Rosa María Mateo acepta la propuesta “con vértigo”
La periodista ha estado vinculada a RTVE durante casi tres décadas
Con una larga y exitosa trayectoria, la periodista Rosa María Mateo (Burgos, 1942) atendió el miércoles una llamada telefónica inesperada. La propuesta para ser nombrada administradora única de RTVE la recibió con una mezcla de sensaciones. Fuentes de su entorno aseguran que comprendió enseguida que "debía a la casa todo lo que le había enseñado y con lo que ha crecido profesionalmente". Pero también sentía "un poco de vértigo" ante desafío.
Referente de la información televisiva, ingresó en RTVE como locutora en 1966. Estudió Derecho y su destino parecía encaminado hacia la abogacía, pero aprobó las oposiciones del ente público y su vida cambió radicalmente. Se integró primero en RNE y más tarde pasó a ser presentadora de continuidad del UHF, el equivalente a La 2 de hoy. En poco tiempo se convirtió en una de las profesionales mejor valoradas y como mayor credibilidad.
Con un estilo sobrio y una imagen serena, presentó el programa Informe semanal en sus inicios, cuando Pedro Erquicia importó el formato de la CBS estadounidense 60 Minutes. Mateo tuvo la ocasión de trabajar con un equipo de reporteros de primera fila, entre los que se encontraban Ana Cristina Navarro, Javier Basilio, Carmen Sarmiento o Baltasar Magro. Y con el tiempo pasó a ser un emblema de los telediarios. Erquicia decía de ella que traspasaba con suavidad la cámara, como Alicia a través del espejo. Reunía físico, mirada, voz, gusto, credibilidad... "Era capaz de hacértelo creer todo, incluso aunque leyera mentiras", comentaba el periodista, fallecido el pasado abril.
En los tiempos convulsos de la Transición fue una comunicadora con enorme capacidad de convicción. Durante la llamada "apertura" liderada por Juan José Rosón como director general del ente público, la periodista pasó a presentar la última edición del telediario. Era 1974.
Pasó el dramático episodio del 23-F en las instalaciones de TVE, tomadas por un destacamento de militares golpistas, y salió al aire junto a Victoria Prego e Iñaki Gabilondo en el avance informativo de aquella larga y tensa noche. Y puso voz al manifiesto que se leyó en la multitudinaria concentración de repulsa al intento de golpe de de Estado y en defensa de la democracia. Tras aquella emotiva intervención fue recordada como la musa de la democracia.
En los ochenta participó también en los incipientes programas electorales en los que la televisión pública española carecía de experiencia. Su carácter comprometido con una manera de hacer información llevó a Mateo a dimitir en 1984 de la subdirección y presentación de los telediarios del fin de semana. Solicitó entonces ser trasladada a otro espacio por discrepancias con la manera en la que se estaban haciendo los noticieros.
Rosa María Mateo sentía la televisión como un medio apasionante y contrariamente a lo que ocurre en otros países, la veteranía y la experiencia jugó en su contra. Los gestores televisivos la empujaron hacia la jubilación. En 1993 había dejado la televisión pública para incorporarse a Antena 3, donde comenzó a presentar Al filo de la ley, un programa escorado hacia los sucesos que tuvo un corto recorrido, y más tarde pasó a conducir Antena 3 Noticias. Diez años más tarde de su llegada a la cadena privada, Antena 3 ejecutó un expediente de regulación de empleo que se lleva por delante a más de 200 trabajadores. Mateo estaba en la lista de despedidos.
La Academia de Televisión le concedió el Premio Toda una Vida 2007 como reconocimiento a una trayectoria profesional ligada al medio televisivo, un galardón que también recibieron otras figuras como Jesús Hermida, Miguel de la Cuadra Salcedo, Antonio Mercero o Chicho Ibáñez Serrador. Siempre figuró entre los míticos nombres de la pequeña pantalla, aunque también se también se ha adentrado tímidamente en el terreno de la interpretación con el cortometraje Un país extraño, un relato que ahonda en el amor, la memoria y el paso del tiempo. "Lo pasé genial rodando el corto", dijo la periodista. No fue su bautizo en el terreno de la ficción. A principios de los años setenta ya había colaborado en la película Carta de amor de un asesino, de Francisco Regueiro.
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