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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Fijad un alto precio a la abstención

El PSOE puede lograr compensaciones que compensen el disgusto de sus electores

Xavier Vidal-Folch
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Socialistas, no se quejen. Como partido responsable representante de votantes responsables, alérgicos al caos, casi nadie duda de que el PSOE acabará absteniéndose para facilitar la investidura de un Gobierno rival.

Se comprende su queja jeremíaca por tener que salvar la vajilla cuando solo dispone de los platos de postre. Y que le endosen toda la responsabilidad de la gobernanza y la estabilidad, cuando hace poco se la negaron enteramente: ¿Por qué el socialismo es ahora considerado tan decisivo, cortejado y ensalzado por los dos polos extremos cuando hace unas semanas cortocircuitaron la posibilidad de que fuera realmente decisivo, desde el Gobierno?

Injusta, así es la vida. Pero mírenla fríamente, calculen costes y beneficios al modo económico. ¿Cuál es el “coste de oportunidad” de bloquear el surgimiento de un nuevo Gobierno? Para el PSOE, esa situación de “no Gobierno” sería infinitamente peor que para el resto. Porque la percepción de que es la formación más decisiva y responsable es general, más allá de sus propios errores y olvidando el oportunismo de cabezas y cabeceras de la caverna.

El coste del bloqueo (la no abstención) es ya un “coste hundido”, el incurrido en el pasado y ya no recuperable directamente. Olvídenlo, no lloren por la leche derramada, porque está derramada antes de empezar a hervir. Conviértanlo en “coste prospectivo”, modificando al alza los beneficios esperables de la enojosa (¡se entiende!) abstención. Solo hay un modo: impedir que la abstención sea gratis, fijarle un alto precio político, lograr compensaciones concretas, rotundas y visibles para los electores propios, que compensen su disgusto y alegren sus expectativas. Y que marquen la iniciativa de condicionar la gobernanza desde la oposición… antes de haberse erigido en oposición formal. Eso sí sería gobernar desde fuera, no ningún obstruccionismo vengativo.

¿Medidas rotundas? Recapitulemos: un salario mínimo que recupere la pérdida de poder adquisitivo sufrida; rellenar la hucha de las pensiones con ingresos adicionales; cumplir el techo del déficit sin “ningún recorte de gasto social”; acercar el impuesto de sociedades de la realidad a su tipo actual y bajar el IRPF a las rentas del trabajo; viviendas sociales para los desahuciados; recuperar la ultraactividad de los convenios 18 meses y luego diferir los litigios al arbitraje; duplicar los fondos para las políticas activas de empleo; pacto educativo con un verdadero derecho subjetivo a las becas; presión pro control democrático del Eurogrupo; subcomisión para la reforma constitucional, en un mes; ningún corrupto en cargos; diálogo y pacto con Cataluña, reforma de la LOFCA y cooficialidad parlamentaria de lenguas… Y una garantía adicional de lo anterior: compromiso de moción de confianza a medio mandato.

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Todas esas medidas están espigadas del programa acordado en febrero por el PSOE y Ciudadanos. ¿Algún dirigente de la izquierda y el centro liberal teme un embate populista por conseguirlas? Si tanto les aterran, déjenlo.

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