Detenida una ganadera en Huesca por dejar morir de hambre a 350 cabras
Otros 30 ejemplares agonizaban en la finca, "un campo de exterminio animal"
El lunes pasado, agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil estaban haciendo controles en la comarca de La Litera, en el este de la provincia de Huesca, cuando vieron un par de cabras muertas en una zona a cielo abierto de una explotación ganadera. No podían ni imaginarse lo que se iban a encontrar en el registro de la nave. "En mis 23 años de servicio he visto muchas cosas, pero nunca antes algo tan cruel, deplorable y dantesco", confiesa el teniente jefe del Seprona en Huesca, Arturo Notívoli. Los agentes detuvieron a la propietaria de la explotación, una mujer de 47 años, como presunta autora de un delito de maltrato animal "con varios agravantes." La ganadera pasó a disposición del Juzgado de Instrucción nº 1 de Monzón, que decretó su libertad con cargos.
"Si se extrapola la imagen al mundo animal, aquello era un campo de exterminio, con cientos de cabras muertas, otras agonizando, animales famélicos a los que se les notaban todas las costillas, cabritillos de tres semanas junto a los cuerpos de sus madres...", cuenta Notívoli.
Según sus cálculos, porque les fue imposible contar uno a uno los cadáveres, se trataba de una cabaña de unos 380 ejemplares de raza caprina, de los que la gran mayoría estaban tirados por el suelo, muertos. Los habían dejado morir, literalmente, de hambre. "Se encontraron estratificados, unos encima de otros, unos 350 cadáveres en distintos estadios de descomposición. Habían muerto por inanición", explica el teniente. Del análisis de los cuerpos se puede concluir que "llevaban 25 días sin comer". Unas 30 cabras sobrevivían entre los cadáveres, "agonizando en unas condiciones deplorables", encerradas y sin acceso a comida ni agua.
"Debido a la falta de atención y de cuidados, estos animales estaban condenados a una muerte segura", se lamenta el jefe del Seprona en Huesca. A su juicio, las cabras fueron "sometidas a una forma muy cruel de maltrato", ya que no tenían "ninguna posibilidad de sobrevivir o de escapar" ya que la finca, de unos 3.000 metros cuadrados, estaba vallada.
Lo primero que hicieron los agentes fue tratar de salvar a las 30 supervivientes. "Con un todoterreno fuimos a por unas pacas de hierba y logramos pienso". A pesar de sus esfuerzos, al día siguiente murieron unos siete u ocho animales más, según la portavoz del Seprona que grabó las imágenes. "Estaban en muy mal estado, extremadamente débiles", explica Notívoli. De momento, 10 animales siguen con vida al cargo de la Dirección General de Alimentación y Fomento Agroalimentario de la Diputación General de Aragón. Por su parte, el Servicio Provincial de Desarrollo Rural y Sostenibilidad se encargó de coordinar la retirada y destrucción de los cadáveres.
La hipótesis del Seprona es que la mujer es una estafadora y, además, reincidente. "Sospechamos que no era la primera vez que lo hacía. En la primavera de 2016, denunció el robo de 200 cabras y no nos cuadra. Investigamos si se trata de una denuncia falsa para cobrar el seguro. Ahora, quería presuntamente repetir la operación pero no le dio tiempo a deshacerse de los cadáveres porque tenía el tractor averiado", declara el teniente. La situación de la mujer, cuya identidad no se ha facilitado ni el nombre del pueblo donde está su finca, "no es boyante".
Como hay animales muertos, la ganadera se enfrenta a un tipo agravado en el delito de maltrato animal, que contempla penas de seis a 18 meses de cárcel e inhabilitación especial de dos a cuatro años para para el ejercicio de profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales y para la tenencia de animales.
Los controles que dieron con la detención de la ganadera se realizaron en el marco de Máximus, una operación lanzada el año pasado por el Seprona en Huesca para detectar "conductas ilícitas relacionadas con el bienestar animal en el ámbito ganadero" y que ya suma otros seis arrestos.
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