Un comandante de artillería para la estrategia del PP
Narciso Michavila, asesor electoral de Pablo Casado, explica los retos del partido para hacer frente a un nuevo flanco por la derecha
Su predecesor, decían, tenía el poder de quitar y poner a candidatos; diseñaba estrategias, escribía los discursos, buscando un titular, e incluso fue enviado a hablar con ETA. Le llamaban “el sherpa”, “el oráculo”, “el gurú”. Tras la retirada de Pedro Arriola después de 29 años como asesor del PP, es el sociólogo Narciso Michavila, hermano de José María, el exministro de Justicia, quien hace números para Pablo Casado. Comandante de artillería en excedencia, Michavila (Madrid, 1965), reniega de esos asesores ultrapoderosos — “lo que diferencia a los sociólogos del siglo XX de los del siglo XXI es que no creemos en los gurús”— y asegura que, además de para el PP, hace y analiza encuestas para el PSOE, Podemos y Ciudadanos desde su consultora, GAD3. Cree, que como siempre, “las elecciones se ganan en el centro”, pero que la aparición de nuevos competidores por la derecha ha alterado el tablero electoral.
“Por primera vez, el PP tiene el problema que ha tenido casi siempre el PSOE, que si se iba a por el centro, perdía votos por la izquierda y si se iba a por la izquierda, los perdía por el centro. El PP ha tenido la suerte de no tener flanco derecho, hasta ahora”, explica, en alusión a Ciudadanos y Vox. “El PP no puede descuidar su flanco derecho en algunos temas que en la época de Rajoy sí se descuidaron, como el terrorismo o Cataluña; tiene que estar atento al votante de Vox. Pero por dónde tiene el flanco más débil es por el centro, porque en España no hay apenas extrema derecha. La mayoría se sitúa en la moderación, aunque la estrategia actual de algunos partidos sea buscar la polarización. O conquistas el centro, o no gobiernas”, opina. Michavila también cree que el más interesado en dar alas a Vox es Pedro Sánchez. “Aznar hizo lo mismo en su día con ERC cuando quería restarle apoyos al PSOE”.
El principal responsable del giro a la derecha de Casado es su nuevo sherpa, José María Aznar. El expresidente culpa a Rajoy de esa fragmentación del voto, y suele repetir que él dejó a la derecha unida y ahora está “partida en tres trozos”. Atribuye esa ruptura a una renuncia a los principios del partido, que tanto él como Casado ven necesario “refundar”. Según esta filosofía, el PP no solo perdió votos por la corrupción, sino también por la indefinición ideológica, y recuperar los 10,86 millones de apoyos que obtuvieron en 2011 pasa por “ser todo a la derecha del PSOE” y defender “sin complejos” —es la coletilla más repetida por la nueva dirección popular— sus principios.
Esa doctrina explica que Casado alabe en público al líder de Vox, Santiago Abascal, o que evite referirse a ellos como extrema derecha — “la derecha nueva”, los llamó—. También está detrás del endurecimiento de la postura ante el desafío de Cataluña — “el asunto que más condiciona el voto de los españoles”, según Michavila— respecto a su predecesor, Mariano Rajoy, que, en un escenario jurídico más grave que el actual —la declaración unilateral de independencia—, aplicó el artículo 155 de la Constitución de una forma menos extensa en tiempo y forma que la que reclama ahora Casado.
El giro a la derecha de Casado abrió algunas grietas en el partido y evidenció que las heridas del congreso de primarias no han cicatrizado aún. Preguntado por su nuevo líder, el exministro Alfonso Alonso, que apoyó a Soraya Sáenz de Santamaría como candidata a suceder a Rajoy, declaró esta semana en El Correo: “Ya se moderará. En política toda prudencia nunca es suficiente”. También el presidente madrileño, Ángel Garrido, advertía: “No tenemos que parecernos a Vox”.
“Todas las reformas polarizantes, las declaraciones de guerra… se hacen al principio de la legislatura”, afirma Michavila. “Yo no sé qué terminará haciendo Casado, pero quizá ahora esté tratando de recuperar a ese elector que se fue, diciéndole: ‘Yo sí tengo convicciones’. Lo que no puede permitirse, una vez que llegue el momento de las elecciones, es alejarse de la mayoría social, que está en la moderación”.
Los ataques de Casado a Sánchez en el Congreso, que le valieron que el presidente del Gobierno rompiera relaciones con él, sirvieron para apagar las críticas internas por el giro a la derecha de su líder. Los populares, en líneas generales, celebraron la intervención de Casado porque dan prioridad a arrebatar protagonismo a Albert Rivera. “Ciudadanos se va a quedar sin hueco. Se ha demostrado quién es el líder de la oposición y así es como le vamos a ver [A Casado]a partir de ahora”, señalaba un alto cargo del PP después de que su presidente responsabilizara a Sánchez del golpe en Cataluña. Las elecciones andaluzas serán el primer test de esa estrategia. Quienes dudan en el PP del giro a la derecha de su líder esperan al resultado para señalar culpables.
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