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¿Por qué el Papa retira su mano cuando se la quieren besar?

Preguntamos a expertos en protocolo, teología e historia de la Iglesia por los motivos del llamativo gesto papal en el santuario de Loreto

José Manuel Abad Liñán

(Esta entrada del blog es anterior a la respuesta oficial de la Santa Sede al gesto de Francisco, que el Vaticano atribuyó el 28 de marzo a una "simple cuestión de higiene"). 

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Un vídeo difundido por uno de los asistentes al besamanos de este lunes en el Santuario de Loreto (Italia) descubre un gesto llamativo del papa Francisco. Varias veces se ve cómo retira rápidamente su mano, casi como si respondiera a un resorte, a todo aquel que hace el ademán de besársela. ¿Qué ha podido llevar al pontífice a una reacción así? ¿Por qué parece que protege el famoso "anillo del pescador" que porta en su mano?

Preguntamos a un teólogo que sigue a Francisco desde el principio de su pontificado, a una historiadora de la Iglesia en la Edad Media y a un experto en protocolo vaticano. El ademán del papa está lleno de significado y no les extraña a ninguno de los tres.

Jorge Mario Bergoglio llegó al papado simplificando la pompa de la Silla de San Pedro. La misma noche en la que el Colegio Cardenalicio lo invistió papa salió al balcón de la basílica con un nuevo nombre, que ya subrayaba desde el principio un afán de sencillez: "Francisco". "Iba vestido como un simple obispo, con su sotana blanca, renunciando a los armiños y vestimentas ostentosas", apunta Pedro Fernández Castelao, profesor de Antropología Teológica en la Universidad Pontificia Comillas de Madrid.

El papa es, sobre todo, un simple obispo, aunque entre otras muchas cosas. “Durante todo el primer milenio, el obispo de Roma era reconocido como el primado de todos los obispos, pero desde el punto de vista de la caridad", explica el teólogo. Esa sencillez originaria se complica con la llegada de nuevos tiempos. A partir del segundo milenio, con las pugnas tras el Cisma de Occidente y la competición entre el papado y los reyes, se empiezan a sumar títulos al del obispo. "Eso lo convierte prácticamente en un monarca", describe Fernández Castelao. A los títulos se sumó pompa y protocolo. Francisco, cree el experto, no comulga con esa visión del papado.  

El anillo que el papa evita que los fieles besen se menciona por primera vez en el siglo XIII. No es una época trivial en la historia de la Iglesia. "Es el siglo cumbre en que los papas ya actúan más como reyes que como pastores", ilustra María del Mar Graña, profesora de Historia de la Iglesia Medieval en la Universidad de Comillas. "La simbología del anillo está muy asociada al poder monárquico en un momento en que los papas empiezan a denominarse vicarios ["el que tiene las facultades de otra persona", según el diccionario de la RAE] de Cristo, cuando antes lo eran solo de Pedro, y asumen el poder absoluto sobre toda la Iglesia como cabezas indiscutibles".

César Pérez Gallego, profesor de protocolo religioso de Isemco, ha asesorado en varias tomas de posesión de obispos en España. Para él, los famosos besamanos están en retirada. "Esos actos ya son de todo menos besamanos", bromea. "En España, en las tomas de posesión de los obispos, se han simplificado desde hace tiempo para que la gente haga simplemente un gesto de respeto. No es preciso besar el anillo del obispo. Los antiguos besamanos hoy son saludos, o salutaciones".

Eso no quita que, si algún fiel quiere besar el anillo del obispo, no se le retire la mano. "Si alguien con mucha devoción lo hace no se le va a apartar, aunque es cierto que se le suele avisar a la gente que procure no besar el anillo". El motivo es práctico: "En una ceremonia de toma de posesión un obispo puede saludar a 1.000 o 2.000 personas. La idea es hacerlo rápido". Francisco se estaría comportando, según este experto, como un obispo más de los nuevos tiempos. 

Francisco ha roto la tradición del anillo

El papa Francisco marcó distancias con la tradición papal desde el mismo día de su designación, el 13 de marzo de 2013, cuando cambió los ropajes regios por una sencilla sotana blanca. Y ahí no quedaron sus gestos de cambio. Es tradición que el famoso anillo con el sello que representa a Pedro pescando y que lleva en el dedo cada papa se elabore con el oro macizo fundido del anillo de su predecesor. Francisco no lo quiso así. Mandó enmarcar el anillo de Benedicto XVI y él se encargó uno de nuevo cuño en un material más modesto: plata dorada. "Es un gesto que tiene que ver con una ruptura con el orden del poder del papado y su preeminencia, y está en sintonía con la manera de entender la Iglesia de Francisco: una Iglesia de comunión, no centrada en la figura del papa", describe María del Mar Graña. Es una decisión que lo aproxima a una perspectiva "más evangélica" del papado, apunta la experta de la Universidad de Comillas, para quien el protocolo pontificio no es, ni mucho menos, una cuestión banal. "Los gestos del papa tienen gran calado, implican toda una visión de la Iglesia". 

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Sobre la firma

José Manuel Abad Liñán
Es redactor de la sección de España de EL PAÍS. Antes formó parte del Equipo de Datos y de la sección de Ciencia y Tecnología. Estudió periodismo en las universidades de Sevilla y Roskilde (Dinamarca), periodismo científico en el CSIC y humanidades en la Universidad Lumière Lyon-2 (Francia).

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