La venganza del párroco de San Xoán de Albeos por la desidia de sus vecinos
El joven cura, de 30 años de edad, dejó hace semanas sus labores en la parroquia pontevedresa como castigo a los feligreses que no pagaban los gastos del cementerio
Los apenas 500 vecinos de la parroquia de San Xoán de Albeos del Ayuntamiento de Crecente (Pontevedra), están indignados con su joven párroco, Luis Manuel González, por los correctivos que está aplicando para poner orden en los bienes de la Iglesia en esta comunidad, como es el caso del cementerio parroquial, que, según el sacerdote, está todo el año patas arriba porque los feligreses no colaboran económicamente en su mantenimiento. El enfado del cura, de 30 años, llegó hasta tal punto que acabó por suspender las misas y marcharse esta semana de la aldea para atender a otras tres parroquias que tiene a su cargo al sentirse desautorizado por la diócesis.
El origen del conflicto entre párroco y vecinos se extiende desde hace meses, poco tiempo después de la llegada del cura a la aldea, cuando este les reprochó el estado de abandono del cementerio donde incluso algunos nichos sin lápida campan a sus anchas. Por activa y por pasiva, el sacerdote ha venido recriminando la situación morosa a los feligreses, sin obtener respuesta, y harto de su actitud, la víspera de Difuntos decidió echar el cierre al camposanto sin previo aviso.
Los feligreses protestaron por ello ante el Obispado de Tui-Vigo por lo que intervino la vicaría general y la pastoral que, sin quitarle la razón al sacerdote, le obligó a reabrir el cementerio el Día de los Difuntos, por lo que, contrariado el párroco, se opuso a que los vecinos se saliesen con la suya y entregó las llaves a sus superiores jerárquicos.
Días después, don Luis Manuel decidió dar un paso más y dejó de oficiar misas, cerrando también la puerta de la iglesia parroquial y de la pequeña capilla de Santa Marta que tiene a su cargo. Luego entregó las llaves en la vicaría. Los feligreses protestaron nuevamente ante la diócesis que tuvo que enviar un sustituto del cura a la parroquia, pero solo para oficiar el culto de los domingos. Por el momento, el Obispado no ha tomado ninguna decisión ante el plante del sacerdote ni tampoco ha revocado su nombramiento como párroco de Albeos.
Fuentes del Obispado han restado trascendencia al caso y han explicado que la actuación del párroco se ciñe “a una reprimenda en su afán por imponer medidas pedagógicas a los feligreses”, aunque matizan que “debería de aplicarlas el resto del año y no el Día de los Difuntos”.
Sin embargo, el sacerdote sigue defendiendo su actuación ante sus superiores. “Él sigue pensando que si cede en este caso los vecinos seguirán en la misma actitud, y cree que si no les da un escarmiento, entonces sería como castigar a un niño sin ir a la playa en los meses de enero y febrero”, argumentó un portavoz de prensa del Obispado.
Mientras tanto, en esta pequeña aldea fronteriza con Portugal y Ourense que atraviesa el río Miño, donde el número de hombres en el padrón de habitantes prácticamente iguala al de mujeres, los vecinos están divididos tras la marcha del párroco. Algunos justifican el enfado del cura con los feligreses morosos, aunque todos están en desacuerdo con el cierre del cementerio el Día de Difuntos y de las dos iglesias.
El alcalde de Crecente (once parroquias y 2.131 habitantes), el popular Julio César García-Luengo, se ha desmarcado del conflicto pese a que algunos vecinos han ido a quejarse del cura para que el consistorio mediase en el conflicto. “Este es un país aconfesional desde 1978 y el Ayuntamiento no tienen que meterse por medio”, comentó el alcalde. “Este asunto es del Obispado y el sacerdote y ellos tienen que resolverlo, nosotros no vamos a entrar en cuestiones de índole religioso, venga quien venga, ni tampoco en los nichos de particulares en un cementerio que gestiona la iglesia”, zanjó el regidor.
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