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Iglesias usa la carta de la remontada

Las novedades de campaña y el 'caso Villarejo' dan alas a Podemos

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, saluda al candidato de Unidas Podemos a la Presidencia del Gobierno, Pablo Iglesias, durante un acto en Cataluña.Foto: atlas | Vídeo: ALEJANDRO GARCÍA (EFE) / ATLAS
Lucía Abellán

Pablo Iglesias cambia pañales a unos gemelos de plástico en un plató de televisión. Irene Montero da un trago a su bebida —sin alcohol— en un juego de verdades y mentiras organizado por El Intermedio, en La Sexta, con motivo de sus 2.000 programas. Podemos encara la campaña electoral del 28-A en el peor momento de su corta historia, con unas divisiones internas que han estallado mientras Iglesias permanecía alejado de los focos para cumplir con sus responsabilidades parentales. Pero el partido fía la remontada a la telegenia de sus responsables y al potencial de mensajes rompedores como la jornada laboral de 34 horas semanales. Entretanto, un elemento sobrevenido se ha convertido en impagable munición electoral. El turbio espionaje a Pablo Iglesias, presuntamente orquestado por el comisario José Manuel Villarejo bajo órdenes políticas, permite al líder del partido reafirmarse en el jugoso mensaje con el que regresó a la arena política hace dos semanas: “Van a por nosotros”.

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Podemos no va a desaprovechar esa baza. “Todo va cobrando sentido”, escribía ayer en redes sociales la diputada Ione Belarra tras conocerse que un alto cargo de comunicación de La Moncloa había dimitido por haber sido citado como testigo en el caso Villarejo. El comisario jubilado lo señala a él como la persona que le entregó un lápiz de memoria con los datos del teléfono sustraído a una asesora de Iglesias. Eso ha permitido a la formación de izquierdas cuestionar el rotundo mensaje lanzado unos días por el Gobierno: que las cloacas del Estado ya estaban desmanteladas. “Las cloacas eran una máquina de mentir”, zanjó ayer Iglesias en un mitin desde Cataluña. Las redes y los encuentros con los simpatizantes son dos de las principales plataformas de esta formación, que surgió al calor del 15-M.

Más allá de este caso judicial, con el que el partido no contaba al diseñar sus mensajes de campaña, los estrategas han confeccionado un discurso político duro, sin que resulte destructivo contra el partido con el que aspiran a gobernar, el PSOE. El equilibrio no resulta fácil, en buena medida porque al menos una parte del electorado al que se dirige Podemos coincide con el del Partido Socialista. Así que sus líderes son, a la vez, aliados y oponentes. Además de ese espacio común, fuentes del partido aseguran tener en mente al colectivo de seis millones de personas que en diciembre de 2015 depositaron en la urna una papeleta de Podemos (algo más de cinco millones) o de la coalición en la que se integró Izquierda Unida (casi un millón). Ya en la siguiente convocatoria, en junio de 2016, la marca común perdió más de un millón de votos. El descalabro ahora podría ser superior, aunque el partido insta a no dar nada por sentado.

Amor y odio a los medios

Junto a las redes y las plazas públicas, Podemos teje la campaña electoral en los medios audiovisuales. Prácticamente no hay un día sin que el número uno de la formación realice una entrevista de radio o televisión. Y eso a pesar de las críticas implacables que lanza contra los medios de comunicación privados, en particular contra los propietarios de esas empresas. El partido tiene claros sus orígenes. “Podemos no surge de la sociedad civil, sino de la televisión”, señalaba Pablo Iglesias en Nudo España, el libro que recoge sus conversaciones con el periodista Enric Juliana. 

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Otra cosa son los diarios escritos. Ahí Podemos se muestra mucho más receloso porque teme que el intermediario desvirtúe su discurso en la edición.

Lo que no rehuirá ningún miembro de este grupo es el debate político. La marca electoral de Unidas Podemos cree tener todas las de ganar en el cuerpo a cuerpo con los otros candidatos. Aun así, es muy probable que sus oponentes traten de explotar en ese formato los puntos flacos de la coalición. El primero, la unidad interna. El segundo, la foto con Pedro Sánchez en La Moncloa, que por una parte los unge como partido de Gobierno, pero por otra los aleja de la imagen de políticos de la calle que les gusta cultivar. El tercero, Cataluña, un terreno en el que inevitablemente se juega parte de la campaña y que a Podemos le ha perjudicado por introducir matices —y ciertas contradicciones— en un asunto que polariza a la opinión pública.

Frente a todos los desafíos, el partido morado apela a su lema de campaña: “La historia la escribes tú”. Con él confía en movilizar a quienes dudan sobre cómo emitir un voto útil. 

Secretismo respecto a los actos electorales

A solo cuatro días de que arranque la campaña para unas elecciones que definen como constituyentes, Podemos recela de dar la más mínima pista sobre cómo transcurrirán esos 15 días de vértigo previos a la votación. La única certeza es que Pablo Iglesias realizará su primer acto en Galicia el próximo 12 de abril. Lo demás —número de actos, implicación de sus dirigentes, recorridos clave...— es aún una incógnita.
A Podemos le gusta cultivar la baza de la sorpresa. Ese factor primó en la reciente reincorporación de Iglesias a su puesto; los estrategas de Unidas Podemos no quisieron avanzar casi ningún detalle. Lo que sí se da por seguro es que, como en ese mitin de regreso, los integrantes de colectivos sociales afines participarán en los actos públicos.

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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