La escudera más fiel del presidente
Cospedal, símbolo de la ruptura del PP de Rajoy con el de Aznar, afronta la sucesión con todo el poder orgánico
Ocurre en 2008. Mariano Rajoy intenta sobrevivir a su segunda derrota en las generales, a los planes de sustituirle como líder del PP y a la herencia de José María Aznar, que le designó como su sustituto. El congreso de Valencia sirve como escenario de una batalla en la que Rajoy se la juega. El político gallego busca un gesto para ganar el combate a los puntos y elige a una excolaboradora de Esperanza Aguirre para separarse definitivamente de Aznar. Tras Ángel Acebes y Eduardo Zaplana, dos hombres vinculados a su predecesor, la nueva secretaria general es María Dolores de Cospedal (Madrid, 1965). Arranca una nueva etapa.
“Es una persona con mucho carácter, muy enérgica”, describe a esta abogada del Estado uno de sus colaboradores. “Su liderazgo no se puede entender sin eso. En Castilla-La Mancha [donde es presidenta del partido y lo ha sido de la región] fue un antes y un después: todo se ha creado de su mano, con sus criterios”.
“Ha asumido el papel de mala durante 10 años”, contrapone un importante político del PP. “Eso ha generado rechazo en gran parte del partido”.
Su capacidad de trabajo y su obsesión por controlarlo todo es subrayada igualmente por sus defensores y por sus detractores. Desde el principio, Rajoy delega en ella la gestión diaria de un partido convertido en un hervidero por la segunda derrota consecutiva en las generales. Pronto, los problemas se acumulan. Cospedal aún no lleva un año en el cargo cuando estalla el caso Bárcenas. Luego llegarán los escándalos de Gürtel, Púnica, Lezo o Brugal. Y sus intentos de proteger al PP —primero de las revelaciones de esos casos, luego explicando los recortes que emprende su Gobierno en 2012— en ruedas de prensa complejas y multitudinarias. Ese desgaste personal, unido a la pérdida de la presidencia de Castilla-La Mancha a pesar de ganar las elecciones autonómicas de 2015, cimienta su relación con Rajoy.
Como consecuencia, Cospedal acaba acumulando los cargos de secretaria general, presidenta regional del PP de Castilla-La Mancha y ministra de Defensa. Hay dirigentes de la formación que ven con preocupación esa situación, y que la interpretan como un intento de colocarse en la mejor posición de salida para la lucha por la sucesión. De hecho, en el congreso de 2017 se vota una enmienda contra la acumulación de cargos que buscaba su renuncia a alguno de esos puestos.
“Lo evitamos porque se votó a mano alzada y quien contó lo hizo bien rápido”, cuenta una fuente conocedora de la organización del congreso. “¡No sé que hubiera pasado de haberse grabado!”.
Combinar tareas
No obstante, la dificultad de combinar esas tres tareas lleva a Rajoy a reforzar al coordinador nacional, Fernando Martínez-Maillo, lo que desde entonces provoca continuas fricciones entre ambos. Rajoy gestiona la situación con el estilo que le distingue. Les cita por separado, pero lo suficientemente seguidos como para que ambos observen que él, y nadie más, ha tomado la decisión.
“Leal” es la palabra con la que más se describe a Cospedal en el partido. Leal a Rajoy, pero también a las siglas y a los amigos, como demostró defendiendo la continuidad de Cristina Cifuentes al frente de la Comunidad de Madrid cuando ya nadie más lo hacía. Hasta el último minuto, Cospedal ha actuado como la fiel escudera de Rajoy.
La semana pasada, justo dos días antes de que el PP perdiera el poder por una moción de censura motivada en el caso Gürtel, defendió que la decisión de la Audiencia Nacional era “muy tendenciosa”. Su vinculación con el presidente saliente será su mayor desventaja en la lucha por la sucesión.
El PP busca abrir una nueva etapa. Y solo la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría —con la que mantiene una larga rivalidad— puede competir en cercanía a Rajoy.
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