“Si regreso a Turquía, me detienen en el aeropuerto y me torturan”
El primer ciudadano turco que ha recibido asilo político en España cuenta las peripecias para huir de su país
Dos semanas después del frustrado golpe de Estado de julio de 2016, una llamada telefónica a las cinco de la mañana interrumpió bruscamente las vacaciones de Mustafá Yilmaz. Era un vecino que le avisaba de que 20 policías estaban registrando su casa de Estambul. Ignoraba el motivo, pero podía adivinarlo. “Se había desatado una caza de brujas contra los simpatizantes del [imán] Fethullah Gülen, a quien [el presidente turco, Recep Tayyip] Erdogan acusaba de estar detrás del golpe. Parece increible, pero de la noche a la mañana cientos de miles de personas fueron declaradas terroristas”.
Mustafá había trabajado en una editorial de esta cofradía islámica, que en algunos aspectos recuerda al Opus Dei, y no se lo pensó dos veces. No pudiendo viajar a Europa, ya que carecía del visado Schengen, se decidió por América Latina, donde los turcos no necesitan visado. Tres días después, su mujer y sus dos hijos se le unieron en Bogotá.
Mustafá no se llama Mustafá. No quiere dar su verdadero nombre ni mostrar su rostro porque en Turquía siguen sus parientes y amigos y teme represalias. “En mi país encarcelan sin motivo alguno y da igual que sean viejos, bebés, enfermos o amas de casa”.
Lo que es verdadero es el carné de refugiado que recibió en diciembre pasado y muestra como un tesoro. Fue el primer turco que obtuvo asilo político en España. Luego se han sumado dos más, un empresario residente en Madrid y otro en Barcelona, a través del despacho de abogados Cremades-Calvo Sotelo, según adelantó la web The diplomat in Spain.
Mustafá solo vivió tres meses en Bogotá. No se sentía seguro. Empezaron a llegarle noticias de secuestros de compatriotas exiliados en países de Asia o África por parte de los servicios secretos turcos. “A más de 10.000 kilómetros, temíamos que la larga garra de Erdogan pudiera llegar hasta nosotros”.
Decidió refugiarse en Europa y pensó en España porque había estudiado allí en 2005, hablaba el idioma y era un país mediterráneo que le recordaba al suyo.
"Me llamó un vecino de madrugada y me dijo: Hay 20 policías registrando tu casa"
"Quiero pedir asilo', declaré al llegar a Barajas. 'Sean bienvenidos', me respondió el agente"
Pero seguía sin tener visado, así que se lo jugó todo a una carta: compró billetes para Estambul con escala en Madrid. Cuando aterrizó en Barajas se dirigió a los policías y les dijo. “Quiero pedir asilo en España”.
Mustafá recuerda con alivio e infinito agradecimiento la respuesta del agente español: “Sean ustedes bienvenidos”, les contestó sonriente. A su esposa se le desató el nudo que tenía en el estómago desde que despegaron: “¿Y si no nos aceptan? ¿Y si nos mandan a Turquía? ¿No era mejor quedarnos en Bogotá?”. Era un mar de dudas. Como él. Aunque no lo exteriorizara.
Tras casi una semana en Barajas, donde les atendieron miembros de Cruz Roja para los que solo tiene palabras de elogio, llegó la buena noticia: España aceptaba tramitar su solicitud. Mientras, quedaba libre.
Durante los 10 meses que ha durado su expediente, funcionarios de Interior han interrogado en dos ocasiones a Mustafá. Les contó cada detalle de su vida y le preguntaron una y otra vez por Fethullah. Él no niega su simpatía con las ideas del clérigo, cuyos libros leyó a los 15 años y al que escuchó una vez en EE UU. Lo que rechaza es ser un golpista o un terrorista.
“No tenía ninguna duda de que me darían el asilo, poque España es un país europeo, un Estado de Derecho, y todo el mundo sabe lo que está pasando en Turquía”, afirma seguro de sí.
Según el último informe de Amnistía Internacional, unas 50.000 personas están en prisión preventiva en Turquía y más de 100.000 han sido despedidas. Entre ellos, jueces, fiscales, militares, periodistas o defensores de los derechos humanos, como los propios responsables de la ONG.
Mustafá está convencido de que pasará una larga temporada en España. “Erdogán no quiere dejar su trono. En Turquía no hay oposición ni prensa libre, por lo que no tengo esperanza de que cambien las cosas”. Si volviera ahora, alega, “sería detenido en el mismo aeropuerto de Estambul, encarcelado y torturado, como muchos que conozco”.
De todo ello se supone que hablará este martes Mariano Rajoy con el primer ministro turco, Binali Yildirim, a quien recibirá en La Moncloa en la primera cumbre bilateral desde 2014.
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