La fortuna oculta de Sito Miñanco
El narco gallego dice que no fue contrabandista sino comisionista de tabaco que solo vendía en África
Hacía catorce años que José Ramón Prado, Sito Miñanco, no hablaba en público como siempre lo ha hecho, esposado y ante un tribunal. Es la tercera vez que se sienta en el banquillo para defenderse el considerado el mayor narcotraficante gallego y uno de los patrones del contrabando de tabaco en España. Pero esta vez no ha tenido que hacerlo por algún alijo de cocaína sino por los negocios que supuestamente diseñó hace casi treinta años en su pueblo natal de Cambados (Pontevedra) para lavar los ingresos de millones de cajetillas que desembarcaba en Galicia, aunque esta actividad ni lo ha mencionado aunque ya hubiese prescrito.
Por el contrario, Miñanco descubrió una nueva faceta de su vida al afirmar que durante años fue comisionista de tabaco, todo legal, que metía en el puerto de Amberes (Bélgica) y que luego desembarcaba en el continente africano. Su abogado, Gonzalo Boye, presentó las pruebas de la fortuna que Sito hizo a través de la sociedad Melina Trading (unos 16 millones de euros en dos años) cuando Miñanco era acusado en su país por contrabandista y estaba en busca y captura por la Operación Nécora. “Primero sacaba el tabaco de Bélgica, donde estuve residiendo unos años, y luego me fui a Panamá porque los portes salían más baratos”, afirmó Sito al tribunal.
Negocios, como la Inmobiliaria San Saturnino o Astilleros Burás, que han aparecido en todos los sumarios abiertos contra el famoso capo siguen en pie después de tanto tiempo. Y es que el fiscal cree que Miñanco ha estado utilizando estas sociedades para blanquear en los últimos años unos 10 millones de euros del narcotráfico. Un delito que estaría avalado por las dos condenas que acumula y otra tercera que podría caerle tras su última detención en febrero pasado.
“Si firmé algo de la inmobiliaria no lo recuerdo, pero si aparece mi firma lo habré hecho”. “La empresa era de una hermana de mi mujer que me pidió que fuera el administrador porque confiaba en mí, pero me salí de la sociedad y ahora veo que mis abogados no sacaron mi nombre de los papeles”, se defendió.
Haciendo un recordatorio de su pasado penitenciario, el fiscal le ha preguntado si conoció en prisión a miembros de los cárteles colombianos de Medellín y Cali, los que supuestamente le auparon al narcotráfico, y por su etapa como presidente del club de futbol de su pueblo. Entonces Sito arremetió contra la prensa: “Yo no conocí a ningún miembro de ningún cartel en la cárcel, eso lo inventó la prensa y es una mentira tan grande como esta casa, nunca coincidieron conmigo en ninguna prisión porque cuando yo entré ellos ya no estaban”. “Y lo del club es otro invento de los periódicos”.
En esta carambola del pasado, la mecha que más ha encendido a Miñanco es ver a su exmujer y a su hija sentadas en el banquillo, y ha ido a por todas para evitarles una eventual condena. Los informes de Hacienda que han servido a la Fiscalía para acusarlas y pedir a los Prado 6 años de prisión, es la compra de patrimonio en la costa de Sanxenxo por parte de la inmobiliaria en la que madre e hija figuran como socias y donde ya no queda rastro de Sito desde los años ochenta.
“Me separé de mi mujer en 1982 porque no quería saber nada de mí, y luego tuve otras relaciones”, explicó Sito, tratando de demostrar que no tenía nada que ver con los negocios de la madre de dos de sus tres hijas. El fiscal insistió en que ambos se habían vuelto, incluso ella le había ido a recoger a la cárcel. “Sí, lo hizo por mis hijas , pero nunca volví a estar con ella. Si quiere que le diga con quien tuve vis a vis en la cárcel lo haré a puerta cerrada, para que solo se entere el tribunal”, zanjó Sito el interrogatorio.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.