Don Diva, la revista en la que hablan los criminales
Un antiguo preso y su mujer fundaron en 1999 una publicación en la que los delincuentes y las bandas callejeras son los protagonistas. A veces incluso escriben los propios encarcelados
Christopher Dudus Coke fue, sin duda, el hombre más poderoso de Jamaica el tiempo que duró su imperio. Como Pablo Escobar, cedió una parte de su fortuna a los más desfavorecidos y, también como el señor de la droga colombiano, propició una especie de guerra civil entre sus sicarios y las autoridades cuando estas intentaron extraditarlo a Estados Unidos. La batalla acabó en 2010 cuando, acorralado, este hijo de narcotraficantes y hermano de tres asesinados por el negocio familiar se entregó. Y, ahora, cumple condena en una prisión de Nueva York. El último padrino de una organización criminal a la que solo en la década de los ochenta se le atribuyen más de mil asesinatos sentía que tenía que contar su historia: qué les llevo a hacer eso, cuáles son las motivaciones de su clan. Podría haber escogido cualquier medio, pero empezó a mandar cartas desde su celda en una prisión federal a una publicación callejera de Nueva York: Don Diva Magazine.
"La razón por la que los prisioneros nos aman es que saben que no vamos a cambiar sus palabras en nuestros reportajes, ni a juzgarles. Los medios tradicionales nunca contactan con ellos para mostrar su parte de la historia", explica la cofundadora de esta revista trimestral, Tiffany Chiles, al otro lado del teléfono. La otra mitad es su marido Kevin. "Todo comenzó hace 20 años. Mi marido estaba entonces preso y, cada vez que iba a visitarle, el resto de internos y sus familiares me contaban que no entendían la ley, ni el sistema judicial. Yo quería educarles. Ese es el origen: una revista para hacer entender a todo el mundo los procesos judiciales".
Cuando el primer número salió a la venta, Kevin estaba en el lugar indicado para ejercer de relaciones públicas. "Mi marido aún estaba en prisión. Así que empezó a hablar a otros internos de ella, les hicimos llegar copias... Y así fue como empezaron a mandarnos cartas y emails para que les ayudáramos a resolver sus dudas". Y también llegaron las primeras suscripciones, uno de los ingresos fundamentales de esta publicación, junto con la publicidad. Actualmente, cuentan con una veintena de reporteros, la mayoría en Nueva York. Pero, también, en lugares como Detroit o Alabama.
En sus páginas no solo hablan los criminales, también hay información práctica. Por ejemplo, sobre enfermedades de transmisión sexual, una sección en la que un despacho de abogados responde a dudas de los presos, historia del crimen, y muchos otros temas que tocan el día a día de las clases más pisoteadas por el sistema. No en vano, la revista se define como la "biblia de la calle". Reportajes sobre cómo se las apañan las madres solteras, recorridos por algunos de los barrios más azotados por la pobreza y delincuencia, muchos contenidos sobre hip hop y rap, las últimas novedades en la legislación sobre drogas... "Le damos a los presos la oportunidad de leer porque son temas que realmente les interesan", apunta Chiles.
¿Apología de la violencia? Su fundadora lo niega: "Los unicos que dicen que promovemos la violencia son aquellos que nunca la han leído y que nos juzgan por la portada. Todo el que la lea verá que los que hablan se arrepienten y aseguran que no valió la pena, así que básicamente es lo contrario". Los Chiles han puesto un especial empeño en todos estos años en poner por escrito todo tipo de historias que, antes de que ellos comenzaran, solo existían en el boca a boca en los barrios.
"Una de las historias que recuerdo especialmente fue sobre el barrio de La Perla, en Puerto Rico, donde hicimos un retrato de sus calles y contamos la violencia que hay en ellas", apunta Chiles. La cofundadora defiende tajantemente que casi siempre hay dos caras de una misma moneda: "Durante dos décadas he entrevistado lo que la sociedad cree que es lo peor de lo peor. He visitado cárceles de máxima seguridad y he estado en el corredor de la muerte. Puedo decir que algunos de estos hombres son verdaderos genios. Son buena gente que cayeron en drogas porque no tuvieron una educación o porque tenían que mantener una familia. Son humanos".
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