“Ahora entiendo que no era normal que me tocaran”
La insistencia del padre de una víctima destapa abusos sexuales repetidos a lo largo de 30 años en un colegio de los Maristas en Barcelona
El Beni, como los alumnos del colegio barcelonés Maristas Sants-Les Corts conocían a Joaquín Benítez, tenía un sueño. Que el shootball o balón tiro fuera un deporte reconocido. En los 30 años que enseñó gimnasia intentó promover esta actividad entre sus alumnos. Les dedicó el reglamento que escribió: “Vosotros aglutináis gran parte de mis aptitudes positivas”. Durante ese tiempo, este pederasta confeso abusó de al menos dos menores y tiene cuatro denuncias en su contra.
El caso de Benítez, que dejó el colegio en 2011 tras la denuncia de una familia que no prosperó, desencadenó un rosario de denuncias que involucran al centro concertado religioso de los Hermanos Maristas. Los indicios sobre abusos se han extendido a otros dos exdocentes (M. M. y A. F.), un subdirector que ha sido cesado de manera cautelar (F. M.) y un monitor de comedor en prácticas en el centro en 2015. Las primeras denuncias se remontan a hechos a principios de los años 80. La comunidad educativa pide que no se meta “a todos en el mismo saco” y trata de recuperarse del golpe. Todos se preguntan por qué nunca trascendieron los casos ante las autoridades.
Salvo alguna otra entrevista para promocionar el shoot ball, el nombre de Benítez era desconocido. Hasta principios de este mes, cuando Manuel, el padre de una víctima, quiso poner fin a años de silencio. Denunció que Beni había abusado de su hijo entre 2007 y 2010. La víctima tiene hoy 21 años y ha tardado en “sacar todo lo que lleva dentro”, dice su padre. Manuel sospechaba que había más víctimas y empapeló los alrededores del colegio, un barrio de clase media, para encontrarlas. Lo logró: los Mossos han recibido una veintena de denuncias, aunque muchas han prescrito.
Los denunciados son dos exdocentes, un subdirector y un monitor de comedor
El caso salió a la luz hace una semana y Benítez ya declaró ante el juzgado, y después quedó en libertad. Cuatro exalumnos, entre los que se encontraba el hijo de Manuel, lo han señalado. El exprofesor, de 57 años, reconoció haber desnudado en 2010 a un alumno de 15 años en una camilla que tenía en su despacho. Le tocó los genitales fingiendo tener conocimientos de fisioterapia. En otras ocasiones le practicó felaciones y le obligó a que se las hiciera.
El aluvión de denuncias aumentó. Primero contra A. F., un profesor de audiovisuales “muy colega". "Si te portabas bien te llevaba a su casa todo el fin de semana”, dice un denunciante. “El día que F.M no me tocaba el culo tenía sentimiento de culpabilidad, pensaba que había hecho algo mal porque no era cariñoso conmigo”, le confesó una víctima a este diario. M. M. realizaba tocamientos también a niñas.
No eran las primeras noticias que se tenían sobre abusos en ese centro. En junio de 2011, un joven contó que Beni le tocaba. La familia habló con la dirección del colegio, que decidió apartar al maestro después de que este aceptara los hechos. Benítez se despidió con una carta a los alumnos alegando “motivos personales”. Tres meses después, el responsable provincial de los Maristas presentó una denuncia ante la Fiscalía. El caso se investigó, los Mossos pidieron información al centro escolar pero aseguran que el nuevo rector se negó a facilitarla, un extremo que niega el colegio. La familia decidió no presentar la denuncia y la causa se archivó. Benítez siguió trabajando con menores en Girona en polideportivos y campos de verano.
La orden de los Maristas pide perdón por los casos y acepta fallos
“Algunas cosas habrían podido hacerse mejor”, dicen desde la cúpula de los Maristas, que han pedido perdón a las familias y luchan por mantener el prestigio de una institución de 110 años. Pero el miércoles pasado, cuando desde el colegio se aseguraba que no tenían constancia de más casos, trascendió que en diciembre la dirección apartó a un monitor de comedor por abusar de cinco menores. Al joven se le fulminó de su puesto de trabajo en 48 horas tras conocerse los hechos.
“Los Maristas era el mejor colegio del barrio”, recuerda Carles, un exalumno de 50 años. Muchos padres llevaban allí a sus hijos buscando disciplina. Como en muchos otros centros de esa época el castigo físico era usual. “Golpes a mano abierta, mirar a la pared y borradores volando”, sintetiza Marc, que también estudió allí EGB y BUP. Clases solo de hombres, 45 alumnos por aula. “Algún hermano te tocaba el culo. Era una cosa que veías normal. Con el tiempo entiendes que no lo era tanto”, remata Carles.
“Hay un orgullo marista”, defiende Joan, otro exalumno que terminó en los años 90. Algo que se vio claro el pasado miércoles cuando parte de la comunidad educativa hizo una cadena humana que rodeó el centro para mostrar su apoyo a la institución. De comprobarse judicialmente algún encubrimiento por parte del colegio, como apuntan algunas víctimas, el centro podría perder el dinero público que recibe.
Asociación de víctimas: “Cuando hablas la gente cree que atacas la fe”
Pero este no es el primer caso de pederastia que sacude a los hermanos Maristas en Cataluña. También en 2011 seis exalumnos de un colegio en Badalona denunciaron al hermano L. Z. por abusos. El maestro confesó en un programa de televisión. Los hechos ya habían prescrito. Los Maristas dicen que tienen un nuevo protocolo para detectar abusos, pero la formación aún no ha llegado a los maestros.
Los cuestionamientos también tocan a la Generalitat, que responde que nunca se le comunicaron los hechos. Se cuestiona si el colegio siguió los protocolos en contra del abuso, un texto que ve a la escuela como un sitio para detectar agresiones, no para vivirlas. La Dirección de Infancia asegura que no se le comunicaron los casos.
Manuel Maza, el letrado de la acusación particular del caso Nanysex, una de las mayores casos de pederastia, cree que el colegio podría tener también responsabilidad penal. “No se realizaron los deberes de supervisión, vigilancia y control de sus empleados que trabajaban con niños”. “Cuando se habla de pederastia la gente cree que se ataca la fe”, explica Javier Paz, cabeza visible de la Asociación de Víctimas de Abusos Sexuales de la Iglesia Católica. “Estamos en pañales ante la denuncia de estos abusos. Aún nos pesa la represión educativa y cultural del franquismo”, agrega.
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