El Chicle, un correo de los narcos expulsado por traidor
El autor de la muerte de Diana Quer se convirtió en la oveja negra del clan de Os Fanchos cuando reveló que su tío le había metido dos paquetes de coca en el coche
La orden en clave a través de los móviles pinchados, aquel 7 de agosto de 2007, era servir "dos metros de arena" para una obra en Ourense, pero lo que los agentes se toparon en el Fiat Bravo de José Enrique Abuín Gey, alias El Chicle, Chiquilín o El Chiqui, autor confeso de la muerte de Diana Quer, fueron dos paquetes de coca. Había estallado la Operación Piñata, cuyos resultados en cantidad y pureza de la droga fueron inmensamente mayores de lo que auguraban los investigadores. Abuín Gey, el fitipaldi de la familia (que en 2010 y 2011 fue detenido por conducir sin carné), amigo de la velocidad y más despierto al volante que en la oscura diplomacia del negocio de la fariña, apenas tardó en cantar. Delató a su tío Rafael Rivas como cabecilla del grupo de Os Fanchos y cayó inmediatamente en desgracia. Fue apartado por chivato, por no respetar ni con sus parientes maternos el silencio que exigen los clanes como norma más sagrada de su ética. "Hay un código de conducta sin el que los clanes de la ría no funcionan", explica una persona vinculada a históricas investigaciones en Arousa. "El que traiciona a la familia y la vende para obtener beneficios cuando se avecina un juicio queda marcado para siempre".
Con el tiempo, El Chicle se hizo deportista, se apuntó a un club de Moraña (Pontevedra) y se tomó muy a pecho su afición al atletismo, aunque desde hace medio año no corría tanto por culpa de una lesión y una operación en el hombro derecho. Después de algunos empleos efímeros, últimamente buscaba liquidez económica en el marisqueo furtivo y en los hurtos de gasoil y mercancías en las zonas portuarias. Su carrera en el mundo de la droga ya había quedado atrás por su traición al clan familiar de Os Fanchos, originario de la zona limítrofe entre los municipios coruñeses de Boiro y A Pobra do Caramiñal, la localidad de la que faltó Diana Quer en la madrugada del 22 de agosto de 2016. Aunque antes de todo esto tuvo tiempo de verse involucrado con otros Fanchos en al menos un par de juicios: el de la Piñata, por delitos contra la salud pública, y otro por lesiones a un hombre, con bate de béisbol y estilete, a las puertas de una discoteca, de la que El Chicle acabó saliendo absuelto.
El hombre que cuando se supo sospechoso de la desaparición de Diana Quer aleccionó a su esposa y dos cuñados, para que construyeran su coartada contando que aquella noche se la habían pasado robando combustible, no se lo pensó dos veces a la hora de cantar contra su familia. Reveló que su tío era el que le había ordenado el transporte de la droga en su Fiat y también el almacenaje de otros 17 paquetes y dos bolsas en la casa de sus padres, esa vivienda familiar del lugar de Asados (Rianxo) donde él se crió y que solo se encontraba a 200 metros de la nave con pozo donde nueve años después se desembarazó del cuerpo de Quer tras su muerte.
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El registro de la casa de sus padres el 8 de agosto de 2007 sacó a la luz más de 19 kilos de cocaína de en torno a un 80% de pureza, pero en principio se declaró nulo porque El Chicle, detenido desde un día antes cuando se hallaron las dos tabletas (algo más de kilo y medio) en su coche, no estaba presente. En el juicio en la Audiencia Provincial de A Coruña, en el año 2015, José Enrique Abuín habló y dio todo lujo de detalles mientras otros investigados en la causa se acogieron a su derecho a no declarar. Llegó a decir que él no sabía lo que le había dado a guardar su pariente materno, pero fue condenado. A pesar del enorme volumen de droga localizada, que se valoró en 757.000 euros, por las dilaciones indebidas El Chicle solo fue condenado a pagar 300.000 euros y a dos años y seis meses de cárcel de los que, de momento, únicamente cumplió una pequeña parte. Su abogado recurrió el fallo al considerar que se había vulnerado su presunción de inocencia y en mayo de 2017 el Supremo desestimó el recurso. La sentencia, hoy, aún se encuentra en fase de ejecución.
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