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El surf quiere más playa

El auge del deporte acuático en San Sebastián tensa la convivencia con los bañistas en La Zurriola

Mikel Ormazabal
Bañistas y surfistas en la playa de La Zurriola, en San Sebastián.
Bañistas y surfistas en la playa de La Zurriola, en San Sebastián.JAVIER HERNÁNDEZ
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Surf en la playa de la Zurriola

San Sebastián está subida en la ola del surf, hasta el punto de que una de sus playas, La Zurriola, se ha convertido en un enjambre de tablas, tablones, corchos, planchas que se emplean para cabalgar sobre el agua. “La playa ya no da más de sí, hemos llegado al pico”, asegura Ibon Larumbe, director de la academia de surf Bluemotion. A diario, luzca el sol o bajo el chirimiri, cientos de practicantes de este deporte acuático se lanzan al mar a por la ola perfecta. Se calcula que entre aprendices y expertos siempre hay dentro el agua más de 300 surfistas, a los que solo se les permite utilizar unas zonas acotadas del arenal, porque el resto está reservado para bañistas. Y la convivencia entre unos y otros no siempre es pacífica.

El Ayuntamiento donostiarra se ha visto obligado a parcelar La Zurriola y delimitar mediante banderines cuatro áreas —baño, escuelas de surf, baño y surf libre— a lo largo de los 800 metros del arenal. Las autoridades municipales están muy vigilantes para evitar colisiones entre bañistas y surfistas. El incumplimiento de la ordenanza acarrea sanciones que van desde los 200 euros por una falta leve a 500 euros si es grave. “Hay mucha tensión”, reconoce un socorrista, por la aglomeración de usuarios los días de buen tiempo. Los buscadores de olas y de sol no están conformes con el reparto, todos quieren más metros de playa.

La Zurriola, como se conoce hoy, solo tiene 21 años. Hasta 1995 era la playa de Gros, también con raigambre surfera, pero mucho más pequeña. Ese año culminó su ampliación hasta la desembocadura del río Urumea tras depositar un millón de toneladas de arena dorada y una inversión pública de 15 millones de euros. Hoy es uno de los santuarios de los surfistas. “Vienen australianos en la semana de sanfermines, muchos italianos durante la Semana Grande, y alemanes, americanos y franceses a lo largo de todo el verano”, asegura Larumbe.

No es una playa con olas de una calidad excepcional, como en Mundaka, Zarautz o Biarritz, apunta Mikel Gastearena, uno de los directores de la escuela de surf Zurriola, pero estas llegan “con mucha frecuencia y con la altura suficiente para ejecutar todo tipo de maniobras”.

El surf es uno de los motores económicos más pujantes de San Sebastián. Factura 13,7 millones al año y emplea a 216 personas, según datos del cluster Surfcity Donosti, que agrupa a 45 empresas, entre escuelas, tiendas, fabricantes, agencias de viaje o ingenierías. El 5% de los visitantes llegan atraídos por este deporte.

La aparición de piedras en la playa Ondarreta, que hacen muy molesto el baño, y la ocultación casi completa de La Concha cuando sube la marea han empujado a muchos bañistas hasta La Zurriola. Aquí hay espacio de sobra para extender la toalla, pero escasea para darse un chapuzón. Los días de gran concurrencia es cuando surge la tensión, porque “todos quieren más espacio en el agua”, comenta Alfonso Gurpegui, concejal responsable de Espacios Públicos de San Sebastián. “El surf es una actividad muy importante para la ciudad, por el impulso económico y el atractivo turístico que genera. El Ayuntamiento ha autorizado a ocho escuelas de surf para que impartan clases en un área delimitada de la playa y permite la práctica libre en otra zona fuera del horario de baño. Pero la prioridad es el bañista y los clubes deben respetar los horarios y los espacios que le corresponde a cada uno”, añade.

Hasta ahora, no ha habido incidentes, coinciden las partes implicadas, aunque sí protestas y quejas de unos y otros. El Servicio de Salvamento y Socorrismo de la Cruz Roja se encarga de hacer cumplir las normas, señalizar las zonas en función del oleaje y las corrientes y, muchas veces, mediar entre todos. “Nunca se consigue el gusto de todos, pero mayoritariamente lo respetan”, dice Mikel Yanci, responsable de la Cruz Roja en La Zurriola.

Gaizka Ferreres, monitor de Pukas, choca las manos con un pequeño aprendiz.
Gaizka Ferreres, monitor de Pukas, choca las manos con un pequeño aprendiz.JAVIER HERNÁNDEZ

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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