Un excura acepta la cárcel por más de diez violaciones a una monaguilla
El violador fue el primer clérigo expulsado de la Iglesia antes de una sentencia por pederastia
Pere Barceló, expárroco de la localidad mallorquina de Can Picafort, ha aceptado este lunes una condena de seis años de prisión tras haber reconocido durante el juicio celebrado contra él en la Audiencia Provincial de Palma que violó más de una decena de veces a una niña de 10 años. La menor acudía a la parroquia a recibir la catequesis y a participar en actividades de verano. El cura fue expulsado de la Iglesia en 2013, después de que el Tribunal Eclesiástico de Mallorca dictara una sentencia ante los indicios de "gravísimos" delitos sexuales, siendo el primero en España en ser apartado de forma definitiva antes de un juicio por pederastia.
El expárroco se enfrentaba inicialmente a una petición de 42 años de cárcel por parte de la fiscalía, que finalmente ha calificado los hechos como un delito de agresión sexual continuado con penetración bucal y acceso carnal a una menor y recogiendo las atenuantes de confesión y reparación del daño. El obispado de Mallorca indemnizó con 30.000 euros a la víctima para resarcir el "daño moral" causado.
Durante el juicio, el exclérigo ha reconocido el relato de los hechos a preguntas del fiscal Ramón Vázquez. Los abusos comenzaron a producirse en 1997, cuando la menor acudía a realizar actividades de ocio y a ayudar en labores de monaguillo en la parroquia de Can Picafort. El excura ha reconocido que aprovechaba la confianza de la niña para abusar de ella, comenzando con tocamientos en lugares como el coche o la sala común, para ir más allá hasta forzarla a practicarle sexo oral en la habitación que tenía en la parroquia y aprovechando que el resto de los menores que participaban en las actividades estaban echando la siesta.
Los hechos cesaron durante un tiempo después de que un joven que también acudía de forma regular a la parroquia sorprendiera al clérigo forzando a la menor en un sofá de la casa cural. El testigo interpuso una denuncia, pero la investigación no fue más allá porque la menor no reconoció los hechos después de que él le "comiera la cabeza para negarlo todo", según ha relatado la víctima.
Con una sensación de impunidad "total", según el fiscal, el expárroco retomó los abusos a la niña obligándola entonces a tener relaciones sexuales plenas en más de una decena de ocasiones, según ha admitido el propio acusado, que ha dicho sentirse "totalmente arrepentido". "Le deseo lo mejor a esta señora y a su familia, le deseo lo mejor. Nunca he tenido rabia de ningún tipo", ha señalado.
“Se ha hecho justicia”
La joven también ha declarado ante el tribunal y ha desgranado los abusos sufridos durante su infancia, en un relato interrumpido en ocasiones por la emoción al revivir los episodios sufridos a manos del entonces cura. "Recuerdo que me convenció para que cuando fuera a declarar a todo dijera que no, que era mentira. Yo, al verlo una persona superior, pensé que si mentía es porque él me lo estaba diciendo", ha explicado la joven, que ahora tiene 28 años.
Y es que el miedo a lo que podría ocurrir y a que nadie le creyese hizo que no se atreviera a contar los hechos a sus familiares hasta 2012. "Pensaba que si a lo mejor decía la verdad, mis padres no me iban a creer porque era una niña", ha relatado la víctima, que se decidió a hacer público lo ocurrido tras la emisión del testimonio de un catequista de la misma parroquia en el documental sobre abusos Els monstres de ca meva (Los monstruos domésticos).
A su salida del juzgado, la víctima ha dicho no sentirse sorprendida por nada de lo que el párroco ha relatado "porque era la verdad". "Me alegro de que lo haya hecho públicamente". La joven, que ha tenido que recibir ayuda psicológica en los últimos años y ha precisado apoyo de los especialistas de la asociación RANA (Red de Ayuda a Niños Abusados de Baleares), espera que su testimonio ayude a otros jóvenes que han pasado por lo mismo a denunciar. "Que lo hagan porque su familia siempre estará ahí", ha manifestado, asegurando que tras el relato se siente "tranquila y liberada porque se ha hecho justicia".
Otras dos mujeres denunciaron presuntos abusos del párroco Barceló que habrían ocurrido en los años noventa mientras ejercía de clérigo, aunque ambas demandas fueron archivadas por falta de pruebas y prescripción.
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