La libertad de prensa retrocede en los países democráticos
Las noticias falsas, las presiones y los populismos erosionan el derecho a la información
La libertad de prensa nunca ha estado tan amenazada. La propaganda, las noticias faltas y la censura han dejado de ser algo exclusivo de los regímenes autoritarios y han prendido en el seno de las democracias. La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y la campaña del Brexit en Reino Unido han sido “como una caja de resonancia” para los ataques a los medios mediante discursos tóxicos, alerta la organización Reporteros sin Fronteras (RSF) ante del Día Mundial de la Libertad de Prensa, que se celebra hoy.
Tampoco es esperanzador el informe encargado por el Consejo de Europa, según el cual las presiones ejercidas sobre los periodistas europeos ponen en riesgo la libertad de prensa. De ahí que reivindique la defensa de los profesionales frente a las amenazas que perturban su trabajo: la prevención de la violencia, la protección de los reporteros y la persecución de quienes comenten atentados contra la libertad de prensa, “un bien que merece ser protegido porque todo intento de debilitarla rebaja la calidad de nuestra democracia”, advierte la Asociación de la Prensa de Madrid (APM).
Inmersa en la era de la posverdad y la desinformación, la profesión periodística se ha debilitado en los Estados democráticos. La libertad de prensa es cada vez más frágil. La clasificación mundial de 2017, elaborada por RSF, pone de relieve que los líderes (Países Bajos, Finlandia) bajan y Europa, globalmente, pierde posiciones (su índice retrocede un 3,8%). La lista de RSF establece la posición de 180 países en cuanto a pluralismo e independencia de los medios y mide la seguridad y libertad de los periodistas. En ambos extremos, Noruega y Corea del Norte.
Noruega, que no pertenece a la UE, ha desplazado a Finlandia de lo alto del podio, un lugar de privilegio que ocupaba desde hace seis años. Ha caído a la tercera plaza por las presiones políticas a los informadores y los conflictos de interés, lo que RSF interpreta como “un duro golpe para el modelo europeo”. El segundo puesto es para Suecia, que asciende seis escalones.
“A fuerza de cercenar la libertad fundamental de informar, con el pretexto de proteger a sus ciudadanos, las democracias pueden perder su alma”, alerta el secretario general de RSF, Christophe Deloire. Esta organización señala que Alemania (puesto 16) aprobó el año pasado un proyecto de ley que autoriza la vigilancia generalizada, sin que los periodistas sean una excepción. La lucha contra el terrorismo es la justificación.
De Noruega a Corea del Norte
Europa. Finlandia cede la primer posición en la lista mundial de países con mayor libertad de prensa a Noruega.
América Latina. En México el año pasado fueron asesinados 10 periodistas. Los acuerdos de paz mejoraron la posición de Colombia.
Oriente Próximo y Asia. Siria es el país más peligroso para los informadores. Corea del Norte ocupa el último lugar en la lista de 180 países elaborada por Reporteros sin Fronteras.
África. Egipto ha encarcelado a 24 periodistas. En Libian y Somalia los periodistas son víctimas de ataques terroristas.
La misma que ha usado Reino Unido (puesto 40) para dar luz verde la Snoopers Charter (Carta de los fisgones), la “ley de vigilancia masiva más invasiva de la historia de la democracia”, que no incluye disposición alguna para proteger a los periodistas o a sus fuentes. En España (asciende cinco escalones, hasta el puesto 29) la llamada ley mordaza “obstaculiza legalmente el derecho de los periodistas a recabar y difundir información”, según RSF, que cita el caso de un fotógrafo profesional condenado a pagar una multa de 600 euros por haber publicado la imagen la policía mientras detenía a una mujer. Además, los periodistas son objeto del acoso, presiones y amenazas por parte de partidos como Podemos, como denuncia la APM.
En Francia (39), la semana pasada 36 sociedades de periodistas denunciaron los impedimentos que impone el Frente Nacional a la libertad de expresión. La formación ultraderechista y xenófoba no se limita a elegir a los medios que acuden a sus actos, sino que dificultan el trabajo a los redactores de Le Monde, Libérationo France 24.
Existen otros métodos para restringir la libertad de prensa.La Hungría del xenófobo Viktor Orbán ha asfixiado económicamente el diario de izquierdas Népszabadság. En Polonia, el Gobierno nacionalista y euroescéptico presidido por Beata Szydlo, ha sometido a la televisión y la radio públicas al control del Ejecutivo, dentro de un plan para repolonizar los medios.
Espiar a los periodistas le ha costado a Canadá (puesto 22) descender en la lista de RSF, y la propuesta del secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Kelly, para obligar a todos aquellos que deseen entrar en su país a revelar sus contraseñas en las redes sociales, es una nueva amenaza.
Turquía, que acaba de bloquear el acceso a Wikipedia, ha pasado al puesto 155 y es, para RSF “uno de los casos más preocupantes” en cuanto a la vulneración de la libertad de prensa. Tras el intento de golpe de Estado de hace un año, las autoridades ordenaron el cierre de más de cien medios de comunicación. El estado de emergencia ha permitido imponer arbitrariamente sanciones administrativas, como la retirada de pasaportes o carnés de prensa, impidiendo a los profesionales ejercer su trabajo. Turquía ha dado un vuelco y ahora “se ubica al lado de los regímenes autoritarios”, recuerda la organización que coloca a Rusia (puesto 148) en mejor situación.
Corea del Norte, un país en el que un ciudadano puede ser enviado a un campo de concentración por escuchar una radio extranjera, ocupa el último puesto de la clasificación. La región Asia-Pacífico alberga algunas de las mayores prisiones para periodistas y blogueros. Bahréin censura medios y los periodistas críticos pueden ser condenados a cadena perpetua y Arabia Saudí impone latigazos como pena. En México, el crimen organizado, el narcotráfico y la corrupción ven en la prensa libre a un enemigo a batir, hasta el extremo de que el año pasado fueron asesinados 10 periodistas. En África se ha extendido la tendencia a cortar el acceso a Internet en periodos electorales. Oriente Próximo, atenazado por la guerra de Siria, es la región más peligrosa para el ejercicio del oficio.
Los periodistas, en la diana de los ataques de Trump
Dos días antes de ganar las elecciones, Donald Trump celebró un mitin de madrugada en Leesburg (Virginia), un pueblo a las afueras de Washington. Ante un público entregado, aseguró que la prensa mentía y que el 8 de noviembre iba a convertirse en presidente. Los cientos de simpatizantes gritaron de euforia y se giraron hacia la tribuna de periodistas para empezar a abuchearlos.
La profecía de Trump se cumplió. Sus ataques a la prensa eran entonces constantes y lo siguen siendo ahora que ha superado la barrera de sus primeros 100 días en la Casa Blanca. "Son una vergüenza", dijo el pasado sábado cuando se ausentó de la cena de corresponsales a la que suele acudir cada año el presidente estadounidense.
Trump ha declarado la guerra a los medios de comunicación a la vez que ha concedido numerosas entrevistas. Ha tergiversado el concepto de "noticias falsas" para emplearlo ante cualquier información que le sea crítica. Ha sugerido que podría tomar medidas legales contra periodistas y ha denigrado a algunos que han destapado sus mentiras. La ofensiva ha llevado a los medios de comunicación a reivindicarse: muchos han hecho campañas en defensa de su honestidad y su función en una democracia. Y el público lo ha recompensado con un aumento de las suscripciones a algunas publicaciones.
Es pronto para sacar conclusiones, pero el fenómeno Trump conecta con dos tendencias. La primera es la erosión de la credibilidad de la prensa en la opinión pública. Una encuesta en febrero de la Universidad Emerson mostraba que el 49% de votantes consideraba a Trump una persona que dice la verdad frente a un 48% que opinaba lo contrario. Mientras, solo un 39% creía que la prensa decía la verdad frente a un 53% que la acusaba de mentir.
La segunda tendencia es el retroceso de la libertad de prensa en EE UU en los últimos años, según la clasificación de la organización Freedom House. En 2016, rebajó en dos puntos la nota que concede a la primera potencia mundial y la situó en su nivel más bajo en más de una década. Los motivos: la retórica agresiva de Trump, la injerencia rusa en las elecciones por medio del robo de correos del Partido Demócrata y la difusión de noticias falsas, y la creciente polarización periodística.
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