Podemos mide la eficacia del plan diseñado para competir con el PSOE
Las elecciones de este domingo representan la prueba de fuego para medir la vitalidad del proyecto político de Iglesias
Podemos se enfrenta hoy al examen decisivo de la estrategia adoptada para intentar convertirse en una alternativa al PSOE. La formación que lidera Pablo Iglesias llega a la meta que motivó su fundación, en enero de 2014, con la ambición de determinar la actividad parlamentaria en la próxima legislatura y negociar una reforma de la Constitución. Tras haber abandonado varios de sus postulados iniciales, necesita los números suficientes para imponer su postura en los acuerdos puntuales que buscará con los socialistas y con Ciudadanos.
Las elecciones generales de este domingo representan el primer gran desenlace en la historia de Podemos y la prueba de fuego para medir la vitalidad del proyecto político de Iglesias. La formación, que se fundó con clara vocación asamblearia, diseñó tras constituirse como fuerza política organizada un plan electoral que depende en buena medida de la figura de su secretario general y candidato a La Moncloa.
Regreso al Reina Sofía
La dirección de Podemos, encabezada por Pablo Iglesias, tiene previsto congregar esta noche a sus simpatizantes en la Plaza del Reina Sofía. Tras el seguimiento de la noche electoral en el Teatro Goya de Madrid, y al margen del resultado, la formación quiere cerrar el círculo en un lugar simbólico, ya que esa fue la plaza en la que, el 25 de mayo de 2014, celebró la elección de cinco eurodiputados en los comicios europeos.
Entonces se convirtió en la sorpresa de esos comicios, y también por esa razón volvieron a elegir ese lugar para otra celebración. Tras las autonómicas y municipales de mayo, Iglesias se dirigió a los suyos desde ese escenario para aplaudir a la nueva alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, y a la de Barcelona, Ada Colau.
Este ha pasado por diferentes fases. Primero, apeló a la épica del cambio para llamar a un giro radical en el mapa de partidos; después, se adaptó progresivamente a las circunstancias, rebajando los aspectos más atrevidos de su discurso; finalmente, tras pasar por varios baches, ha recuperado la épica en vísperas de la campaña electoral, aunque lo hizo presentándola como nuevo proyecto de Estado, como “una nueva Transición”. Ese plan refleja uno de los objetivos fundacionales de Podemos, que consiste en asumir, aun en un contexto muy distinto, el papel que perteneció al PSOE durante la Transición.
En definitiva, competir con Pedro Sánchez por el segundo puesto. Para ello ha tratado de debilitarlo, de ocupar parte de su espacio político, ha pedido su apoyo en las grandes ciudades tras las elecciones autonómicas y municipales del pasado mayo y ha accedido a ofrecer su respaldo a los socialistas en algunas comunidades para desalojar, por ejemplo, a María Dolores de Cospedal en Castilla-La Mancha.
La estrategia de Podemos, en la que han desempeñado un papel clave también Íñigo Errejón y Carolina Bescansa —ambos cofundadores del partido—, ha llevado a la dirección a tomar decisiones electorales criticadas por algunos sectores. Iglesias, que en el pasado fue asesor de Izquierda Unida (IU), quiso evitar toda identificación con la federación de izquierdas y, pese a las negociaciones con Alberto Garzón, fracasó finalmente la hipótesis de candidatura unitaria al estilo de Ahora Madrid o Barcelona en Comú. Aun así, Podemos logró fraguar alianzas en Cataluña (con la plataforma de Ada Colau, ICV y Esquera Unida); en la Comunidad Valenciana (con Compromís); y en Galicia (con Anova, las mareas y Esquerda Unida). Estas listas suponen, según los estudios de opinión, la principal baza electoral de la formación y pueden impulsar su presencia en el Congreso de los Diputados en la próxima legislatura.
Iglesias ha evitado hablar de pactos y se ha limitado a dibujar los escenarios que desea: lograr mejor resultado que el PSOE. No obstante, aun quedando por debajo de los socialistas y sin despreciar la fuerte proyección de Ciudadanos, el líder de Podemos intentará influir y ser determinante para la actividad parlamentaria y, en el fondo, para determinar pactos. Tratará de entenderse con Albert Rivera en los aspectos de la reforma de la Constitución relacionados con regeneración política y sistema electoral, y buscará con el PSOE el diálogo sobre derechos sociales. La defensa del referéndum catalán será, con toda probabilidad, la manzana de la discordia a la hora de buscar consenso.
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