Condenado a cuatro años el exmiembro de los GAL reconvertido al yihadismo
La Audiencia Nacional destaca la "peligrosidad" de Aceña, que manifestó su intención de inmolarse
La frase que esgrimió en el juicio durante su último turno de palabra —"A mí, Siria es un tema que me la suda"—, no le ha servido a Daniel Fernández Aceña para eludir la prisión. La sección primera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional ha publicado este lunes la sentencia que condena a cuatro años de cárcel a este exmiembro de los GAL, reconvertido al yihadismo, por un delito de autoformación terrorista. Los magistrados han considerado probado que el acusado difundió contenidos en las redes sociales para apoyar las ideas del islamismo radical, que había asumido sus "métodos violentos" y que había manifestado sus intenciones de inmolarse en un autobús en Segovia.
Los jueces subrayan que Aceña había dado "un paso más allá" y había demostrado a personas de su entorno su "acreditada intencionalidad de realizar alguna acción violenta". "Le noté convencido [sobre el yihadismo] y que quería convencer", relató uno de los testigos que declaró en el juicio, cuando los agentes de la Guardia Civil describieron al procesado como un hombre "aislado socialmente", que se identificó como musulmán en varias conversaciones telefónicas y que tomaba "elevadas medidas de seguridad" al navegar por internet. "Como proxys y enmascaramiento de IP. No hemos podido acceder a muchas de las páginas web que consultaba porque usaba aplicaciones encriptadas", señaló un agente. Los servicios antiterroristas ya lo habían calificado antes como un peligroso "lobo solitario".
Los investigadores encontraron en su casa de Segovia un pendrive de ocho gigabytes con 158.170 archivos con imágenes de grupos yihadistas. Una prueba que se suma al centenar de fotos de muyahidines chechenos que subió a la red social Badoo. Al logo de Al Andalus, la productora de Al Qaeda en el Magreb Islámico, que se puso como avatar en Facebook. Y al documento titulado Curso de fabricación de explosivos hallado en un disco duro en su domicilio. "La posesión de estos documentos la llevaba a cabo para formarse y adoctrinarse, no con una finalidad inocua", insisten los jueces en su resolución.
De hecho, los jueces no descartan que la voluntad de Aceña, de 58 años, fuera "adquirir conocimientos para llevar a cabo actos constitutivos de delitos de terrorismo". "Y ello, puesto en boca de un sujeto que ya fue condenado en el pasado por un asesinato relacionado con una organización terrorista, no hace sino acentuar la prognosis de peligrosidad criminal del mismo", apostilla el tribunal, que descarta que tenga problemas mentales. El reconvertido yihadista fue miembro del comando Jaizubia de los GAL y condenado en 1985 a casi 30 años por su intervención en el asesinato del trabajador francés Jean-Pierre Leiva.
La Fiscalía pedía una condena de diez años de cárcel por adoctrinamiento y exaltación del terrorismo. Pero la sala lo absuelve del segundo de los delitos. Eso sí, el tribunal destaca la "peligrosidad" de Aceña, recuerda su "afición a las armas y explosivos" y destaca que llegó a entregar en mano unas balas a la trabajadora de un centro de salud mental: "A modo de advertencia y no como un regalo, como el acusado pretendía [hacer ver]". Un episodio que el condenado explicó así durante la vista: "Yo fui a coger los chicles para darle y tenía dos balitas en el bolsillo. Y le dije, 'si quieres te las doy", dijo, antes de negar todas las acusaciones: "Prefiero morirme de golpe, pero nada de inmolarme".
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