Podemos vuelve a la calle
El partido de Iglesias trata de postularse como el interlocutor preferente de los colectivos sociales en la “primavera de movilizaciones” que anticipó hace un mes
Podemos invocó a “toda la ciudadanía” a una “primavera de movilizaciones” el pasado 26 de febrero. Ningún otro de los grandes partidos vio venir la trascendencia de las multitudinarias manifestaciones feministas del 8 de marzo que precedieron a las de los jubilados por la subida de las pensiones un 0,25%. “Las movilizaciones han servido para que Mariano Rajoy dé la cara”, las pone en valor Pablo Iglesias, secretario general de Podemos. “Están acostumbrados a ver este tipo de movimientos, son gente que viene mucho más del activismo que la gente del resto de partidos. Por eso lo supieron anticipar”, expone Jorge Galindo, sociólogo y doctorando en la Universidad de Ginebra.
Los dos próximos meses están previstas movilizaciones en defensa de la sanidad pública, contra la precariedad o marchas por la renta básica como la que este fin de semana llegó a Madrid. La dirección de Podemos subraya que su rol es de acompañantes de los colectivos sociales y no de impulsores del malestar con el Gobierno.
Guiños a los más mayores
El electorado de más edad, el menos proclive a Podemos, se ha convertido en las últimas semanas en uno de los destinatarios centrales de sus mensajes. “Esa generación que defiende las pensiones fue la que nos trajo la democracia”, declaró Iglesias antes de las movilizaciones de jubilados de mediados de marzo.
El secretario general de Podemos aseveró en el último consejo ciudadano, principal órgano del partido, que "la amenaza a la seguridad" de los españoles "no es Cataluña" sino las "políticas antisociales" del Gobierno.
“El movimiento feminista no necesita ninguna labor de tutela, hay que reconocerle la iniciativa y capacidad que ha tenido y poner a su servicio las herramientas que tenemos”, ha puesto como ejemplo Irene Montero, portavoz de Unidos Podemos en el Congreso. “Los políticos tenemos que tener un papel secundario en las movilizaciones, los movimientos sociales son autónomos”, dice Iglesias.
El llamamiento a “dar la batalla en la calle”, del que se cumple un mes, tiene como objetivo, aparte de posicionarse como el interlocutor preferente de los colectivos sociales, colocar en el centro del debate público el desigual reparto de la recuperación económica. Para David Luque, sociólogo del Trabajo en la Universidad de Oviedo, “ya estamos en un ciclo preelectoral y aquí entra la estrategia de movilizar el descontento de unos ciudadanos molestos porque el discurso triunfalista del Gobierno no lo ven en sus casas”.
Es en este escenario donde Podemos se siente cómodo, a diferencia de la crisis en Cataluña. “La función de Podemos tiene que ser apoyar las movilizaciones y hacer propuestas de políticas públicas para que lo que plantean en la calle se convierta en trabajo institucional”, resume su secretario de Organización, Pablo Echenique.
Abanderar la agenda social en detrimento del PSOE también contribuiría, creen en la dirección de Podemos, a mitigar el recelo provocado por las contradicciones en el discurso de la formación y sus aliados los comunes en el conflicto catalán a poco más de un año para las elecciones autonómicas y municipales. El último ejemplo se produjo este fin de semana con las muestras de solidaridad con los dirigentes independentistas procesados y en prisión.
El impacto de la estrategia seguida en Cataluña es la principal preocupación de los líderes territoriales de Podemos en otras comunidades autónomas, mucho más que la fórmula de las coaliciones electorales con sus socios. En todas salvo Cataluña, País Vasco y Galicia habrá comicios a sus respectivos Parlamentos.
La dirección de Podemos se afana en evitar en lo posible una cuestión tan sensible como la crisis territorial. También ha aparcado en su relato la necesidad de una reforma constituyente, que las diferencias entre partidos hacen inviable y se percibe como un problema abstracto, alejado de los problemas corrientes. De ahí su compromiso para “hacer todo lo posible” para que la presión de sindicatos y colectivos sociales sea un éxito y contribuya al debilitamiento del Ejecutivo de Rajoy.
“Para nada es un movimiento articulado desde arriba por Podemos, sino que hay entornos que se solapan y por tanto hay informaciones que viajan mejor desde ciertas instancias de movimientos sociales o activismo de calle hacia Podemos que hacia otros partidos y viceversa”, manifiesta Galindo. “Podemos no se puede arrogar el éxito del 8-M ni de las pensiones aunque ha sabido predecir la carga de las últimas manifestaciones”, opina un dirigente del PSOE. Como tantos en su partido, piensa que Podemos surgió con la crisis y desaparecerá sin ella.
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