Juan Torres: “Reivindico el afecto”
El economista recuerda a Chávez, reprocha a Podemos su falta de cariño y ataca a Rajoy: "Qué se puede esperar de él si dice que hay que hacer una política 'como Dios manda".
El catedrático Juan Torres (Granada, 1954) colecciona graffitis y acaba de publicar un libro, Economía para no dejarse engañar por los economistas (Deusto, 2016).
P. ¿También por usted?
R. También por mí. Aunque yo me vacuno de este peligro siguiendo a Ortega y Gasset, que nos decía a los profesores: "Cuando enseñes enseña también a dudar de lo que enseñas". Ahora se está intentando hacer creer que la economía resuelve sola los problemas sociales.
- P. No hay un modelo perfecto.
- R. Es la gran excusa. Después del siglo XIX se crea la fantasía de la máquina de relojería. Y como funciona así, nadie puede meter mano. Aún se enseña en las facultades que los mercados financieros corrigen los problemas sin necesidad de acción externa. Bien: se nos ha caído el sistema financiero en la cabeza, y los profesores entran en las aulas explicando los mismos modelos de regulación.
- P. Escribió junto a Vicenç Navarro un borrador económico para Podemos.
- R. Me chocó que antes de empezar tuviésemos tantas dificultades para saber qué querían.
- P. ¿Qué hicieron entonces?
- R. Unas propuestas, algo imperfecto y no cerrado, porque la idea es que sirviese como debate. Pero ellos no hicieron nada. Reconozco que esto es normal: a veces uno entrega un papel a alguien y el papel se va a la papelera. Me apenó que aquella algarabía mediática no hubiera sido explotada. Y que no se tirase del hilo de propuestas que hubieran sido buenas para España.
- P. ¿Por ejemplo?
- R. Promover un pacto de Estado para frenar la caída de los salarios. No se hizo nada. Es un error. Confiar la puesta en marcha de un proyecto alternativo en España a la política fiscal y a la intervención del Gobierno es ingenuo. Tenemos grandes restricciones por nuestra pertenencia a la UE. Hay cuestiones que sería imposible llevarlas a cabo salvo que se rompiese con el euro. Pero hay otras vías que pueden combinarse con la pertenencia a Europa y que pueden ser más efectivas.
- P. ¿Por eso habla de dictadura?
- R. En el ámbito económico no hay democracia. No lo digo yo: Merkel dijo que ningún Parlamento podría modificar las reglas de endeudamiento. Si los parlamentos no son soberanos en el plano presupuestario, que es lo que dio pie al nacimiento del Estado moderno y democrático, es que no hay democracia.
- P. Defiende que se pueda gastar lo que no se tiene.
- R. Esa idea que tanto le gusta repetir a Merkel o a Rajoy es infundada. No hace falta ser un Nobel para darse cuenta de que una familia no es lo mismo que un Estado. Un Estado pide de por vida; una familia no. A España se le permite emitir deuda perpetua. Merkel y Rajoy no saben de lo que hablan. ¡Pero qué se va a esperar de una persona que dice que hay que hacer una política “como Dios manda”!
- P. ¿Echa de menos la economía en el debate actual de Podemos?
- R. Es una discusión de primerizos: dónde poner los muebles y dónde colocarse cada uno.
- P. Abandonó un plató porque le dijeron que había sido mentor de Chávez.
- R. Es de risa sino fuese por la maldad que lleva detrás. He estado en Venezuela en dos períodos. Si para algo me ha servido es para entender que no quiero para mi país una división tan grande como la que hay: nadie puede gobernar con un nivel mínimo de acierto.
- P. Ha recuperado en su blog, entre otros escritos, el obituario que escribió de Chávez. Es especialmente entusiasta.
- R. Públicamente era mitinero y vociferante. En su despacho era otro. Me pareció entrañable y preocupado por su país. Podía haberme callado cuando murió, porque haber escrito lo que siento en el mundo en el que estamos te trae problemas. Pero reivindico el afecto. Reivindico incluso la economía de lo doméstico, de lo que tenemos cerca. Yo no quiero que la economía sea una ciencia lúgubre, ni que mi vida sea algo que no tiene que ver con el cariño. Es algo que me chocó de Podemos. Cuando a los autores nos daban castañas por media España no tuve una mano en el hombro que me dijese: “Estamos contigo”.
- R. Un graffiti de su colección.
- R. Es como elegir hijo. Pero mira: “Mil vidas que tuviera, mil vidas que te amaría”. Alguien a quien abandonan y se va a una pared a escribir eso. Qué maravilla.
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