Podemos reabre su debate sobre las formas tras el conflicto con los grupos en el Congreso
Voces del partido reflexionan que la estrategia de agitación no puede eclipsar su mensaje
Las formas de Podemos en el Congreso de los Diputados se han situado en el centro del debate político, después de que trascendiera el malestar del PP, PSOE y Ciudadanos con los modos del partido en el hemiciclo y el asunto fuera estudiado en la Mesa de la Cámara Baja. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ha llevado incluso el tema a la sesión de control al Gobierno, al afear a Podemos sus "modales" en el Parlamento. La polémica ha reavivado el debate interno en el grupo parlamentario de Unidos Podemos sobre cómo equilibrar esa estrategia de agitación, con la que buscan diferenciarse y llamar la atención sobre sus iniciativas, para que no eclipse el contenido de su mensaje político ni les arrincone en la protesta.
Desde su llegada al Parlamento, los diputados de Podemos han llevado a cabo múltiples acciones de protesta desde sus escaños. Pero el detonante del "hartazgo" del resto de grupos parlamentarios fue el incidente protagonizado por el diputado Diego Cañamero la semana pasada, al exhibir varios carteles frente al ministro de Justicia, Rafael Catalá, para pedir la excarcelación de Andrés Bódalo, líder sindical andaluz condenado por la agresión a un edil socialista. La presidenta del Congreso, Ana Pastor, considera que esa actuación de Cañamero podría ser una intimidación que debe ser sancionada o, al menos, apercibida públicamente. Pastor pidió a Podemos ese día “respeto institucional” y que retiraran camisetas colocadas sobre las bancadas con lemas sobre el agua y contra su privatización.
Podemos ha trasladado a Cañamero la conveniencia de que comunique este tipo de acciones en el futuro, mientras en el grupo parlamentario se ha avivado el debate sobre cuál es la mejor estrategia con respecto a sus formas de acción política. Algunos diputados reconocen que, aunque por una parte estos modos son "expresión simbólica" de lo que representa el partido —para el que diferenciarse del resto de formaciones políticas es una de sus principales estrategias— eso no puede suponer que las formas "se coman" el mensaje político, o permitan que el PP les "arrincone" en una esquina de folclore y protesta.
La misma opinión se extiende a las inusuales palabras utilizadas por Pablo Iglesias durante la pasada sesión de control al Gobierno —el líder de Podemos le dijo al presidente que "se la bufa" el veto a las iniciativas parlamentarias de la oposición— o a la exhibición de camisetas reivindicativas, como las que el grupo vistió el pasado día 22 para reclamar agua 100% pública. Algunos diputados optaron por no vestirlas por su desacuerdo. El debate en el grupo parlamentario no es tanto si el Congreso debe o no ser escenario de este tipo de comportamientos, como que estos pueden eclipsar el fondo de sus iniciativas parlamentarias.
La discusión sobre las formas no es, en todo caso, nueva en Podemos. Fue uno de los temas en el proceso previo al congreso de Vistalegre 2, y el partido lo ha enfrentado también en ocasiones concretas, como la manifestación de Rodea el Congreso durante la investidura de Mariano Rajoy en octubre de 2016. Entonces, la formación discutió si participar o no en la movilización. Íñigo Errejón advirtió en una reunión con los diputados de los riesgos de quedar atrapados en ese debate. “Ojo. El Gobierno va a sobreactuar el sábado con helicópteros. Ojo que no nos encierren a hablar de si han volado tres latas y si condenamos eso o no. A ver si el día que el régimen hace la canallada nos ponemos a hablar de tres capuchas”, avisó aquél día Errejón. La discusión sigue hoy encima de la mesa.
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