El regusto del veto
Cortar el paso de los periodistas a las fuentes es una manera grave de limitar su trabajo profesional
La información se hace para que el público sepa lo que sucede en ámbitos que son de interés general; entre otros, en los partidos políticos, que marcan la relación de la sociedad con los legisladores.
Gracias a esos periodistas la gente sabe a qué se dedican esas formaciones, cuáles son sus intereses y cómo actúan en su trabajo de representación ciudadana. Vetarles el acceso a lo que deben saber, y que además van a saber otros, priva a los periodistas de sus derechos y a los ciudadanos de la sustancia de una información a la que estos deben tener acceso. Cortarles el paso a las fuentes es una manera grave de limitar su trabajo profesional. Que esto se haga, además, en función de la simpatía o antipatía que a los autores del veto les inspiren unos medios u otros es un grave atentado a la libertad de información. La limitan y la limitan adrede, para que se fastidie el que no está, que de ese modo sabrá menos que su compañero así tan lamentablemente privilegiado.
Esas son reglas generales. Cuando se rompen, se incurre en una arbitrariedad que los periodistas debemos denunciar como un atentado a derechos que de tan conocidos resulta irritante repetir. Podemos decidió este lunes que unos periodistas y no otros deberían asistir a un acto informativo de carácter discreto, pues se trataba de una sesión off the record para que los periodistas conocieran a portavoces nuevos de la formación morada. La razón explícita de ese veto, que comprende también a periodistas de EL PAÍS y de la Ser, ambos del grupo que edita este periódico, es que esos profesionales no forman parte del “espacio de confianza” que quiere crear el partido convocante.
Ese círculo de confianza que busca Podemos deja fuera de lugar a periodistas que conocen muy bien la historia y las opiniones de los que arbitran el veto. El actual Podemos, que nació en Vistalegre II también para vetar a algunos de los suyos, quiere crear círculos de entendimiento, propiciar información del “tú ya me entiendes” para asegurarse la tersura de las noticias que le importen. Impone voces, arbitra presencias, rompe la lógica vieja del periodismo para imponer una manera de ser que ya ha sido ensayada con fortuna triste en otros ámbitos y en otras épocas de difícil recuerdo y de comparación vergonzante.
La piel suave se eriza cada vez que quiere. La información que incomoda es la sustancia de la información. Nada se publica para que agrade al que la protagoniza, sino para interesar al público. Impedir el acceso de un periodista, de un solo periodista, porque no es de la confianza del partido, en este caso Podemos, es materia de sonrojo porque da vergüenza contar hoy que eso está pasando. Es la actitud del que quiere que el uniforme sustituya al paisaje, del que arrasa primero con los propios y luego se dedica a señalar a los infieles. Triste sino el que afrontan las novedades que de este modo tan imperioso como falaz quiere presentar el partido Podemos.
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