El crecimiento de Ciudadanos lo sitúa ante el dilema de su veto al PSOE
El partido de Albert Rivera negó durante la campaña cualquier posibilidad de acuerdo con Sánchez
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Ciudadanos ha logrado 57 diputados en estas elecciones generales frente a los 32 que logró en junio de 2016. Una mejora difícilmente discutible. Sin embargo, la debacle del PP —con 66 escaños, ha cosechado el peor resultado de su historia— coloca a los de Albert Rivera ante una situación muy compleja. Con los 350 escaños repartidos, la única mayoría clara para gobernar sin los independentistas es la que resultaría de sumar sus diputados a los 123 del PSOE. La decisión es la siguiente: o se van directamente a una oposición liderada por el PP o dan un vuelco total a su estrategia y se tragan el veto al PSOE con el que prometieron en campaña echar a Pedro Sánchez de La Moncloa.
Rivera no tiene fácil capitalizar la subida en las urnas. Su estrategia de competir en la derecha para conseguir un Gobierno alternativo al de los socialistas no ha dado el resultado esperado. La suma de PP, Cs y Vox, con 147 escaños entre los tres, queda muy lejos de la mayoría. Desechada esa opción, las miradas hacia Cs le vienen desde la izquierda y otros sectores que consideran su pacto con el PSOE como la mejor opción para un Gobierno estable.
El acuerdo, no obstante, parece difícil. Tanto de un lado como de otro. En la noche electoral, miles de personas festejaron la victoria socialista en Ferraz y se unieron bajo un grito muy claro destinado a Sánchez: "¡Con Rivera, no!", en referencia a un posible pacto con Cs. "Parece que ha quedado claro", respondió el líder socialista entre risas. En la sede de Ciudadanos tampoco se habló de acuerdo. Un Rivera exultante aseguró que estarán en la oposición mientras los socialistas gobernarán con Unidas Podemos y los independentistas.
El mensaje de Rivera durante la campaña electoral se centró precisamente en presentar a Sánchez como socio de los independentistas. "Es un líder que pacta con Torra, con Rufián y con Puigdemont, y un constitucionalista nunca se pondría en manos de esa gente", dijo en una entrevista con EL PAÍS. Negó y renegó de la mínima posibilidad de acuerdo entre su partido y los socialistas. Cambiar ahora de estrategia podría suponerle su primera entrada en un Gobierno, pero significaría dar un giro total al discurso mantenido hasta ahora y que le ha supuesto la consolidación de su partido como tercera fuerza del Congreso, por delante de Unidas Podemos.
No sería, no obstante, la primera vez que el líder de Ciudadanos cambia de bando. Tras presentarse como alternativa al bipartidismo y como adalid de la regeneración democrática, después de las elecciones generales de diciembre de 2015 alcanzó un pacto de gobierno con el PSOE, que fracasó al no sumar apoyos suficientes. Meses después, y tras la repetición de las generales en junio de 2016, acabó apoyando la investidura de Mariano Rajoy, a pesar de que había defendido en numerosas ocasiones que nunca lo haría.
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