El candidato del día después
Patxi López apura una campaña de político de la legua y low cost convencido de su victoria y de que solamente él puede pacificar el partido después de las primarias
No había 5.000 ni 3.000 personas en la Casa de la Cultura de Sonseca (sur de Toledo), pero la visita de Patxi López abarrotó el salón de actos. Y fue necesario ubicar un altavoz en el pasillo para atender a los vecinos sin asiento. Predominaban los jubilados. Y escaseaban los jóvenes, aunque la organización doméstica del mitin los colocó arropando al candidato. Que se arremangó como si estuviera faenando. Y que presumía de su campechanía: "Vengo a hablaros, pero también a escucharos".
Es el remedio para reprochar implícitamente a sus rivales -Sánchez y Díaz- la megalomanía de sus mítines y el ajetreo de los autobuses. La suya es una campaña de 25.000 kilómetros que apenas requiere presupuesto y que busca el contacto, el apretón de manos. Tocar y que le toquen. Hablar y que le hablen. No está claro si por necesidad o por estrategia. O por las dos cosas a la vez, expuesto como está López al papel de convidado o de liebre en la percepción mediática de estas primarias polarizadas.
Para revertirlas, el cuartel del ex lehendakari se encomienda a la eficacia de la campaña capilar -pueblo a pueblo, casa a casa-, al pinchazo de la burbuja donde respira el ego de sus rivales y a la expectativa de los debates televisivos. De momento sólo hay uno "oficial" organizado por la Gestora. Y Patxi López sospecha que Sánchez y Díaz quieren evitarlos. Porque temerían la confrontación, el cuerpo a cuerpo, creen. Y porque les resulta confortable hablar sin antagonistas en sus mítines multitudinarios.
La Casa de Cultura de Sonseca aloja 250 personas y reúne un electorado heterogéneo. Hay afiliados de carnet antiguo que reprochan a Patxi López haberse abstenido en la investidura de Rajoy. Que le afean obsesionarse con el PP cuando la sangría electoral proviene de Podemos. O que le observan como el guardagujas del choque de trenes.
"Los militantes no quieren un partido roto. No quieren un partido que sea la muleta de la derecha -¿rejonazo a Susana Díaz?- ni la expresión de una izquierda marginal -¿rejonazo a Sánchez?-. Lo que yo propongo es la unión del PSOE, la integración. Garantizo la solvencia de un partido que no va a partirse después de las primarias".
Sería Patxi López el "candidato del día después", la solución terapéutica a una dialéctica -Díaz-Sánchez- que puede envenenar la salud del PSOE más allá de las primarias mismas. Porque la victoria de Sánchez -sostiene el equipo de Patxi- escarmentaría la exhibición de poder de Susana Díaz en la lógica de la gran purga. Y porque la victoria de Susana Díaz no arriesga tanto una escisión sanchista como implicaría una fuga de militantes que cuesta trabajo y miedo cuantificar.
Patxi López se reconoce a sí mismo como la solución. "No me convence la reivindicación del pasado que Susana Díaz hizo en su mitin del domingo, por mucho que yo me enorgullezca de ese pasado. Ni me convence que Pedro Sánchez se erija en encarnación del futuro y en la imagen pura del socialismo del siglo XXI. Lo que yo propongo es un discurso de integración, de presente. Porque el PSOE ya no tiene salud para exponerse a nuevas represalias y tensiones después de las primarias".
Habla López a El País apurando un cigarrillo después de haberse implicado en un coloquio de un par de horas. Se tutea con los compañeros de Sonseca y los pueblos aledaños. Y se toma unas cañas con ellos en el bar Greco, bastante convencido de que su campaña "low cost" de político de la legua aloja una gran sorpresa.
Sería la victoria de la opción conciliadora. No ya porque los militantes podrían desentenderse del duelo maximalista entre el aparato del poder y el mártir, sino porque el voto en secreto y la propia implicación personal, política, de los votantes definen un proceso electoral muy diferente al de unas elecciones generales. Aquí no se manifiestan los simpatizantes de un equipo de fútbol. Lo hacen los socios.
"Si después de las primarias el partido se divide, aquí perdemos todos", explica López a los camaradas de Sonseca. Y les subraya sus propios antecedentes de campeón. Cuando ganó las primarias del Partido Socialista de Euskadi. Cuando fue proclamado lehendakari. "Prometo que seré leal con el que gane e integraré al que pierda", explica López en su mitin toledano. Y desmiente a los compañeros cualquier acuerdo preliminar o estratégico con Susana Díaz. "Aquí no hay pactos previos ni estrategias comunes. Mi papel en el futuro del PSOE será aquel donde pueda ser más útil".
Fue su candidatura una sorpresa. Y tuvo conocimiento de ella Pedro Sánchez con bastante antelación, sobre todo porque el equipo de Patxi López provenía del banquillo del ex secretario general, incluidos los alfiles Oscar López y César Luena.
Es la razón por la que Sánchez otorgó credibilidad a la teoría de una conspiración de sus amigos, aunque el aspecto más relevante de la iniciativa de Patxi López consistió en su efecto estimulante sobre la propia candidatura del compañero Pedro. Y sobre el desconcierto que originó el propio López en el esquema electoral de Susana Díaz.
El expresidente del Congreso se observa ahora comprimido entre las tensiones de los dos convoyes, aspirando a convertirse en el epígono de Jonah Kipkemoi. Así se llama el atleta keniano que ganó la última maratón de Barcelona. No era el favorito. Era la liebre. Pero se vio con fuerzas para cruzar la meta en primer lugar, invirtiendo el desenlace de la fábula de Esopo y ofreciendo a Patxi López una expectativa de victoria.
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