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Una familia busca los restos de su padre que el Ayuntamiento perdió en el cementerio

Hace una década se le trasladó del nicho familiar a una fosa común, donde no han podido localizarle

Jesús A. Cañas
Fosa común en el cementerio de Jerez de la Frontera (Cádiz).
Fosa común en el cementerio de Jerez de la Frontera (Cádiz).Juan Carlos Toro

Después de ocho duros meses de agonía, Antonio Benítez exhaló su último aliento el 20 de agosto de 1999, cuando tenía 55 años. Su familia tan solo quería que, una vez enterrado en el Cementerio de Jerez de la Frontera (Cádiz), “pudiese estar tranquilo”, como reconoce su hijo Javier Benítez. Pero la paz del descanso que se presuponía eterno acabó siete años después con una desagradable sorpresa. “Mis tías fueron a visitar su nicho y se lo encontraron vacío. Cuando pregunté me dijeron que lo habían trasladado por error a la fosa común, pero que lo iban a solventar”, relata Benítez. Más de 10 años después, la familia sigue esperando que el Ayuntamiento de la localidad, gestor del camposanto, les dé una solución.

Javier Benítez tiene grabado a fuego esos primeros momentos de incertidumbre. Sus tías, que son hermanas de su padre, llamaron a su viuda, alarmadas al ver el nicho vacío. Ella, a su vez, telefoneó a su hijo Javier, que se presentó en el cementerio: “Era un viernes por la tarde, lo recuerdo perfectamente”, rememora. Hasta el lunes siguiente no obtuvo respuesta de lo que había ocurrido. Los operarios debían exhumar a otro Antonio, de la misma cuartelada en la que estaba el de su padre. Pese a tener apellidos distintos y números de nicho diferentes, los restos del progenitor de Benítez acabaron donde debían terminar los de su tocayo, en la fosa común.

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“Me dijeron que los habían metido en una bolsa identificada, que no me preocupase”, relata el jerezano. Sin embargo, no le convenció la respuesta y a la siguiente reunión acudió con un amigo abogado: “Les comenté que me parecía bien, pero que aunque me costase el dinero, yo iba a hacer una prueba de ADN”. Benítez asegura que fue entonces cuando el gesto del responsable del cementerio cambió y todo se complicó: “Me comentó entonces que no estaba seguro de poderlos recuperar, que ya no sabía. Tuve claro entonces que pretendían engañarme y les prometí que llegaría hasta el final”.

Como los operarios no podían entrar en la fosa por su trampilla, debido a los gases que emanan de su interior, Javier Benítez propuso una solución: abrir uno de los laterales para rescatar el cuerpo de su padre. “Para entonces ya habían pasado semanas del error y la fosa se continuaba utilizando”, relata. Un día le llamaron para identificar los posibles restos, difícilmente olvidará lo que vio: “Durante toda la mañana estuve viendo cadáveres para ver si podía identificarlos. Dos operarios sacaban bolsas negras, las abrían y me las enseñaban. Estuve tres días sin comer, lo peor es que estabas buscando a tu propio padre”.

De esa identificación visual, se apartaron hasta 14 cuerpos, cinco de ellos acabaron en el Instituto Anatómico Forense de Sevilla. “Tardaron bastante en dar los resultados, ninguno era mi padre”, añade Benítez. Tiempo después, el Consistorio encargó nuevas pruebas de ADN para los otros nueve cadáveres que había apartado, también resultaron negativas. “Tras lo que vi aquel día en la fosa, con restos en bolsas negras, me imaginaba que iba a ser muy complicado encontrarlo”, reconoce el hijo.

Un monolito de recuerdo

Por el camino, fueron pasando los años y los políticos. Hasta tres alcaldesas ha conocido Javier Benítez en estos 10 años: Pilar Sánchez (PSOE), María José García-Pelayo (PP) y la actual, Mamen Sánchez (PSOE). “Cada vez que nos reunimos nos dicen que eso es un problema del gobierno anterior. A mí me da exactamente igual el político que estaba antes, lo que sé es que la institución es la misma”, explica el jerezano.

En estos años, el Consistorio colocó un monolito sobre la fosa común con el nombre del fallecido. “Querido papá, no ha sido posible encontrarte, tú no estés triste, para nosotros siempre has estado y siempre estarás en nuestra mente y nuestro corazón. Descansa en paz”, aparece grabado en la lápida de granito. Los Benítez ya se han resignado a que ese será el lugar en el que reposarán para siempre los restos de su familiar.

Pero quieren que el Ayuntamiento, que ha eludido hacer declaraciones, asuma su responsabilidad por lo ocurrido. Por vía administrativa, han reclamado a la institución una indemnización por daños morales. “Mi madre no ha sido capaz de asimilar todo esto. Lo que queremos es terminar ya, porque cada vez que movemos el tema sufrimos muchísimo”, explica Benítez. No están solos en su lucha, hasta en dos ocasiones (en enero y marzo) el grupo local de Izquierda Unida ha llevado su caso a Pleno, en el turno de ruegos. De la primera ocasión, desde IU de Jerez explican que el actual teniente de alcaldesa de Urbanismo, Francisco Camas, les contestó que se iba a indemnizar a la familia, pese a una importante cantidad reclamada que Benítez prefiere no entrar a revelar.

El hijo solo asegura que se ajusta a importes solicitados en errores similares ocurridos en otras localidades. Y remacha con rotundidad: “No queremos lucrarnos, queremos que el Ayuntamiento responda y seguiremos adelante hasta conseguirlo. El que estaba ahí era mi padre, no un perro”.

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.

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