Resurgen los nacionalistas tras las generales
La controversia jurídica sitúa en el foco mediático a Bildu
No es la primera vez que los tribunales marcan el inicio de una campaña electoral en Euskadi. Hace cinco años, la víspera del arranque de las municipales, el Tribunal Constitucional permitió que Bildu se presentara a las elecciones, tras ocho años de ilegalización. El martes pasado, el mismo tribunal impidió que Arnaldo Otegi sea candidato por esa coalición. Más allá de la controversia jurídica, estas decisiones tienen consecuencias políticas: sitúan en el foco mediático a Bildu.
Hace cinco años, la expectación sobre su candidatura generó una movilización social en Euskadi que le facilitó el mejor resultado de su historia, la segunda posición, pisándole los talones al PNV. Bildu se benefició de una convicción social, de la que participaban los partidos vascos, excepto el PP, de que su regreso a las instituciones favorecía el final del terrorismo, como cinco meses después demostró la declaración de cese definitivo de la violencia de ETA.
En esta ocasión, la inhabilitación de Otegi ha polarizado el debate de la precam-paña a su favor. Otegi va a seguir en campaña y Bildu tratará de movilizar a su electorado tradicional presentándolo como víctima. Han conseguido que el PNV y Podemos critiquen su inhabilitación porque saben que una mayoría en Euskadi opina —lo dicen las encuestas— que ni debió ser inhabilitado ni condenado por el caso Bateragune al contribuir al cese de la violencia de ETA en su tramo final. También lo piensa el PSE, pero no quiere confrontar con el Constitucional ni hacer el juego a Bildu, que ha utilizado a Otegi y su previsible inhabilitación judicial como reclamo electoral.
Parece obvio que a Bildu le ha funcionado esta táctica, a juzgar por la primera encuesta sobre las elecciones del 25-S, de EITB-Focus, conocida ayer: le sitúa como segunda fuerza vasca —17 escaños— y desplaza a una tercera posición a Podemos —con 14—, que superó con creces a la coalición independentista en las elecciones generales de diciembre y junio. Es posible que la realidad no sea tan rotunda como las encuestas, pero estas reafirman la tendencia de que las autonómicas favorecen a los partidos nacionalistas sobre los no nacionalistas. Es aún más tajante el caso del PNV que supera ampliamente a Podemos —27 frente a 17—, cuando la formación de Pablo Iglesias venció a los nacionalistas en las generales. La encuesta confirma, también, que un pacto Bildu-Podemos queda bastante por debajo del tándem PNV-PSE, lo que haría innecesario al PP.
Si la realidad reafirma esta tendencia nos encontraríamos con que Podemos ha tocado techo y alimentaría la sospecha de que le han pasado factura sus obstáculos a la formación de un Gobierno alternativo al de Rajoy. En cuanto a los tradicionales partidos nacionales, el PP y el PSE —8 escaños cada uno—, hay que extremar las cautelas sobre las encuestas porque suele darles resultados por debajo de la realidad. No obstante, apuntan una tendencia a la baja a la que no parece ajena el bloqueo de la política española, especialmente por la actitud de Rajoy ante la corrupción.
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