“Es de destacar los apoyos con que cuenta ETA”
Cinco meses antes de que que la banda terrorista cometiera su primer asesinato los servicios de inteligencia franquista comenzaron a informar a la cúpula militar
Enero de 1968. Cinco meses antes de que ETA cometa su primer asesinato. La Segunda Bis eleva al ministro del Ejército un informe de la Comandancia de la Guardia Civil de Guipúzcoa sobre la nueva organización que está extendiendo sus tentáculos por el País Vasco y costará medio siglo erradicar. La nota adjunta al documento destaca “los apoyos con que cuentan [los etarras] para actuar”.
El informe, de siete folios, hace una breve exégesis de la trayectoria de la banda. “Si bien ETA era de una tendencia moderadamente socialista”, explica, “en 1966 surgen en su seno dos tendencias claramente definidas: la socialista y la marxista-leninista. En la Vª Asamblea, en enero de 1967, 13 de los 39 asambleístas eran de tendencia marxista-leninista, logrando arrastrar consigo a los indiferentes [...] La línea marxista-leninista consigue colocar a dos miembros al frente de la oficina política, lo que hace suponer que en un futuro próximo la organización estará dirigida por esa línea desviacionista que convertiría a ETA en un partido marxista-leninista, siguiendo la línea definida por el PCE y el FLP [Frente de Liberación Popular], apartándola de su línea abertzale”.
“Saben que algo pasa, pero no exactamente qué, lo que da idea de lo defectuosos que eran los sistemas de información del Estado en aquellos años”, reflexiona Luis Castells, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco. “La información la extraen de las detenciones, acompañadas de torturas, y de la documentación que incautan”, añade.
En efecto, “saben que ha habido fuertes enfrentamientos en ETA, pero se equivocan en su desenlace”. La Vº Asamblea, que se celebra en dos fases, diciembre de 1966 y marzo de 1967, es escenario del enfrentamiento entre “obreristas” y “nacionalistas”. Pero no son los primeros quienes ganan, como creen los redactores del informe, sino los últimos. Los 13 asambleístas se quedan en minoría y no arrastran a nadie; y la noticia sobre la oficina política de ETA está obsoleta: es anterior a la Vª Asamblea.
Patxo Unzueta, periodista de EL PAÍS, cree que la información que tenía el régimen sobre ETA era “muy superficial” y se basaba, en gran medida, en lo que contaba la propia banda en su boletín Zutik (En pie). La obsesión del franquismo con los marxistas le lleva a buscar las conexiones de ETA con el PCE menospreciando el factor nacionalista. “Aunque hasta el momento no se ha comprobado que las Comisiones Obreras, de matiz comunista, y ETA hayan formado un frente común [...] existen contactos entre ambas facciones”, se lee en el informe.
El comisario “Manzana” y la escritura rusa
A las 19.30 del 31 de octubre de 1964, tres bombas explotan en el repetidor de TVE del monte Ulía. En el cuartel de la Guardia Civil, a 200 metros, las confunden con petardos. Media hora después, el encargado del repetidor avisa a la policía, pero nadie le hace caso. A las 23.30 suben por fin los agentes. Hay dos pintadas de ETA. Según la nota de la Segunda Bis, “el comisario de San Sebastián, Sr Manzana, estima que los autores deben estar habituados a la escritura rusa, por particularidades que ha observado en la caligrafía de las inscripciones separatistas”. El “Sr Manzana” bien podría ser Melitón Manzanas, víctima del primer asesinato deliberado de ETA en agosto de 1968.
También constata el apoyo al separatismo en parte del clero vasco y la sociedad civil, a través de asociaciones culturales, deportivas y recreativas. Y reprocha al propio Gobierno franquista su tolerancia con las manifestaciones culturales vascas. “El desarrollo de esta clase de actividades resulta fácil [...] al no hallar oposición por parte del Gobierno que, además de permitir el resurgimiento del vascuence y con él de las ideas separatistas, subvenciona en parte los gastos que origina su sostenimiento”.
El informe detalla el funcionamiento de los cuatro frentes de ETA (político, militar, social-económico y cultural) y la organización de los comandos, pero parece ignorarlo todo de la dirección de la banda (“se cree que reside en Francia”) y del salto cualitativo que está a punto de dar: el paso a la lucha armada. En sus conclusiones, recomienda “montar controles, especialmente en carreteras comarcales y locales, dado que son las que más utilizan los componentes de ETA en sus correrías”. Y agrega que, debido a “los apoyos con que cuentan [los etarras] en la población civil, su mayor eficacia se conseguiría montando los controles en despoblado”.
Fue en uno de esos controles donde el 7 de junio de 1968, tras dar el alto a un coche en el que iban dos etarras, fue asesinado el guardia civil José Antonio Pardines, primera víctima de ETA .