Podemos y comunes pierden votos en favor de todos los partidos salvo el PP
Las contradicciones en el discurso y la ambigüedad de Colau justifican según los sondeos la volatilidad de su electorado
La elevada fuga de votos tanto a los partidos independentistas como a los constitucionalistas reflejada en el último CIS ha avivado el temor en Podemos de que su coalición con Catalunya En Comú empeore los resultados de 2015. La preocupación a falta de dos semanas para el 21-D es obtener menos de los 11 escaños de hace dos años, ya que entonces no contaban con el teórico valor añadido de los comunes de Ada Colau. Las contradicciones en el discurso y la ambigüedad de la alcaldesa de Barcelona en la crisis catalana justifican la volatilidad de su electorado.
Los frentes se multiplican en todas las direcciones para Pablo Iglesias y sus aliados catalanes. Salvo el PP, el resto de partidos atrae a más de un 40% de los votantes de Catalunya Sí que es pot (CSQP), formada por Podem, Iniciativa y Esquerra Unida, en 2015. El CIS les otorga nueve escaños frente a los 11 del 27-S (11 en Barcelona, uno en Tarragona y otro en Girona). La intención de voto es del 8,6%, tres décimas por debajo de hace dos años. Pero con un matiz importante: esta vez marcan la pauta en la coalición los comunes de Ada Colau, que, según el CIS, estarían lejos de disputar la victoria. La portavoz de Unidos Podemos en el Congreso, Irene Montero, rechazó valorar los sondeos. Las encuestas les auguran un declive pero Xavier Domènech, cabeza de lista, le dio la vuelta al calcetín y subrayó en el mitin de arranque de campaña que tendrán la “llave de la gobernabilidad” y serán decisivos.
La llave y la serie Borgen
Xavier Domènech, candidato de Catalunya en Comú-Podem, exhibió en el mitin de arranque de campaña, en L'Hospitalet, una llave para simbolizar que pueden tener la clave de la gobernabilidad y ser decisivos en el Parlament. Los comunes, que hace un año proyectaban desplazar al PDeCAT como fuerza hegemónica, han asumido ese rol hasta el punto de que el candidato publica cada día un diario de campaña jugando con Borgen, la serie danesa de ficción política en la que Birgitte Nyborg, la líder de los moderados, el partido bisagra, acaba convertida en primera ministra. "En la serie los dos grandes partidos son incapaces de ponerse de acuerdo hasta que alguien es capaz de superar a los dos bloques ¿Os suena?", reza el arranque de campaña en alusión al bloque independentista y constitucionalista y en el que se identifica a Domènech -así lo hizo también Pablo Iglesias- "candidato Borgen".
“Catalunya En Comú-Podem tiene una de las fidelidades más bajas, su posición central en un contexto de polarización no le ayuda como antes le pasó a ICV y CSQP. La polarización ahora es mayor”, explica Pablo Simón. El profesor de la Universidad Carlos III sostiene que a la coalición de Iglesias y Colau le penaliza que “no ha tenido una posición unívoca” en el procés. Pone como ejemplo que “llamaron a la participación en cuanto movilización” el 1 de octubre “pero luego se desentendieron y optaron por el discurso contrario a la DUI y al 155”. “Su problema es que hace frontera en todos lados. Por eso les cuesta mucho mantener su base”, refiere Berta Barbet, politóloga y editora de Politikon.
Los comunes agrupan en su partido a federalistas, confederalistas e independentistas —los menos— y en este pulso extremo se resienten. El independentismo les acusa de falsa equidistancia y los constitucionalistas de ser ambiguos. Según el CIS, el 15,6% de quienes votaron a Sí que es Pot —un grupo volcánico— se decantaría ahora por alguna lista independentista. Así, el 8,6% optaría por ERC; el 3,7% lo haría por Junts per Catalunya y un 3,3% por la CUP. No obstante, su principal vía de agua de Catalunya es el bloque constitucional. Su mayor captador de votos es el PSC. El partido de Miquel Iceta atraería al 21,5% de votantes de CSQP. “Refleja que una parte de quienes les votaron en 2015 y ahora optarían por los llamados partidos unionistas lo hicieron más por las cuestiones sociales”, recalca Simón.
El mordisco de Ciudadanos no es despreciable: el 7,1%. La nota discordante la pone el PP, el único que no sacaría provecho de la coalición y con un electorado menos fiel que los comunes. Y algo peor: el 8,8% de los electores de CSQP no les votaría “nunca”. El miedo a empeorar los registros de CSQP se combate con la esperanza que despierta Domènech, mucho más conocido que en su día Lluis Rabell, independiente que fue cabeza de lista en 2015. Ya lideró a En Comú Podem, primera fuerza en Cataluña en las generales de 2015 y 2016. “Tenemos al único candidato capaz de tender puentes. El resto están situados en bloques que no quieren escuchar y entender a la otra parte”, dijo Montero.
Los comunes quieren romper la política de bloques conscientes de que la polarización extrema —acusan a Ciudadanos de vivir de ella— les mina el terreno. Domènech fulminó los sondeos de forma elegante en el arranque de campaña diciendo que la historia se “puede reescribir”. Según el CIS, es el segundo cabeza de lista más valorado (4,79) solo superado por Oriol Junqueras (ERC), el único que aprueba (5,12).
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