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El adolescente torturado que esquivó la muerte

Un joven de 14 años, secuestrado por los dueños de una casa donde entró a robar, logra huir tras dos días de palizas

Un agente con un bidón de líquido inflamable, cerca del lugar de los hechos.
Un agente con un bidón de líquido inflamable, cerca del lugar de los hechos.Juan Carlos Toro

De tantos golpes, apenas puede ya abrir un ojo. Aterrorizado, escudriña su alrededor. Está atado y amordazado en un pequeño solar. A un lado, un bidón de gasolina; al otro una zanja abierta en la tierra. Ibrahim —nombre ficticio, cuerpo menudo y apenas 14 años de edad— tiene claro que su captor quiere quemarlo vivo. Aprovecha un descuido y echa a correr malherido y aturdido por los carriles de El Zabal, una barriada rural de La Línea de la Concepción (Cádiz). El adolescente ha estado a punto de purgar un robo con su propia vida.

“Habían intentado cortarle el dedo pequeño de una mano, tenía la cara deformada de los golpes, y las piernas llenas de moratones redondos hechos con un martillo”, reconoce aún impactado uno de los policías que encontró al menor el pasado 27 de diciembre. El adolescente, de origen marroquí, llevaba horas desorientado en el laberinto de carriles que forman las calles de El Zabal —uno de los epicentros de la droga del Campo de Gibraltar— tras su huida, dos días después del cruel secuestro que terminó de forma distinta a la que sus captores planearon.

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Hace ya tres meses de aquello, pero hasta ahora la policía de La Línea no había conseguido dar con el último de los supuestos autores de la tortura, un joven de unos 20 años apodado El Francés, vinculado al narcotráfico y al que los agentes consideran autor material de los hechos. Y el padecimiento de Ibrahim suma otros dos sospechosos más, los padres del arrestado; además de otro menor que contempló lo ocurrido y no hizo nada para impedirlo.

El Francés y sus progenitores se encuentran ahora investigados por tentativa de homicidio, detención ilegal, lesiones y robo con fuerza. Aunque esta historia comienza con ellos como víctimas del supuesto robo de Ibrahim el día de Navidad. La última residencia conocida de este adolescente marroquí no acompañado es un centro de menores de Torremolinos (Málaga) del que llevaba tres años desaparecido, explica el comisario de La Línea, Francisco López Matesanz.

Con su abandono de las instalaciones, este tutelado por la Junta inicia un periplo conflictivo en el que “deambula por toda Andalucía”, según añade Matesanz. Su nombre aparece en una requisitoria por robo de un juzgado de Granada. También en unas diligencias policiales en la Comisaría de La Línea, fechadas el pasado 22 de octubre por el mismo motivo. El día de Navidad, se suponía que Ibrahim iba a repetir otro golpe en una vivienda unifamiliar del Camino Valdivia, algo que nunca llegó a ser denunciado.

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El menor escogió la casa equivocada. Las víctimas de su presunto robo se convirtieron en verdugos y decidieron “tomarse la justicia por su mano”, como matiza el comisario. Empezaron así casi dos días de secuestro y torturas constantes. El parte médico da buena cuenta de la saña empleada: heridas en la cabeza; policontusiones en la cara, rodillas y brazos; una fractura en la mano derecha y un profundo corte en el meñique de su mano izquierda compatible con un intento de sección con un alicate. “Tenía el dedo medio desprendido”, añade Matesanz.

Ibrahim tenía claro cómo iba a acabar su secuestro cuando lo trasladaron al solar abandonado del que, finalmente consiguió escapar in extremis. El adolescente relató a los agentes de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de La Línea “que lo querían quemar vivo”, como rememora el comisario. También consiguió dar pistas precisas de los dos lugares en los que fue retenido y de la identidad de El Francés, al que logró identificar pese a sus intentos por cubrirse el rostro durante el secuestro.

Las bridas con las que lo ataron, la cinta americana con la que lo amordazaron y el bidón de gasolina, encontrados en la parcela escenario de los hechos, parecen corroborar que su temor era fundado. Y no es el único indicio que encontró la policía que incrimina a la familia. En los registros, tanto del solar como de la casa familiar, los agentes hallaron sangre y efectos personales del adolescente. Los investigadores consiguieron detener a los padres de El Francés pocos días después del secuestro. Aunque, para entonces, el supuesto captor ya había huido y no ha sido hasta este mes de marzo cuando la policía ha conseguido detenerle.

La fuga del menor

Aunque ni los progenitores ni el autor material de la tortura tienen antecedentes por narcotráfico, fuentes cercanas a la investigación reconocen que están bajo la lupa en distintas investigaciones por delitos relacionados con el tráfico de drogas. Estos tres sospechosos se encuentran por ahora en libertad provisional, tras ser detenidos.

La titular del Juzgado Número 4 de La Línea que instruye el caso necesita poder tomar declaración a Ibrahim para poder concluir la instrucción de la causa. Sin embargo, el adolescente ha vuelto a esfumarse. Tras ser trasladado a un centro de menores de Chipiona (Cádiz), se fugó apenas un día después de ingresar y la policía ya ha activado un dispositivo de búsqueda para intentar localizarlo. Si lo consiguen, el joven podrá volver a relatar cómo aquel 26 de diciembre, con apenas 14 años, esquivó la muerte en el último minuto. Gracias a un descuido. Gracias a un giro del destino.

El mundo del narco, bajo sospecha

  • Hallazgo. Los agentes de la Policía de La Línea, un municipio gaditano de 60.000 habitantes, encontraron al adolescente en una de las calles de El Zabal, un barrio rural considerado uno de los epicentros de la droga de la comarca del Campo de Gibraltar.
  • Los vínculos. Los tres principales sospechosos carecen de antecedentes por narcotráfico, pero los investigadores destacan que se encuentran salpicados por varias pesquisas por delitos relacionados con la compraventa de estupefacientes en la zona.

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.

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