El PSOE se atribuye la victoria sobre Podemos en la oposición al PP
El partido afronta el dilema de mantener a sus votantes y, a la vez, recuperar los perdidos
El PSOE ha dejado de estar obsesionado con Podemos y se atribuye ya, sin más pruebas que el empujón en las encuestas que supuso hace un mes la reelección de Pedro Sánchez como secretario general, el liderazgo definitivo de la izquierda. Sánchez, reacio a comparecer en público, deja que sean sus portavoces los que intenten explicar un discurso, contradictorio en ocasiones, que pretende reclamar a un tiempo la hegemonía ideológica y su papel de oposición útil y con sentido de Estado. El PSOE se enfrenta a un dilema: mantener a sus votantes socialdemócratas y, a la vez, recuperar a los que se le fueron a Podemos.
El “nuevo PSOE” tiene prisa por quemar etapas y el modo más rápido de hacerlo es darlas oficialmente por concluidas. Con todo, la última encuesta del CIS, en mayo, colocaba a Podemos a dos décimas de distancia de los socialistas. La de Metroscopia, elaborada para EL PAÍS a finales de junio, fijaba esa diferencia en apenas un punto. Aun así, Pedro Sánchez y su equipo se han esforzado en anunciar que el peligro ya no existe: “La amenaza del sorpassoestá superada; el PSOE tiene la hegemonía de la izquierda y nuestro trabajo se centra en ensanchar socialmente nuestro proyecto”, aseguraba a este diario el secretario de Organización del partido, José Luis Ábalos.
Los más críticos dentro del PSOE acogen esta afirmación tan rotunda con dosis de escepticismo e ironía. Creen que es más que nada un mensaje para la propia parroquia, algo así como un “misión cumplida”, una llamada a la tranquilidad a los militantes porque ya nadie podrá cuestionar la condición de izquierdas de la dirección. Los convencidos, por su parte, se congratulan de que el PSOE ha vuelto a ser el partido que fue antes de que años de ejercicio del poder y de pragmatismo desvirtuaran, dicen, su naturaleza original.
Elevar la mirada
Conjurada, según la nueva dirección del partido, la amenaza, ¿ahora qué? “Ahora hay que elevar la mirada hacia la sociedad y no posarla en otra fuerza política”, explica Ábalos. Cree Pedro Sánchez, y así se explica desde su entorno más cercano —él no se prodiga en comparecencias públicas para explicar su estrategia, prefiere encuentros privados con la prensa que le permitan emitir mensajes sin dejar constancia—, que cuando la mayoría social del país se convenza de que el PSOE es un partido útil los votos de los moderados vendrán solos. Por eso junto a la autodenominación de “partido de izquierda” que los socialistas han querido resaltar tras su 39º congreso —el de la reelección de Sánchez—, abundan coletillas del tipo “izquierda de Gobierno”, “oposición de Estado” o “fuerza mayoritaria”.
Y en este tira y afloja, que provoca cierta sensación de esquizofrenia, los nuevos portavoces de la formación se esfuerzan en justificar las aparentes contradicciones. No apoyan el tratado comercial de la UE con Canadá, pero defienden el libre comercio y resaltan las bondades de ese país norteamericano como socio estratégico; ofrecen su respaldo al Gobierno de Mariano Rajoy frente al desafío catalán y piden que se aplique la ley, pero a continuación exigen “mesura” a Rajoy, critican su “inmovilismo” y le advierten de que, si no adopta una decisión política, lo harán ellos; busca Sánchez la foto del acercamiento a Pablo Iglesias y promete coordinación con Podemos en la oposición al PP, pero recela en privado de ese partido y rechaza que se les asocie con él.
Más de diez días después del encuentro entre Sánchez e Iglesias, en el que ambos abrieron expectativas de colaboración, esta sigue sin concretarse. El afán del PSOE por marcar su supremacía y dejar sentado ante Podemos que no van a dejarse arrastrar por ellos dificulta esa relación, según reconocen fuentes de la dirección socialista.
No ayuda tampoco la reacción de Podemos a cada iniciativa de los socialistas: estas son acogidas por el partido de Iglesias como una rectificación. “¿Por qué se dice que el PSOE se acerca a Podemos y no al revés?”, preguntó en alto Ábalos tras la reunión de Sánchez con Iglesias, para afirmar a continuación que no van detrás ni del brazo de nadie.
Difícil colaboración
A la espera de que las cúpulas de Podemos y del PSOE encuentren la forma de relacionarse y empezar a trabajar en propuestas concretas con traducción parlamentaria, las distintas áreas de trabajo del PSOE preparan iniciativas en varias direcciones y con los canales abiertos con los sindicatos.
Antes de reunirse con Podemos y Ciudadanos, el secretario general, Pedro Sánchez, inauguró la agenda de su ejecutiva con las cúpulas de UGT y CC OO y en breve se reunirá con los nuevos dirigentes del sindicato que dirigió hasta hace una semana Ignacio Fernández Toxo y ahora encabeza Unai Sordo.
Dicen los teóricos que han acompañado a Sánchez en su segundo viaje para ponerse al frente del PSOE que la crisis ha desplazado el eje ideológico de la clase media, que muchos padres han visto cómo la vida se complicaba para sus hijos y reclaman más medidas de “izquierdas”. Ese sería, según ellos, el nuevo centro. El razonamiento choca con los datos de la última encuesta de Metroscopia para EL PAÍS, que indican que la suma de votantes de izquierdas atraídos ahora por el PSOE se ve contrarrestada por la de votantes de centro que se alejan, en un juego de suma cero.
En todo caso, no se gana voto de izquierdas por proclamarse de izquierdas, ni voto moderado proclamándose moderado. “En todos los años que Felipe González presidió el Gobierno, no le oí ni una vez decir la palabra centro, pero sí le vi llevar a cabo políticas moderadas que gustaron a la mayoría social”, cuenta un estrecho colaborador del expresidente.
Reunión de trabajo con Ciudadanos
Está por ver si la dificultad de relacionarse entre sí que muestran el PSOE y Podemos se reproduce también entre los socialistas y Ciudadanos. La situación es diferente porque la pugna por el electorado de la izquierda no se da con el partido que lidera Albert Rivera, con quien Pedro Sánchez se reunió al día siguiente de su encuentro con Pablo Iglesias. La primera prueba la tendrán esta misma semana, cuando la portavoz del grupo socialista, Margarita Robles, y el secretario general del grupo de Ciudadanos, Miguel Gutiérrez, mantengan su primera reunión.
La duda es si de ese encuentro saldrá una decisión sobre cuándo poner en marcha el grupo de trabajo que anunció Albert Rivera para empezar a debatir sobre un borrador de reforma de la Constitución. Esta fue la principal novedad que aportó el líder de Ciudadanos tras su reunión con Pedro Sánchez. Los socialistas tienen que decidir si su intención de hacer propuestas para Cataluña, como anunció Margarita Robles tras la reunión el pasado jueves de Sánchez con el presidente Mariano Rajoy, la quieren compartir con Ciudadanos. La propuesta esencial del PSOE es la reforma constitucional para establecer una relación mejor de Cataluña con el resto de España, reconociendo expresamente su “singularidad”. Cuando empiecen las conversaciones se verá si Ciudadanos comparte ese criterio.
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