Una necesaria pedagogía
La paliza sufrida por dos guardias civiles retrotrae a hechos que no sucedían desde que ETA cesó la violencia
La paliza sufrida por dos guardias civiles, acompañados de sus parejas, en la madrugada del sábado en un bar en Alsasua (Navarra) por varias decenas de jóvenes retrotrae a hechos que ya no sucedían en esa comunidad ni en Euskadi desde que hace cinco años ETA cesó definitivamente la violencia. La madre del sargento agredido ha confirmado su naturaleza excepcional al señalar que su hijo hacía una vida normal en Alsasua desde que fue destinado a esa localidad navarra hace un año; visitaba bares y comercios como uno más del pueblo y ni se había sentido rechazado ni había tenido problemas hasta la paliza del sábado.
Precisamente el jueves se cumplirá el quinto aniversario del cese definitivo del terrorismo de ETA y con él de la llamada kale borroka (lucha callejera). La decisión de ETA fue cumplida de modo disciplinado por todas sus ramas, incluida la juvenil. Lo más grave que ha sucedido desde entonces fue el incendio intencionado de varios autobuses en Bizkaia hace dos años, reivindicado por un grupo disidente de ETA que no ha vuelto a atentar.
Lo sucedido en Alsasua no responde a estas características. No fue un acto premeditado ni organizado. No fue kale borroka. Por lo que se conoce no tuvo en su origen connotaciones políticas. Aunque, posteriormente, todo apunta que hubo ensañamiento con las víctimas al ser guardias civiles, lo que le confiere una especial gravedad. Como tal lo ha calificado la presidenta del Gobierno de Navarra, Uxue Barkos, de Geroa Bai. Es importante el gesto de Barkos de acudir al hospital a visitar al guardia civil ingresado por lo que tiene de reconocimiento a la víctima y de pedagogía política, en contraste con la actitud de Sortu, que ha evitado la condena de la agresión amparándose en que no comparte la versión oficial de los hechos.
Es verdad que en Navarra y en Euskadi desapareció la violencia organizada hace cinco años. Pero sigue siendo importante cortar de raíz y hacer pedagogía ante cualquier brote violento, por muy espontáneo que sea, para que no se vuelva a repetir, sobre todo, cuando las víctimas pertenecen a colectivos, como la Guardia Civil, que fueron objetivo preferente de ETA y contaron con el rechazo de una parte de la sociedad vasca y navarra. Aún quedan rescoldos de aquello.
La presidenta Barkos es consciente y Sortu, no. Lo que demuestra que aún le queda recorrido como partido democrático homologable. Tampoco conviene sobreactuar con lo sucedido en Alsasua y elevar a la categoría de general un hecho que es excepcional en la Navarra y en la Euskadi de hoy.
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