Abandono de animales, todo el año

En el imaginario queda un perro de orejas caídas solitario en medio de una carretera tras el lema “Él nunca lo haría”. Es la fotografía de la campaña de sensibilización que ha quedado grabada como un referente para la lucha contra el abandono de animales desde que fue lanzada en 1988 por la Fundación Affinity. Se difundía en verano por el repunte de mascotas que aparecían perdidas en las calles antes de las vacaciones, pero ya no es esa la razón principal para dejarlos desamparados, ni tampoco es en época estival cuando sucede. Se abandonan de forma estable durante todo el año, según revelan los datos del estudio Abandono y adopción 2016 publicado por la fundación.

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“La realidad refleja una estabilidad total estacional en el abandono, solo repuntan en el segundo cuatrimestre los gatos, pero se corresponde con su ciclo reproductivo. Por lo demás, es igual. Ya no ocurre como en la década de los noventa, el cambio ha sido progresivo”, apunta Isabel Buil, presidenta de la fundación, cuyo estudio publica que en 2015 fueron recogidos en España 104.501 perros y 33.330 gatos. El 44% de ellos son adoptados después, el 20% devueltos a sus dueños gracias a los microchips, y un 10% son sacrificados.

La experiencia de recibir animales permanentemente la corrobora en campo Teresa González, que cofundó hace 12 años el Refugio-Escuela Sofía, a las afueras de Sevilla. Allí, 50 perros y media docena de gatos esperan en parcelas con vallas a que una persona los adopte para continuar su vida en un hogar. “Está el mito del verano, pero ya no es así. Por ejemplo, los cachorros de las navidades aparecen en Semana Santa”, dice con pesadumbre. “Tomar la decisión de tener un animal es un compromiso, hay que asumirlos con un miembro más de la familia”, considera.

Las causas fundamentales de abandono achacadas en 2015 fueron el comportamiento del animal y las camadas de gatos, con un 15% cada una. Con un 12% aparece la situación económica como detonante, con un 10% el fin de temporada de caza y con un 9%, el cambio de domicilio. “Durante el periodo de crisis anterior, la economía era la principal causa, pero ahora las quejas se deben a expectativas incumplidas, o a las consecuencias de la falta de tiempo dedicado a la educación del animal”, apunta Buil. González tiene especial interés en que alguien acoja al perro Monchi. Cuenta que tiene nueve años, y que la segunda persona que lo ha dejado ha sido porque estaba embarazada y ya no le era compatible “Me encantaría encontrarle una buena familia, ya ha sido abandonado dos veces y es buenísimo. Tú nunca abandonarías a tu padre o a tu hijo. Esto debe ser igual”, reclama.

El psicólogo Rafael Martos cree que en la base del problema se sitúa la tenencia irresponsable del animal. “En nuestra cultura, históricamente, se le ha dado al animal un carácter utilitarista, de trabajo, de protección, de caza, de comida, de vestimenta… y si se dejan de tener esos intereses se prescinde de él. Si una persona decide tener una mascota debe ser consciente de su alimentación, de su salud e higiene, de sacarlo a hacer ejercicio... Se toma la decisión de que entren en el hogar, pero no se analizan las consecuencias”, apunta Martos, que también es codirector del Máster Oficial en Intervención Asistida con Animales de la Universidad Internacional de Andalucía. “Tener un animal en casa no es obligatorio, es un ser vivo que te hace feliz y al que tienes que corresponder”, concluye González rodeada de ellos.