nuestro nos aísla”, cuenta Nieves, de 52 años, que viene con su madre Isabel, de 78, agarrada al brazo. “Yo entro por este lado (de la iglesia) y salgo por el otro y si la virgen tiene el manto morado pido tres deseos”.

El paseo fluvial zaragozano.
El paseo fluvial zaragozano.Andrea Comas

— ¿Y se cumple?

— Alguna vez.

El deseo generalizado es que esta ola termine cuanto antes. A la 13.00 algunos termómetros marcaban ya los 35 grados. “Me gusta la cerveza cuando hace el calor”, dice Fernando Macha, de 64 años, mientras se le caen unas gotillas de sudor por la sien.  Se da cuenta e, ipsofacto, levanta el brazo cual Rafa Nadal y las limpia de un plumazo. Fernando lleva el bar de las piscinas de Longares, un municipio 900 vecinos a 30 minutos en coche de Zaragoza. “Se puede dormir con este calor, sí, pero hoy parece que va a hacer más que ayer. Menos mal que tengo los ventiladores”. 

Y de milagro. “Prácticamente ya no nos quedan y recibimos los aparatos hace escasos días”, contaba este jueves un empresario de los almacenes de electrodomésticos Paymar al Heraldo de Aragón. “La gente quiere algo que le quite el calor rápido y el ventilador no conlleva una instalación como el aire acondicionado". Este jueves, la prensa, la radio y la tele local maña hablaban del tiempo más de lo habitual. Zaragoza vive estos días dentro de un ascensor sin aire acondicionado.

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Sobre la firma

Manuel Viejo
Es de la hermosa ciudad de Plasencia (Cáceres). Cubre la información política de Madrid para la sección de Local del periódico. En EL PAÍS firma reportajes y crónicas desde 2014.

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