¿Escuchan los partidos a los ciudadanos?

Las estadísticas muestran que los electores están desencantados con los partidos. Ni siquiera la novedosa aparición de Podemos y Ciudadanos consiguió espolear la participación en las elecciones del 20-D (73,2%, por debajo de la media de las últimas once citas electorales). Todas las encuestas prevén que aún menos españoles irán a votar el 26-J. Y tres de cada cuatro ciudadanos (75%) opinan que los partidos no se preocupan de lo que piensa la gente, según el CIS.

En una época de primarias generalizadas y consultas a las bases, ¿es cierto que los partidos no escuchan a los votantes? O, al contrario, ¿ocurre que escuchan demasiado a los suyos y eso impide que flexibilicen sus posturas negociadoras?

Las conversaciones para reducir el gasto electoral han reflejado diferencias esenciales entre los partidos tradicionales (PP y PSOE), los emergentes (Podemos y Ciudadanos) y los nacionalistas (PNV, ERC o CDC).

Una gran mayoría de los votantes coincide en que es inaceptable volver a incurrir en un gasto millonario solo seis meses después de las últimas generales

El PP y el PSOE saben que los cimientos del bipartidismo dependen de los electores de más de 55 años. Resisten mejor al envite de los emergentes fuera de las grandes ciudades. Y ese tipo de votante, según los sociólogos, es más refractario a los cambios. Como resultado, se han opuesto a unificar el envío por correo de las papeletas (como proponían Podemos y Ciudadanos) y han abogado por mantener los envíos individuales (más de 30 millones de euros de gasto).

Al tiempo, las formaciones emergentes saben que su programa regenerador atrae a los votantes jóvenes y de mediana edad. En consecuencia, su oferta para establecer un límite de gasto drásticamente más bajo que el actual (12 millones de euros), e igual para todos, era doblemente beneficiosa para sus intereses. Contentaba a sus votantes e igualaba el terreno de juego financiero con los dos partidos tradicionales, que tienen más recursos por su mayor representación institucional (que les reporta más subvenciones) y su más amplia base de afiliados (cuotas).

Finalmente, los partidos nacionalistas y regionalistas exigían que se tuvieran en cuenta sus particularidades. Ni se presentan en todas las circunscripciones, ni tienen una presencia tan constante en los medios como el resto (no querían renunciar a la publicidad exterior).

Todo eso hizo imposible el acuerdo. Una gran mayoría de los votantes coincide en que es inaceptable volver a incurrir en un gasto millonario solo seis meses después de las últimas generales. Los partidos, sin embargo, se encontraron con una dificultad: para seguir siendo atractivos para sus electores, y mantener sus ventajas, no podían ceder en cuestiones que eran básicas para alcanzar un acuerdo.