El hiperliderazgo de Iglesias y Montero eclipsa a Podemos
El partido atraviesa un periodo de interinidad mientras aguarda el regreso de sus principales referentes tras ser padres
Alejado de la primera línea de la arena política por razones personales desde hace casi dos meses, Pablo Iglesias reafirmó la mañana del miércoles, con una simple conversación telefónica, su hiperliderazgo al frente de Podemos. Ni siquiera tuvo que exponerse ante los medios. El acuerdo que alcanzó con Pedro Sánchez desbloqueó las negociaciones posteriores del Ejecutivo con su principal socio de Gobierno para aprobar el techo de gasto. La decisión de eliminar la capacidad de veto del Senado a la senda de déficit desencalló unas posiciones enrocadas. Al mismo tiempo, reforzó la sensación de vacío en Podemos por la ausencia de Iglesias e Irene Montero, su pareja y número tres, tras ser padres meses antes de lo previsto.
Podemos lleva instalado desde hace siete semanas en una paradoja. La formación dispone de más influencia que nunca en sus cuatro años de existencia al tiempo que la inquietud por la falta de dos de sus principales referentes se ha expandido dentro y fuera de sus filas.
Echenique se erige como la cara visible frente al Gobierno
La ausencia de Pablo Iglesias y de Irene Montero ha erigido a Pablo Echenique como el cargo de mayor rango y visibilidad de Podemos, como quedó patente en la reunión con la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, horas después del diálogo entre el presidente del Gobierno y el secretario general de Podemos.
El principal beneficiado de la coyuntura es el PSOE, al que diferentes sondeos otorgan una ventaja de 10 puntos sobre su principal socio en la moción de censura. “Sus dos caras visibles, muy por encima de la media, son Iglesias y Montero”, zanjan fuentes socialistas, donde por otro lado relativizan el impacto de su ausencia. En Ferraz entienden que al coincidir con los meses de julio y agosto no se ha llegado a producir un problema estructural en Podemos. “Siempre bajamos mucho el ritmo en verano”, coinciden partidarios y detractores de Iglesias y Montero. Todos confían en su regreso a partir del mes que viene.
La impronta del secretario general y la portavoz en el Congreso se ha hecho todavía más patente desde que el 3 de julio Montero diese a luz mellizos de forma prematura. La pareja que lidera Podemos guarda desde entonces silencio, incluidas las redes sociales en las que mantenían una actividad cotidiana. “Iglesias es el secretario general. No se toma ninguna decisión importante sin él. Está al tanto de todo”, afirman fuentes de Podemos, que no rebaten la pérdida de impacto sin sus representantes más asentados.
A la espera de su incorporación a partir de septiembre, la falta de tirón de la segunda línea de portavoces de Podemos, con la excepción del secretario de Organización, Pablo Echenique, acrecienta la percepción de un partido ausente. El número dos de Podemos ha asumido los mandos del partido durante el estío, tarea que en el Congreso recae en Ione Belarra, portavoz adjunta de Unidos Podemos.
“Iglesias es el jefe del partido y Montero la jefa del grupo parlamentario. La conclusión por tanto es que dos de sus piezas fundamentales están fuera del tablero”, sentencia Pablo Simón, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III de Madrid. “Los liderazgos siempre son muy importantes en cualquier partido, pero en el caso de Podemos, con una estructura tan centralizada y tan cerrada, se ha generado una mayor dependencia de la actual cúpula. Además está la legitimidad que le da haber fundado el partido y haberles llevado a sus mayores cotas”, abunda el politólogo y editor de Politikon. “A partir de Vistalegre II se da un giro centralizador en lo organizativo en Podemos”, han reprobado esta semana desde el sector Anticapitalista, la tercera corriente más importante tras pablistas y errejonistas.
En la formación se reconoce que la ausencia ha provocado un vacío
Más allá de la preeminencia de Iglesias y Montero en el imaginario de Podemos, la crítica principal que se realiza dentro de la formación es la falta de actividad en los principales órganos. La ejecutiva, que acostumbraba a mantener un encuentro semanal, lleva dos meses sin reunirse. El consejo ciudadano estatal, máximo órgano de Podemos entre asambleas, tampoco se caracteriza por mantener una actividad reseñable estas semanas, según cuadros de distinta categoría. “Hay un vacío político a dos niveles, de posición y en cuanto a portavocías… Construir una cara reconocida cuesta mucho”, resumen estas voces.
La situación de interinidad que atraviesa Podemos contrasta con el liderazgo más coral del partido en sus primeros años. La alternativa a Iglesias y Montero se limita básicamente al rol de Echenique. Entretanto, Íñigo Errejón está centrado en su candidatura a la presidencia de la Comunidad de Madrid en las elecciones autonómicas del próximo año desde su derrota en el congreso de Vistalegre II. Carolina Bescansa, cofundadora de la formación, mantiene un perfil discreto desde la difusión en abril de sus planes para liderar el partido. Al contrario que Errejón, no cuenta con ningún poder orgánico.
El CIS refleja la identificación de la marca con el líder desde su fundación
El último barómetro del CIS, del mes pasado, refleja la identificación de la marca con su figura más destacada. Un personalismo que se constata en la condición de referente indiscutible de Iglesias. Solo el 2,3% de los consultados no le conocía frente al 92,1% que sí ubicaba al secretario general de Podemos. El porcentaje entre sus votantes se incrementaba hasta el 98,5%. El grado de conocimiento iba del 94,8% de los consultados de entre 25 a 34 años al 87,7% entre los mayores de 65. En cambio, el coordinador federal de IU, Alberto Garzón, era un desconocido para el 24,2%.
Esta es una tónica que se repite dentro del espacio de Unidos Podemos y sus aliados, donde la trayectoria de Iglesias y la proyección de Montero eclipsan a las nuevas apuestas del grupo confederal, como ocurre en el caso de Belarra. Así, Lucía Martín, la portavoz en el Congreso de En Comú Podem, resultaba desconocida para el 93,6% de encuestados del CIS (96% en Unidos Podemos). En unos niveles similares se movía Miguel Anxo Fernández Bello, portavoz de En Marea, un desconocido para el 92,6% de las personas que participaron en la encuesta (65,5% en el caso de quienes votaron a En Marea en las generales de 2016).
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