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CRÓNICAS CAVERNÍCOLAS (I)
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Siete fieras para un bestiario electoral

El ganador puede perder y el perdedor puede ganar en una campaña agresiva y polarizada

Debate electoral para el 21-D.
Debate electoral para el 21-D.Massimiliano Minocri

Siete candidatos se disputan las elecciones el 21 de diciembre, pero podría ocurrir que el ganador (a) fuera el perdedor (a) y que hasta terminara coronándose en el trono de la Generalitat el quinto clasificado. Son las paradojas de una recta final polarizada que deja en posición de comparsa a las CUP y al PP. Y que expone una familia de“animales políticos” en feroz antagonismo. 

JAUME SELLART (EFE)

CARLES PUIGDEMONT (JUNTS PER CATALUNYA)

Se ha resentido la dimensión épica del ex presidente al retirársele la euroorden. Ya no es un prófugo ni un exiliado. Es un turista. En teoría aspira a la presidencia que ya desempeñó gracias a una carambola de billar,  pero la represalia de la justicia y la propia cobardía apuntan al destierro eterno. Una condena ejemplar, insoportable, para quien dice sentirse independentista de sangre y de raza. Y una razón, acaso, para hacerse llegar al éxodo de Bruselas la tierra de labranza de Girona, como hacía Drácula en sacas de arpillera en su viaje de Transilvania a Londres, conjurando así el dolor del exilio. Vampiros son ambos, en cierto sentido. Puigdemont, por ejemplo, ha vampirizado la democracia, la ha desnutrido con sus colmillos de superviviente, pero también ha logrado inocular en su grey un estado de secuestro sentimental y de amnesia que le permite sobrevivir como un héroe a la indecorosa “espantá” del 30 de octubre. Puigdemont declaraba la república un viernes y huía de ella el lunes. Y encontraba acomodo en unos bosques de otoño eterno donde acostumbra a conceder entrevistas y pasear, con los dedos cruzados, su disfraz de mártir, a semejanza de un espectro de la santa compaña.

MANU FERNÁNDEZ (AP)

MARTA ROVIRA (ERC)

Es la cabeza de Esquerra Republicana en la melé del 21D, pero puede perderla si la decapita su benefactor, pues no está claro si monseñor Junqueras ha abierto la cuestión sucesoria o ha urdido un enroque gracias al cual podría desempeñar la presidencia de la Generalitat en la prisión de Estremera. Quedaría así probado el cinismo vaticano y el bizantinismo estratégico del pater Oriol, aunque él mismo ha ungido a Rovira como remedio al heteropatriarcado esquérrico y como alegoría de la pureza: “la” Marta viene del campo, procede de una Cataluña incontaminada, se la imagina uno liderando por la Diagonal una columna de tractores, aunque ha incorporado a su aspecto preconciliar  el dogma urbanita del gafapastismo. Quizá para enfatizar las lágrimas, pues acostumbra a derramarlas la candidata de ERC cada vez que sobreviene un contratiempo a la ruta laberíntica del procés. Detuvo su llanto de plañidera el trance en que Puigdemont estuvo a punto de convocar las elecciones, aunque el pasaje melodramático de la consternación se precipitó cuando aludió al baño de sangre: los indepes acataban la Constitución, se plegaban al 155 y competían en el 21D porque el Estado opresor tenía previsto amontonar cadáveres en las calles. El farol parece haber convencido a la feligresía de ERC y jalona el holograma de la independencia como la sombra del mago de Oz.

Enric Fontcuberta (EFE)

INÉS ARRIMADAS (CIUDADANOS)

¿Por qué no te vuelves a Cádiz? He aquí la sugerencia que Nuria de Gispert, ex presidenta de la Cámara catalana, hizo a Inés Arrimadas cuando la lideresa de Cs declaró que Cataluña no podía permitirse otros cuatro años de procés. Reflejaban las interrogaciones la hostilidad a la extranjera. Y Cádiz adquiría, o parecía hacerlo, la simbología de una tierra remota y exótica, aunque Inés Arrimadas, hija de padres castellanos, nació exactamente en Jerez de la Frontera. Suficiente para imaginarla a lomos de un caballo cartujano. Y de retratarla como una contrafigura del orgullo indígena vestida de faralaes. No habría que escandalizarse. Montilla fue president “pese” a haber nacido en la Córdoba romana y mora, aunque es cierto que el líder socialista ejerció de hooligan converso mucho más de cuanto lo hace Arrimadas en el mascarón de proa del galeón naranja. Es ella una encarnación maléfica y enciclopédica de la idiosincrasia maldita que habita la otra orilla: urbanita, capitalista, cosmopolita, pija, europeista y hasta liberal. Un engrudo españolista. Y la marca blanca del PP, más por la tez que por la ideología. Decidió militar en Cs cuando una amiga la llevó a un mitin de Rivera, en la Epifanía de la verdad revelada. Y ahora es Albert Rivera quien necesita a Arrimadas para edulcorar su imagen de delfín de Aznar en este gran circo de fieras.

Andreu Dalmau (EFE)

MIQUEL ICETA (PSC)

Bajito, gordito, calvito y gay. Más que un retrato de Miquel Iceta, es un autorretrato de Miquel Iceta. Lo dibujó él mismo “chez” Bertín Osborne exagerando los diminutivos como premonición inversa del gran sustantivo al que aspira: president de la Generalitat con las siglas del PSC. Miquel Iceta es el epígono catalán de François Hollande. Por aspecto. Por ideología. Y por el carisma del hombre sin carisma, aunque el ex jefe de Estado francés nunca llegó al extremo de bailar Don’t stop my now en un mitin. Así logró, en cambio, Iceta convertirse hace dos años en un actor de la política nacional. El señor cualquiera arrasaba en El hormiguero. Y corría el riesgo de terminar secuestrado por el personaje que había engendrado, desdibujando incluso el constante y perseverante camino hacia la cima: Iceta fue “azafato” del PSC, alcanzó el rango de sobrecargo y es ahora el comandante en jefe de la aeronave socialista con su fama de pactisita. Y hace bien en pactar, pero no con el diablo, pues impresiona el oportunismo mefistofélico con que ha reclamado el indulto de los Jordis y otros infractores, acaso para obtener la investidura por el camino del azufre. Felipe González se adherido a su candidatura desde la omnisciencia patriarcal. El problema es que la forma de hacerlo se antoja tan hiperbólica como contradictoria: Hollande, sostenía FG, es el Messi de la política catalana... pero debería mirar más a puerta. Messi... sin gol es como el puño sin... la rosa.

ALEJANDRO GARCÍA (EFE)

XAVIER DOMÈNECH (CATALUNYA EN COMÚ)

Pablo Iglesias ha tenido que exagerar la trama de Borgen para concluir que el candidato más adecuado a la Generalitat de Cataluña corresponde... al quinto clasificado. Es el lugar que las encuestas otorgan a Xavier Domènech, cuyo principal defecto radica probablemente en su mejor virtud: un candidato que no incita ni odios ni pasiones. No está claro tampoco si es independentista o si no lo es, de tal forma que su ambigüedad es la definición de su indefinición. Tanto en el plano teórico -marxista heterodoxo- como en la versatilidad de la bisagra. Tiene la llave de la gobernabilidad, el fiel de la balanza.Y aspira a utilizarla... para sí mismo, un president efímero, un papa más breve que Juan Pablo I, cuya misión única consistiría en convocar elecciones otra vez para despojar Cataluña de la maldición cabalísitica (155). Domènech es el clásico candidato que le gusta a todo el mundo y al que nadie vota, más todavía en estos tiempos de polarización y de ardores militares. Y Domènech es un sentimental. Besó los labios de Iglesias emulando la promiscuidad de Breznev y Honecker. Y lloró como un extra de Titanic cuando fueron conducidos los Jordis a la cárcel, aunque el aspecto más inquietante de su trayectoria consiste las horas que ha dedicado al estudio de Margaret Thatcher, como si fuera un exorcista de biblioteca. No estando muy claro dónde se encuentra el líder de los Comunes  -no lo sabe ni él mismo-, es más fácil entender que aspire a conquistar el voto de un millón... de indecisos.

ALBERT GEA (REUTERS)

XAVIER GARCÍA ALBIOL (PP)

Xavier García Albiol es madrileño y no lo sabe. Teóricamente nació en Badalona hace medio siglo, pero desmienten su partida de nacimiento los ademanes chuletas y las expresiones cañí con que se desenvuelve a semejanza de un perdonavidas del foro. Parece el candidato del PP a la Generalitat un donante de testosterona, y se diría que concurre en beneficio de los demás partidos. Un antagonista perfecto, un estibador del españolismo que intimida con la palabra y con el físico de ala-pivot del Joventut. Jugó en el club baladonés. Y mide 2,01, muchos más centímetros del 1,83 de aprobación con que la última encuesta del CIS le ubica en última posición de los líderes que concurren a los comicios del 21D. No resulta sencillo dar la cara por el diablo de Rajoy en Cataluña. Es más, la campaña de Albiol se dirige paradójica y realmente hacia fuera de Cataluña, sobrellevando con resignación las palmadas de los pensionistas y el predicado de su partido: lo será todo, pero popular no pude decirse que lo sea mucho el PP. Menos aún cuando Albiol ha escogido como epílogo de sus mítines una fórmula selectiva o restrictiva: “A por ellos”. Tan oculto es el voto de Albiol que corre el riesgo de no aparecer ni entre sus más allegados familiares.

JUAN CARLOS CÁRDENAS (EFE)

CARLES RIERA (CUP)

Las CUP aglutinan los votantes de mayor renta per capita de Cataluña . Una paradoja “gauche caviar” que discrimina la forma de vivir de la forma de votar, aunque es verdad que la formación estalinista-revolucionaria de Anna Gabriel corre el riesgo de degradarse al prosaísmo de una moda pasajera. Para impedirlo o para lo contrario, las CUP han escogido un candidato desconocido fuera de Cataluña y casi desconocido en la propia Cataluña. Carles Riera es un señor mayorzón (57 años) en un partido hormonal, borrokero y adolescente. No le falta trabajo ni como psicoterapeuta ni como sociólogo, toda vez que el procés se ha convertido en un gran psicodrama, pero en este ajetreo activista parece incluso Riera una figura de museo, no tanto por su apariencia de cantautor trasnochado -barba sesentayochista, jersey de cuello alto, puño arriba- como por el radio de acción de sus fobias: antimitilitarista, antinuclear, antiespañol, antieuropeísta y hasta antipacifista. Debe resultarle frustrante disputarle la última plaza a García Albiol en la zona de superviviencia de la tabla. Y tendrá la tentación de pintarlo de rosa, como hizo con una fragata de la VI flota estadounidense en gesto de rebelión al imperio. América no se ha recuperado de aquella afrenta.

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