“El populismo es a la política lo que la fiebre a la vida”
Los expertos reunidos por el Centro Cívico de Opinión subrayan que su éxito no hay que medirlo por los resultados electorales sino en su influencia en el debate político
"El populismo no es exactamente una enfermedad, es un síntoma. Es a la política lo que la fiebre a la vida: si no existiera la fiebre no sabríamos que algo va mal en el cuerpo", sostiene José Luis Villacañas, catedrático de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid. Y si goza de tan buena salud es por la crisis de las democracias liberales. Su éxito no hay que medirlo por los resultados electorales de los partidos llamados populistas sino en cómo estos actores están reorganizando el debate político. Estas son las conclusiones principales del debate Populismo: economía y política. Qué, por qué y para qué que ha organizado este lunes el Círculo Cívico de Opinión ante la respuesta que estos movimientos dan a la desafección ciudadana por la crisis económica, el descrédito institucional y la desigualdad rampante.
“Hay un problema en nuestro sistema representativo que o lo resolvemos pronto o vamos a tener graves dificultades”, ha señalado Fernando Vallespín. El catedrático de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid ha incidido en que hay algo “innegable” en el discurso populista frente a un neoliberalismo "que cada vez tiene mayor incidencia": "Cuando el populismo dice que el pueblo ha sido despojado de su soberanía, es que tiene razón”, ha aseverado poniendo como ejemplo el millar de aviones privados que han confluido en la última edición de Davos.
Para Benigno Pendás, director del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, el populismo en lo que él denomina "democracias inquietas" es la forma actual de referirse a la demagogia. "Si el centro derecha y el centro izquierda no son capaces de ofrecer propuestas atractivas y soluciones eficaces estaremos en una tierra de nadie donde el más audaz tendrá la posibilidad de llegar muy lejos y desestabilizar", ha advertido Pendás, "sociedades que parecían perfectamente construidas" gracias al Estado de Bienestar y las clases medias.
Máriam Martínez-Bascuñán, doctora de Ciencia Política de la Autónoma, subraya que los "terremotos electorales" que se están produciendo en Occidente son una "reacción gigantesca" que se remonta a 1960: desde ese año el porcentaje de voto a partidos populistas se ha duplicado. Su implantación no sabe de fronteras y ha tenido tanta implantación que "ha reconfigurado el espacio ideológico y también ha impactado sobre el sistema de partidos".
“Antes de la crisis ya había populismo, aquí lo que hay una interpelación a la clase política tradicional”, ha intervenido Eduardo Bandrés. El catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Zaragoza ha destacado cómo la desigualdad, que ya estaba presente desde los años ochenta, se ha visto agravada por la Gran Recesión y las políticas de austeridad. “La desigualdad generada se entiende que no es aceptable. Una parte de ella se percibe cronificada por el origen familiar, etc., y eso añade más leña al fuego de la deslegitimación”, ha observado.
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