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Una línea del siglo XIX en proceso de modernización

La vía atraviesa el municipio de O Porriño, que alertó de la peligrosidad del paso a nivel

Imagen del tren que se descarriló este viernes en la estación de tren de O Porriño (Pontevedra).
Imagen del tren que se descarriló este viernes en la estación de tren de O Porriño (Pontevedra).Sxenick (EFE)

La línea del tren en la que este viernes se produjo el descarrilamiento que causó al menos cuatro muertes en Pontevendra está en proceso de renovación. La vía que recorre Oporto-Vigo es de finales del siglo XIX y espera la electrificación de un tramo de 43,6 kilómetros en Portugal y de ocho en la parte española, entre Guillarei y la frontera. La empresa pública portuguesa anunció en marzo que acometería esta obra, con una ejecución de 21,5 millones de euros, entre 2017 y 2018. Fomento se comprometió entonces a abordar la reforma en la parte gallega cuando Portugal acometiese la suya. El ministerio, presidido entonces por Ana Pastor, insistió en que la demora no obedecía a una falta de presupuesto, sino que era una medida de precaución para evitar el robo de material y tendido eléctrico que permanecería en desuso.

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En 2013, la empresa portuguesa de ferrocarriles, Comboios Portugal (CP), anunció la supresión del centenario servicio por su escasa rentabilidad: realizaba en casi tres horas y media un recorrido de apenas 150 kilómetros que los autobuses liquidaban en dos y registraba una media de 5.000 pasajeros al año. La presión inmediata de los alcaldes, empresarios y asociaciones de usuarios de los municipios de ambos lados de la frontera obligó a la compañía portuguesa a dar marcha atrás. CP rectificó y lanzó un órdago a Renfe: anunció que prolongaría su línea dos kilómetros dentro de España si la compañía española extendía su servicio hasta Tui, el municipio español fronterizo, cuya estación estaba aislada de la red de Renfe. CP, con pérdidas entonces de 19.600 euros mensuales (un déficit anual de 235.000 euros) con el servicio a Vigo operado en el tramo español, se comprometía, además, a reanudarlo si Renfe asumía los gastos de la red española.

El acuerdo entre ambas compañías incluyó la electrificación de la línea con vistas a la reducción del renqueante viaje en una hora en 2014 y en dos en 2018, momento en el que ambas ciudades quedarían unidas en una hora y quince minutos. El trayecto incluía paradas en 16 municipios; entre los cuatro españoles, el de O Porriño, en donde este viernes tuvo lugar el accidente, que atraviesa el pueblo.

Para lograr la reducción horaria inicial en el viaje se suprimieron paradas intermedias y se puso a la venta un billete único entre las dos urbes. El entonces conselleiro de Medio Ambiente, Territorio e Infraestructuras de la Xunta de Galicia, Agustín Hernández, anunció que la obra supondría la "consolidación de la Eurorregión Galicia-Norte de Portugal". La "transición ferroviaria al siglo XXI" debía completarse entre finales de 2016 y principios de 2017.

Para los habitantes de O Porriño, que han visto morir a varios de sus vecinos arrollados por el tren en el paso a nivel que cruza el pueblo, el siglo XXI llegará en el momento en el que Renfe acceda a soterrar la vía. Lo verbalizó este viernes, en el lugar del accidente, la alcaldesa, Eva García de la Torre. Alarmada por la tragedia, la regidora aseguró que seguirá insistiendo en esta demanda.

“Si hubiese venido de vuelta se habría producido una auténtica carnicería”, sostiene la alcaldesa, precisando que en ese caso el tren se habría metido de lleno en la plaza de abastos de un municipio de 20.200 habitantes El Celta, como es conocido este convoy, puede alcanzar en torno a los 120 kilómetros por hora en el centro del núcleo urbano de O Porriño en donde pervive un paso a nivel que se ha cobrado varias vidas a lo largo de los años y del que los vecinos llevan cinco décadas reclamando, sin éxito, su supresión.

La alcaldesa asegura que el año pasado se reunió con responsables del administrador de Renfe, Adif, para “alertarle de que las barreras no funcionaban y el tren pasaba a toda velocidad”. Fomento repuso las barreras pero suprimió también recientemente las frecuencias de los cercanías con el objetivo de ampliar la vía para que este tren, conocido como “la cafetera” por vecinos y usuarios, pudiese alcanzar mayor velocidad, uno de los principales objetivos para hacer rentable la centenaria línea.

“Nosotros no sabemos a qué se debió el accidente y nada más lejos de nuestra intención que especular; solo queremos que no vuelva a ocurrir una desgracia. Pero debe saberse que hay un clamor vecinal para que la vía no atraviese el núcleo urbano y se soterre de una vez; ahora es peligrosísimo”, insiste García de la Torre. La regidora señala que se estaban realizando estos días trabajos en las vías, a la altura del lugar en que se produjo el descarrilamiento, que obligaban al Celta a desviarse a una vía provisional para la cual es necesario reducir la velocidad. Así lo ha reconocido también el ministro de Fomento en funciones, Rafael Catalá, desplazado al lugar del accidente.

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