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Un Don Quijote para los sin techo

Un activista sin casa recorre España y se cuela en mítines para lograr que se incluyan las demandas de los indigentes en la campaña electoral, como sucedió en Francia

J. J. Gálvez
La seguridad de Rajoy reduce a Lagarder Danciu, tras irrumpir en el acto del PP.
La seguridad de Rajoy reduce a Lagarder Danciu, tras irrumpir en el acto del PP.Álvaro García

Lagarder Danciu no teme a los gigantes pese a que, de momento, le derrotan. No le importa, confía en su tenacidad. Se presenta como "gitano, rumano y gay" y ahora se dedica a recorrer España con el objetivo de colar en el debate electoral la situación de "invisibilidad" de los sin techo y sus reivindicaciones. Ese es su "trabajo". Ante un café que acabará frío tras dos horas de conversación, cuenta cómo se plantó en el aniversario del 15-M ante Juan Carlos Monedero para gritarle "basta ya de politizar" el movimiento. Y cómo estudia ahora irrumpir en los mítines de los partidos durante la campaña. Ya lo logró la semana pasada, cuando su rostro se coló en los informativos tras parar un acto de Mariano Rajoy con la consigna "El PP sois la mafia". El eco mediático crece, pero Danciu aún no ha conseguido su objetivo.

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Tampoco triunfaron en un día Les enfants de Don Quichotte (Los hijos de Don Quijote), el colectivo francés en el que se inspira Danciu y del que se considera heredero. Hace una década lograron desbaratar la agenda de los grandes partidos cuando se preparaban para los comicios presidenciales de 2007. Entonces, centenares de personas acamparon en la calle para denunciar el olvido administrativo de las personas sin hogar. "Ese fue un claro ejemplo de cómo los más jodidos se levantan y dicen basta", dice en referencia a los que lograron forzar al Gobierno de París a asumir parte de sus reivindicaciones. Ahora le toca el turno a España, remacha el treintañero, que ayudó a destapar un sonado caso de corrupción en una ONG andaluza.

Una lucha que emprende Danciu, que cuenta con el respaldo de pequeñas asociaciones locales que costean sus viajes, con un megáfono y un móvil. Las redes sociales, a través de las que difunde sus acciones, se han convertido en su mejor aliado. Entrevista a los indigentes, escucha sus reclamaciones y sube sus testimonios a las redes sociales. Tiene más de 13.000 seguidores en Twitter y casi 3.500 en Facebook. Su historia de reivindicación arranca en Sevilla en septiembre de 2015. Fue entonces, dice, tras verse abocado a vivir en la calle al quedarse sin recursos para pagar el alquiler, cuando decide emular a Los Hijos de Don Quijote. Pasó, junto a una treintena de sin techo, 127 días acampados en la capital hispalense. "Le pedíamos al Ayuntamiento, por ejemplo, una auditoría pública de las ayudas concedidas a las ONG que atiende a personas sin hogar y plaza fija en centros especializados para aquellos que sufren una convalecencia", explica meses después de desmontar las tiendas. En enero de este año: "Desistimos porque, tras cuatro meses, se hizo muy duro. Acabamos agotados".

Perdió: "¿Sabes lo duro que es ver cómo, después de 127 días, tus compañeros vuelven a dormir debajo de un puente?". Pero no se rindió. Decidió que aquella etapa en las calles sería solo la primera parada de la "ruta de la pobreza". Invitado por asociaciones, ha iniciado un recorrido por ciudades del país para continuar con la causa. Ya ha pisado, entre otras: Cádiz, Badajoz, Mérida, Madrid o Salamanca —donde dio una charla en la universidad, gracias a la llamada de un colectivo de estudiantes—.

"A San Fernando (Cádiz), por ejemplo, me invitó un instituto de formación profesional para que le contara mi experiencia a los alumnos", relata Danciu, trabajador social de profesión, que conoce las batallas perdidas, pero también las guerras ganadas. Como cuando en 2012 denunció ante la policía a la ONG para la que trabajaba porque sospechaba que desviaba las subvenciones públicas que recibía para programas educativos. A raíz de aquello, subraya, le echaron. "Gasté todo lo ahorrado en abogados para que se hiciera justicia. Y, al final, no podía pagar el alquiler". Pero, hace solo un mes, la Unión de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) acusó a sus exjefes de un supuesto fraude de 150.000 euros en solo un año. La base de esa investigación es la información aportada por el activista rumano.

Debemos ser críticos en las calles y trasladárselo a los dirigentes

Danciu cuenta que dejó su país con 25 años, tras criarse en un orfanato y licenciarse en Sociología y Trabajo Social por la Universidad de Bucarest. Desembarcó en Portugal: "Allí me explotaron en el campo". Hasta que llega a Aracena (Huelva), según dice, donde su profesora de castellano le ayudó a encontrar un trabajo en una casa rural como jardinero, mientras convalidaba sus títulos. Después se trasladó a Sevilla para empezar en la hostelería y, finalmente, comenzó a colaborar con ONG e instituciones sociales.

"Creo que se confunde el activismo social con la política. Debemos ser críticos en las calles y trasladárselo a los dirigentes que legislan, ¿no?", se pregunta Danciu, que se presentó, mientras seguía acampado en Sevilla, como candidato al Consejo Ciudadano Municipal de Podemos. Después abandonó la formación al sentir que trataban de "apropiarse" del movimiento de los sin techo. "A Podemos le exijo más porque es el partido del cambio, porque las expectativas son muy altas. Pero está claro que la culpa es del PP y PSOE que han gobernado", concluye antes de acabarse el café frío, y días antres de coger una pancarta y plantarse ante una marcha neonazi que recorrió el centro de Madrid: "No podemos tenerles miedo a esos sinvergüenzas. No podemos caer en su trampa".

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Sobre la firma

J. J. Gálvez
Redactor de Tribunales de la sección de Nacional de EL PAÍS, donde trabaja desde 2014 y donde también ha cubierto información sobre Inmigración y Política. Antes ha escrito en medios como Diario de Sevilla, Europa Sur, Diario de Cádiz o ADN.es.

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