La policía hizo informes oficiales del espionaje a Bárcenas que no entregó a la justicia
Los resultados de los seguimientos entre 2013 y 2014 al entorno del extesorero del PP se recogieron en notas que fueron registradas sin citar la Operación Kitchen
La policía elaboró entre 2013 y 2014 media docena de informes sobre el espionaje a la familia del extesorero del PP Luis Bárcenas que, pese a recibir un número de registro oficial, nunca se entregaron al juez Pablo Ruz, entonces instructor de la causa sobre la contabilidad b de los populares, según confirman fuentes policiales conocedoras de la Operación Kitchen. En esos documentos policiales se recogía, sobre todo, la información que aportaba el chófer del político, quien cobró durante dos años de los fondos reservados por su colaboración.
El magistrado de la Audiencia Nacional que instruye la causa de la caja b del PP, José de la Mata, reclamó el pasado noviembre al Ministerio del Interior estos informes, así como la identidad de los responsables policiales y políticos que la pusieron en marcha. Las primeras gestiones del departamento que dirige Fernando Grande-Marlaska no han permitido localizar ninguno de ellos ya que al teclear en los archivos informáticos la denominación Kitchen los sistemas informáticos no arrojaron resultados. De hecho, los originales de los recibís de los pagos efectuados con fondos reservados al conductor de Bárcenas —y que ya han sido entregados en la Audiencia Nacional— fueron localizados tras hacer una búsqueda manual.
Sin embargo, las fuentes policiales consultadas aseguran que esta falta de resultados no significa que los documentos no estén en los archivos de la policía, sino que los mismos no se guardaron con el nombre del operativo. Y añaden que esa denominación solo la usaba el comisario José Villarejo, uno de los integrantes de la llamada brigada patriótica que tuvo una participación más activa en el espionaje al extesorero del PP. Estas mismas fuentes detallan que fue Villarejo —actualmente encarcelado por la Operación Tándem que ha desmantelado la trama policial que ha sacado a la luz el espionaje al entorno de Bárcenas— quien la bautizó así porque denominaba “cocinero” —también con el nombre en clave K2— al chófer de Bárcenas. Él era el encargado de contactar con el confidente.
El preso que engañó al extesorero
La Operación Kitchen incluyó el seguimiento policial a un preso de origen dominicano que había coincidido en 2013 en la prisión de Soto del Real (Madrid) con Bárcenas —que hoy declara ante el juez De la Mata como imputado— en su primer encarcelamiento. Según aseguró otro recluso captado como confidente y bautizado como K7, el interno iba a aprovechar un permiso para encriptar documentación que el extesorero supuestamente escondía en un almacenamiento virtual. La vigilancia policial reveló que el preso no realizó el supuesto encargo de Bárcenas y se gastó el dinero recibido en una juerga.
Según altos mandos policiales que ocupaban destacados puestos en aquellos años, “toda la información significativa” que se conseguía sobre Bárcenas era remitida al gabinete de la secretaría general de la Dirección Adjunta Operativa (DAO) de la Policía, entonces encabezada por el comisario Eugenio Pino, procesado recientemente por el intento de incorporar al sumario del caso Pujol un pendrive con información bancaria de la familia del expresidente de la Generalitat.
Con número de registro
Una vez allí, se eliminaba la información no relevante y con aquella que sí aportaba datos útiles para la investigación se elaboraba una nota interna informativa con número de registro, coinciden en señalar las fuentes consultadas. Luego, copias de estos documentos que ya eran oficiales se enviaban en papel mediante un oficio a la Unidad de Asuntos Internos y a la Comisaría General de Policía Judicial. De esta última dependía la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) responsable de la investigación del caso Gürtel y de la caja b del PP.
Las fuentes policiales consultadas aseguran que de este modo se tramitaron media docena de notas oficiales sobre la Operación Kitchen, además de varios documentos similares sobre otras operaciones polémicas. Uno de ellas adjuntaba el pendrive del caso Pujol. Otra recogía la existencia de una grabación de Villarejo con Corinna Larsen, que fue amiga íntima del rey Juan Carlos I.
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