_
_
_
_

Cuando el guardia civil del aeropuerto mira más su móvil que el escáner

El Tribunal Supremo sanciona a un agente que estuvo 14 minutos sin revisar los equipajes de mano por el que pasaron 15 bultos

Agentes de Aduanas en un aeropuerto.
Agentes de Aduanas en un aeropuerto.Gorka Lejarcegi
Pedro Gorospe

A la tradicional clasificación entre agente bueno y agente malo hay que añadir una tercera: agente distraído, e incluso agente jeta. Aunque hay quien diría que también, en el fondo, agente tonto y, desde luego y sobre todo, agente absolutamente inconsciente. Un Guardia Civil que trabajaba en el aeropuerto de Loiu, en Bilbao, ha sido suspendido con un mes de empleo y sueldo por estar más atento a su móvil personal que a revisar el equipaje del personal que cruzaba por el escáner del filtro policial. No fue, sin embargo, el único que dio la nota. Uno de sus compañeros de turno se tumbaba en la silla con los brazos detrás de la cabeza, ajeno al tránsito de viajeros, y el tercero estuvo durante 45 minutos charlando con otros pasajeros, como si el arco detector de metales fuera como los del triunfo, monumentos.

El Tribunal Supremo confirma los hechos probados en la sentencia de la primera instancia, según los cuales, el agente perdió de vista durante 12 minutos y 14 segundos el escáner para atender su teléfono. Los equipajes se deslizaban por la cinta pero su interior pasaba absolutamente desapercibido. En total 15 bultos atravesaron la caja cerrada con los rayos X en su interior, pero ninguno de ellos fue revisado. Cuando sucedieron los hechos, en diciembre de 2014, los aeropuertos españoles se encontraban en situación de alerta antiterrorista nivel dos y alta intensidad. El “poli distraído” era el responsable de revisar la cámara del escáner por el que sí o sí, pasa todo el equipaje de mano en el aeródromo de Bilbao. “Si a mí me pasan por el arco y veo al operador del escáner con su teléfono le digo algo. No es un poli despistado sería un poli peligroso”, asegura Marcos Legarda, un viajero que esperaba a las 11.30 de este martes en la cola de La Paloma con su tarjeta de embarque con destino a Madrid.

Más información
Los dos fontaneros que han inventado un sistema que ahorra el 40% del agua que consume un hogar
La casa natal de Velázquez ya tiene dueño
El lamento en el Senado de un huérfano de la violencia machista: “Me siento abandonado”

Los pasajeros que se encontraron con aquella situación, debieron de dudar: ¿Es esto una broma televisiva? ¿Dónde están las cámaras? El agente encargado del escáner estaba centrado en su teléfono móvil y pasando de la pantalla; el que se coloca después de él para revisar las maletas cuando las imágenes se vuelven poco claras o son decididamente sospechosas, estaba tumbado en su silla, estirado y con los brazos por detrás de la cabeza, o haciendo bromas como que atizaba patadas a una pasajera; y el tercero del equipo de guardia aquel 13 de diciembre, charlando de forma animada con los pasajeros que le daban conversación. Pero no era ninguna broma.

El expediente fue abierto a raíz de la denuncia de una pasajera a la que, según dijo, le había sido sustraída en el filtro una considerable cantidad de dinero. Al recuperar las imágenes tomadas por las cámaras de seguridad, la Guardia Civil se encontró con el guion para un gag de José Mota: tres agentes que pasaban de todo.

La sentencia, firme, describe como el primero de los agentes, el que ha resultado sancionado “se dedicó durante 12 minutos y 14 segundos a manipular y dirigir su atención al teléfono móvil que ocultaba parcialmente con la carcasa del monitor del aparato de rayos x, sin prestar ninguna atención a la pantalla”.

El Supremo confirma que el segundo de los agentes “estuvo, durante 45 minutos, conversando con diferentes personas que se acercaban a su puesto, pasando pasajeros y equipajes sin ningún control”, manipulando también su teléfono “y durante algo menos de un minuto, mantuvo, en presencia de ciudadanos, una actitud consistente en estar recostado en la silla con las manos cruzadas por detrás de la nuca”. Es ese lapso de 45 minutos pasaron 23 viajeros y 55 bultos “sin que se les efectuase ningún control”. Además de despistado, este poli era bromista. El fallo describe cómo “cuando estaba de pie, cerca del arco detector de metales”, hizo ademán de darle una patada en el culo a una pasajera que “espaldas a él y un poco inclinada hacia adelante” recogía su equipaje. El tercero del equipo no se quedaba atrás. Según la sentencia “estuvo durante esos 45 minutos pasando pasajeros y equipajes sin control”.

Ahora son empresas privadas de seguridad las que están al cargo de los filtros aeroportuarios, mientras la Guardia Civil efectúa otros trabajos de supervisión. El nivel de seguridad que había cuando se produjeron los hechos tenía relación con los ataques de terroristas radicales islámicos en diferentes puntos de Europa. De hecho, unas semanas después se produjeron los ataques contra la estación de policía de Tours, y en las ciudades de Nantes y Dijon, con el resultado de una persona muerta a raíz de los atropellos y más de 25 heridos.

Síguenos en Twitter y en Flipboard

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_