_
_
_
_

Juncker: “Digo no a cualquier forma de separatismo que añada división a la UE”

El presidente de la Comisión europea pide concentrarse "en lo esencial frente a las nimiedades de los nacionalismos" en un acto en Salamanca

Juncker pronuncia unas palabras, durante el acto en el que ha sido investido doctor honoris causa por la Universidad de Salamanca.Vídeo: Álvaro García | EFE
Javier Casqueiro

"Le digo no a cualquier forma de separatismo que añada división a las estructuras existentes" en la Unión Europea. Fue el colofón que eligió el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, para finalizar este jueves su discurso de casi media hora tras recibir el doctorado honoris causa de la histórica Universidad de Salamanca. No citó la palabra Cataluña en ningún momento, ni se refirió directamente al conflicto con esa autonomía española y que inquieta en toda la Unión Europea. Pero todo el tono de su intervención fue una llamada frente a los peligros y riesgos para el gran proyecto de la UE de los nacionalismos, los populismos y los separatismos con una alerta concreta para los gobiernos y partidos tradicionales a que se concentren en "lo esencial y no se pierdan en nimiedades".

Más información
Últimas noticias sobre la situación en Cataluña
Rajoy confía en mejorar el crecimiento de España tras las elecciones catalanas

El mensaje de Juncker en Salamanca se concentró en dos aspectos: glosar la importancia del proyecto de la Unión europea en su conjunto frente a los que la cuestionan o pretenden dividirla y agasajar con animosas palabras lo esfuerzos de España por integrarse en ese club, permanecer en él frente a las diferentes crisis y aportar la visión de los países del sur a ese sueño. El presidente de la Comisión europea declaró su "amor por España" y su visión de que "la UE estaría incompleta sin España" y engarzó esas ideas con la impronta dejada en sus 800 años de historia por la Universidad de Salamanca, sus intelectuales del siglo de oro (mencionó a Miguel de Unamuno) y los miles de jóvenes de todo el mundo que han pasado por sus aulas.

Juncker rememoró así como en el momento de la adhesión de España y Portugal a la Unión europea algunos países de doctrina ortodoxa del norte de Europa propagaron "estupideces" sobre que ambas naciones no deberían incorporarse a ese club y le pusieron problemas cuando era el responsable de elaborar aquel primer presupuesto de la ampliación de 17 a 19 estados miembros. El veterano dirigente europeo apeló a la necesidad de recordar el pasado y no borrar de la memoria la lucha de los abuelos y padres que sufrieron los campos de concentración en Europa para subrayar que no todos los riesgos están superados.

El presidente de la Comisión mencionó los preceptos de la solidaridad, la paz y el Estado de Derecho para reiterar que la Unión europea "se basa en las reglas del derecho" y para advertir del futuro incierto si algún día se ponen en cuestión esas facultades. Todos esos avisos tenían un destinatario general, los nacionalismos y populismos, y una referencia de actualidad muy concreta: Cataluña. Pero Juncker optó por elevar el tono y no enfangarse en las polémicas más actuales.

"La amenaza de los nacionalismos y su veneno sobre la Unión impiden que trabaje Europa de la manera conjunta para influir en la escena mundial", enfatizó Juncker sobre los riesgos de caer en la trampa de ese deriva. El mandatario europeo destacó su posición firme: "Sí a la Europa de las naciones y de las regiones pero no a la división de las categorías nacionales ya superadas tras la Segunda Guerra Mundial".

Los dos grandes retos que quiso precisar Juncker en su discurso a los que se enfrenta justo ahora la Unión Europea fueron la crisis de los refugiados y la proliferación de separatismos. Sobre el lento y poco ágil funcionamiento de la UE para encarar una salida a la crisis de los refugiados Juncker opinó que es una de las grandes razones que ha provocado tanta desafección en muchos países de la UE y especialmente entre los jóvenes. Pero se guardó mucho de autoinculpar a la Unión de todo: "Las divisiones no tienen razón, la unión es la solución no la causa en este problema".

Fue ahí, en ese punto, cuando Juncker engarzó su receta para afrontar una salida a esos amenazas reclamando una rebelión de resistencia sobre lo esencial: "Debemos concentrarnos ante los grandes problemas y peligros y no en las nimiedades ni interferir en la vida cotidiana de los europeos".

Ante la oleada e irrupción de partidos nacionalistas en varias naciones europeas, el presidente de la Comisión quiso hacer una llamada de atención a los gobiernos y partidos tradicionales: "El populismo va a acabar dándose contra la pared y no puede avanzar".

En el sentimiento que se reservó Juncker para acabar su intervención, de casi media hora en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca y ante el presidente Rajoy, el ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, el titular de Educación y Cultura, Íñigo Méndez de Vigo, y las autoridades locales, regionales y universitarias, intentó inocular algunos signos de optimismo: "Aprovechemos lo ya comenzado, tenemos que esculpir ahora las ambiciones para las próximas décadas. No olvidemos nuestra tarea. Tomémonos en serio las críticas".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_