El Supremo destaca que los relatos falsos de abusos sexuales a niños son muy reducidos
El alto tribunal subraya el consenso científico sobre la veracidad de la mayoría de testimonios
Los relatos falsos de menores que denuncian abusos sexuales son muy reducidos, según el Tribunal Supremo. Existe consenso científico sobre que el porcentaje de casos inciertos de abuso infantil es muy pequeño, resalta el alto tribunal, que destaca la importancia de comprobar con "el máximo rigor" la veracidad de los testimonios de los niños, a menudo la única prueba para condenar a los adultos abusadores. La Sala de lo Penal del Supremo ha subrayado estas conclusiones en una sentencia reciente.
La dependencia del menor respecto del agresor, el miedo al rechazo y los sentimientos de vergüenza y culpa, así como las frecuentes amenazas, son razones de peso para concluir que cuando un niño da el paso adelante de denunciar a un familiar o a una persona próxima a sus padres, es porque ha existido un abuso o agresión sexual.
Los abusos sexuales a menores, una materia penal compleja y delicada, carecen a menudo de marcas físicas en los niños porque la agresión se produce con mucha antelación respecto a la denuncia, y pasan años hasta que se da el paso de la confesión. La ausencia de hallazgos médicos forenses obedece a varias razones. Entre ellas, "que se trate de caricias o requerimientos de masturbación sobre el abusador que no dejan huella física". Y cuando existen lesiones genitales o anales, las lesiones han cicatrizado debido al paso de los años. Esta ausencia de vestigios físicos hace que la única prueba de cargo habitual sea la declaración de la víctima.
Para evitar mentiras por parte de los menores y condenas injustas a los adultos, los interrogatorios al menor "permiten constatar racionalmente la veracidad del testimonio", según el Supremo.
El razonamiento de los jueces llega a raíz de una sentencia en la que un hombre ha sido condenado en Zaragoza a 18 años y medio de cárcel por agresión sexual continuada a su sobrina desde que esta tenía entre 7 y 8 años. El hombre ponía en duda el testimonio de la víctima y ahí el tribunal subraya el consenso científico sobre la escasa proporción de relatos falsos por parte de los niños. El magistrado y ex fiscal general del Estado Cándido Conde-Pumpido ha sido el ponente del fallo. "El acusado se aprovechó de la vulnerabilidad de la menor, por su temprana edad, y por la situación de abuso sexual a la que la tenía sometida desde cinco años atrás, que la hacía manifiestamente más vulnerable", reza la sentencia.
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