“Ciudadanos va a tener que darse cuenta de lo que son las matemáticas”
Vox ve “lógico” exigir un puesto activo en la mesa del Parlamento
El partido de extrema derecha Vox ha esgrimido la aritmética parlamentaria que el pasado lunes prefirieron eludir PP y Ciudadanos en la escenificación de su primera reunión para avanzar en lo que han denominado “Gobierno del cambio” en Andalucía. “Se tiene que contar con nosotros para tener un nuevo presidente en esta comunidad y que salga adelante el pacto de investidura entre PP y Ciudadanos”, recordó el jueves a este diario el número uno de la formación de Santiago Abascal en la comunidad, el juez en excedencia Francisco Serrano. Los votos de Vox son necesarios para que el eventual pacto entre los populares y los naranjas pueda ejecutarse. El abogado advirtió el miércoles de que Vox no iba a permitir que les ningunearan en esas conversaciones y de que ellos mismos iban a conformar una comisión negociadora para acordar con ambas fuerzas políticas los términos para ceder sus votos tanto para nombrar al presidente de la Junta como el del Parlamento, dos cargos que populares y naranjas han vinculado en su acuerdo.
Entre esos requisitos, Serrano considera “lógica” la presencia activa de Vox en la Mesa del Parlamento andaluz, más allá de una vocalía simbólica con voz pero sin voto. Esa aspiración aún está por concretarse, señala el juez, pero es tan importante que condicionaría el resto de la negociación. Este organismo consta de siete puestos: presidente, tres vicepresidencias y tres secretarías. Para la elección del presidente se requiere la mayoría absoluta, y si no se obtiene en primera votación, se elige al que obtenga mayor número de votos. Para que PP y Ciudadanos pudieran lograr la presidencia de la Cámara sus 47 escaños no serían suficientes para desbancar la suma de los 50 de PSOE y Adelante Andalucía. Necesitarían añadir los de Vox.
Para el resto de asientos basta la mayoría simple: se escogen los tres nombres más votados para las vicepresidencias y para las secretarías. De acuerdo con la conformación parlamentaria, y si cada partido se votara a sí mismo, esos puestos quedarían adjudicados entre PSOE (33), PP (26) y Ciudadanos (21). El artículo 36 del Reglamento del Parlamento de Andalucía establece que todos los grupos parlamentarios tienen derecho a estar representados en la Mesa. Hasta 2015, siempre se había cedido por voluntad política algún puesto para que la fuerza menos votada (hasta ese momento solo IU) tuviera representación en la Mesa, cumpliendo los requisitos reglamentarios. Pero en la pasada legislatura, el Tribunal Constitucional, resolviendo un recurso de amparo de la diputada popular Patricia del Pozo, cuyo puesto se sacrificó a favor del representante de IU, José Antonio Castro, dictaminó en 2016 que el parlamentario más votado tenía preferencia a la hora de ocupar un puesto en la Mesa. La Cámara andaluza decidió otorgar a Castro una vocalía simbólica con voz pero sin voto.
PP y Ciudadanos de momento optan por esgrimir el reglamento por encima de la sentencia del Constitucional, lo que implicaría que las formaciones más pequeñas, en este caso Adelante Andalucía y Vox obtuvieran de manera automática un puesto en la Mesa. Solo si un grupo parlamentario solicitara la aplicación de la sentencia, en lugar de que tuvieran que negociar con otros partidos que les cedieran sus votos para tener presencia activa en este órgano de control.
El PSOE entiende que los tiempos en los que imperaba la voluntad política han cambiado y está dispuesto a exigir que se aplique la doctrina del Constitucional el próximo día 27 de diciembre, fecha de constitución de la Cámara andaluza. De esta manera, si Vox exigiera un puesto en la Mesa a cambio del apoyo de un candidato de PP o Ciudadanos para la presidencia del Parlamento, un miembro del partido de extrema derecha debería presentar su candidatura y ser apoyada por los votos de, al menos, uno de los dos partidos, explican desde el Parlamento andaluz. Una circunstancia que pondría en una situación muy incómoda a Ciudadanos, que en el reparto de cargos con los populares aspiran firmemente a ocupar ese puesto, ya que tendría muy complicado soslayar su dependencia de los votos de Vox.
Para llegar a este punto, los de Abascal exigen sumarse a la mesa de negociación de PP y Ciudadanos para sentar las bases de su apoyo al eventual acuerdo al que lleguen. Unas conversaciones que el líder territorial de los naranjas, Juan Marín, ha descartado. “Eso habrá que verlo. Se darán cuenta de lo que son las matemáticas y de que tienen que contar con nosotros”, señala a este diario Serrano.
La presidencia de la Cámara es una figura estratégica en el desarrollo parlamentario: puede ralentizar, acelerar o paralizar las decisiones del Ejecutivo. En sus manos está el manejo de los plazos para la investidura, pudiendo alargarlos hasta forzar unas segundas elecciones. Un Gobierno con solo 47 diputados sujeto a las decisiones de un presidente del Parlamento del PSOE tendría muy complicado sacar adelante la legislatura. Eso lo quieren evitar a toda costa PP y Ciudadanos y ese es el contrapeso por el que van a pugnar los socialistas.
PP y Ciudadanos están en manos de Vox. El pasado lunes sus dirigentes territoriales insistieron en que el pacto para el gobierno del cambio no incluía a ningún tercero, pero dieron por hecho que contaban con los votos de la extrema derecha. Las nuevas condiciones de Serrano suponen un contratiempo, sobre todo para los de Rivera. Sus socios europeos de ALDE y el candidato impulsado por la formación naranja en Barcelona, el ex primer ministro Manuel Valls, han pedido a su líder que emule lo que otros de sus miembros están haciendo en Europa, que es aislar a la ultraderecha e impedir que tenga una influencia activa desde las instituciones. Ciudadanos, por el contrario, se aferra a la premisa de que corresponde al PSOE no bloquear y abstenerse para impedir que Vox condicione la política andaluza y, ante el envite del partido de extrema derecha, también argumenta que en sus manos está favorecer el cambio en Andalucía o apoyar a la candidata socialista, Susana Díaz.
Maniobra para aislar a la extrema derecha de la mesa
El PSOE, por su parte, sigue firme en su estrategia de retratar a Ciudadanos y ha encabezado una maniobra parlamentaria para aislar a Vox en la Mesa. Aunque las negociaciones están en una fase incipiente, los socialistas quieren proponer un reparto de este órgano de control parlamentario en el que estaría representado el PSOE con dos puestos —entre ellos la presidencia—, el PP, con dos, Ciudadanos, con dos, y Adelante Andalucía, con uno, gracias a los apoyos del PSOE. De este modo, Vox solo contaría con una vocalía simbólica que no le otorgaría margen de maniobra en las decisiones de la Mesa.
“Ciudadanos va a tener que concretar si está con los demócratas o con la extrema derecha”, señalan fuentes socialistas. La dirigente de Adelante Andalucía, Teresa Rodríguez, se ha puesto en contacto con Marín esta semana para sondearle sobre esta posibilidad, según ha reconocido el propio Marín, quien le respondió que mientras estuviera conversando con el PP no iba a abrir negociaciones paralelas. Los populares ya han confirmado que ellos se sentarán a dialogar con todas las fuerzas con representación parlamentaria, incluida Vox, porque “todas representan a Andalucía”, ha señalado esta mañana su secretaria general regional, Loles López, quien, sin embargo, no ha querido entrar en el reparto de asientos en la Mesa.
Vox entra en el Senado
La extrema derecha no solo tendrá representación parlamentaria por primera vez en Andalucía, también se estrenará en el Senado. A la formación le corresponde un senador, en representación de la comunidad autónoma, en virtud de los resultados obtenidos en las elecciones. En la actualidad a esta región tiene asignados nueve puestos en la Cámara alta. De acuerdo con el reparto de escaños del pasado dos de diciembre al PSOE le corresponden tres (dos menos que en 2015), al PP dos (uno menos), a Ciudadanos -que también concurrirá por primera vez al Senado por Andalucía- dos y a Adelante Andalucía y a Vox, uno respectivamente.
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