Pedro Sánchez nunca estuvo aquí
El reconocimiento de que hay tantos 'pedros sánchez' como cargos ocupe se produce dos años después de su destitución como secretario general del PSOE por haber sido fiel al “no es no” dicho en campaña
En una escena de Aterriza como puedas, la película cuyo título mejor define la acción del Gobierno, la protagonista, Julie Hagerty, baila con un hombre en la pista de una discoteca. Un brazo arriba, ahora otro, movimiento de cintura. Los dos giran sobre sí mismos cuando alguien apuñala al hombre por la espalda. Al volver a encontrarse de frente, la chica, ignorante de lo ocurrido, continúa el baile de él: se retuerce, realiza un movimiento espasmódico con un brazo, mueve la cabeza de arriba abajo y, finalmente, se estremece, sonriendo, antes de abandonar el cadáver para bailar con otro.
El viernes, en rueda de prensa, la ministra Carmen Calvo recordó, con sus contorsiones, a varios colegas suyos caídos por seguir el ritmo de algo que a todas luces ya no bailaba, sino que moría. Respondió en primer lugar que el presidente del Gobierno nunca había dicho que en Cataluña se había producido el delito de rebelión y, cuando le matizaron que sí lo había dicho, la última vez en mayo (“clarísimo delito de rebelión”, dijo Sánchez), la ministra contestó a modo de zasca: “En mayo”. Calvo quería decir que en mayo Pedro Sánchez no era presidente del Gobierno, y que lo que dijese entonces ni era de su incumbencia ni de la del propio Sánchez.
Pocas veces un político es tan generoso como lo fue Calvo. Se miente, se engaña y se manipula con pasión, pero nadie hasta ahora había dicho como Calvo, acorralada, una verdad de tanto calado: efectivamente, cuando era líder de la oposición, Pedro Sánchez decía que había un delito de rebelión, y seis meses después, como presidente del Gobierno, no lo dice. Para ello no se conocieron nuevos detalles de lo ocurrido en Cataluña, sino de lo ocurrido en Sánchez. Con la gravedad de que, para su desgracia, es más probable que el error lo cometiese en mayo y no ahora, contraviniendo la primera regla del jefe de Gabinete del presidente, Iván Redondo: gana el que se equivoca el último.
Ese reconocimiento milagroso de que hay tantos pedros sánchez como cargos ocupe, y que para cada uno tendrá un baile, se produce dos años después de su destitución como secretario general del PSOE. Entonces, el Pedro Sánchez que había hecho campaña con el "no es no" hizo de la frase su capital político después de las elecciones. Defendió que el candidato Sánchez era el mismo Sánchez electo que, presionado por la vieja guardia de su partido, insistía en que no habría abstención para propiciar un Gobierno del PP. Era el tiempo en que Pedro Sánchez estaba allí de forma tan obstinada que regresó y ganó las primarias por haber sido fiel a su palabra y pagar las consecuencias.
Desde que es presidente del Gobierno, sin embargo, Sánchez parece desear todos los días no haber estado nunca aquí; haber nacido, políticamente, el día que tomó posesión.
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