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El caso Alsasua

La novia del teniente agredido: “Me da miedo volver a Alsasua, perdí mi vida, lo perdí todo”

La testigo ha relatado el ambiente de opresión con el que la izquierda abertzale somete a los agentes del instituto armado

Sesión del juicio a los ocho acusados de agredir en Alsasua a dos guardias civiles y sus parejas.Foto: atlas | Vídeo: POOL | ATLAS
Fernando J. Pérez

María José, la novia del teniente de la Guardia Civil que se llevó la peor parte de la agresión multitudinaria en el bar Koxka de Alsasua el 15 de marzo de 2016, ha relatado este martes en la Audiencia Nacional el ambiente de opresión y vacío social a que la izquierda abertzale somete a los agentes del instituto armado, y a sus familias y allegados en la localidad navarra. Tras el ataque y la posterior denuncia, la joven ha “tenido que abandonar” el pueblo en el que vivía desde los tres años y donde sus padres, que regentan un bar, siguen viviendo “un infierno”, según ha manifestado. “Me da miedo volver a Alsasua, no he vuelto desde aquel día, perdí mi vida, mi hogar, todo. Lo perdí todo”, ha asegurado María José a preguntas del fiscal José Perals, que reclama penas de entre 12 y 62 años de prisión para los ocho acusados por delitos de lesiones y amenazas con carácter terrorista.

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La joven, de 21 años, ha identificado sin dudar y “al 100%” a los siete hombres que ocupan el banquillo de los acusados como los autores materiales de la paliza, en la que su novio sufrió la fractura de un tobillo y diversas contusiones. En el ataque fueron también víctimas la propia María José, un sargento de la Guardia Civil recién llegado a Alsasua y la pareja de este. “Hay personas que participaron en la agresión a las que no he acusado porque no estoy 100% segura de que estuvieran allí ese día. De hecho, estoy seguro al 90% que varios testigos de la defensa que van a venir a declarar estuvieron”, ha afirmado.

La testigo ha ratificado el supuesto papel protagonista en el ataque de Jokin Unamuno, a quien la investigación vincula con Alde Hemendik y Ospa, movimientos de la izquierda abertzale para lograr la expulsión de la Guardia Civil y la Policía Nacional del País Vasco y Navarra. Este, según ha dicho, entró en el bar Koxka dispuesto a enfrentarse con los guardias, que estaban fuera de servicio. “Si no hubiese iniciado o alentado la agresión no estaríamos aquí, nos agredió tanto dentro como fuera del bar”, ha afirmado.

María José ha dado detalles de los agarrones, puñetazos, empujones y patadas que recibió el grupo. “Recuerdo el odio y la saña con la que daban a Óscar [el teniente] en la cabeza. Protegí a Óscar más que a mí misma, porque si no Óscar hubiese tenido secuelas mucho más graves”, ha dicho. “Nadie salió en nuestro auxilio, nadie trató de frenar el ataque o de llamar a la policía o la ambulancia. La gente lo alentaba y aplaudía. Temí por mi integridad y sobre todo por la vida de Óscar”, ha añadido.

Sin embargo, al margen de los detalles del ataque, la declaración de la testigo María José ha sido rica en pinceladas sobre el ambiente de rechazo a la Guardia Civil que se vive en Alsasua, un municipio de 7.000 habitantes con una notable implantación de la izquierda abertzale y en el que todo el mundo se conoce, aunque solo sea de vista. La joven, que antes no había tenido contacto con guardias civiles, comenzó a salir con el teniente Óscar en marzo de 2016. “Yo sé dónde vivo, sé que iba a tener represalias, pero al final no puedes dejar que te impongan lo que puedes hacer o no, aunque mucha gente me retira el saludo”, ha dicho. Sin embargo, este ambiente pesaba. Según ha relatado, en septiembre de 2016, en una feria de la cerveza, María José estaba con sus amigos. “Una persona se me acercó y me preguntó si salía con un madero, y lo negué por miedo, me sentí intimidada”, ha reconocido.

Tras la agresión que supuestamente realizaron sus vecinos, María José perdió a todo su círculo social en Alsasua. “Todo el mundo se alejó de mí por miedo, me hicieron la vida imposible”, ha afirmado. “A día de hoy me da miedo volver a Alsasua, no he podido pasear a mi perra sola, y tardé siete meses a volver al bar de mis padres, que era mi hogar”.

Uno de los momentos en los que la joven ha perdido la entereza ha sido al acordarse de sus progenitores. “Su vida comienza a ser un infierno, con pancartas frente a casa, en el portal, se nos raja el coche, se nos destroza la máquina de bolas del bar, pancartas día sí día no… Lo que más se me ha quedado clavado es una pancarta que pegaron grande al lado de mi casa y que ponía “Herriak ez du barkatuko” [“El pueblo no perdonará”, en euskera].

María José ha detallado las secuelas psicológicas que le ha dejado la agresión y por las que está recibiendo tratamiento. “Llegué a un punto de mi vida en el que no veía salida, me veía sola, se destrozó mi vida por completo, me vi humillada y traicionada, y llegué al límite de no ver salida y pensar en quitarme de en medio, era la única forma que yo pensaba que esto iba a parar y dejar el sufrimiento”, ha dicho.

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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