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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Un paso aún insuficiente

Lo más interesante de la reflexión crítica que la izquierda abertzale expresó este jueves demuestra que el debate autocrítico sobre la violencia está vivo en su seno

Luis R. Aizpeolea

Lo más interesante de la reflexión crítica sobre “las decisiones adoptadas en el pasado respecto al uso de la violencia” que la izquierda abertzale expresó este jueves ante la cercanía del 10 de noviembre, Día de la Memoria, radica en que el hecho mismo de su formulación demuestra que el debate autocrítico sobre la violencia está vivo en su seno. Y la existencia del debate demuestra, también, que le están haciendo mella las presiones del Gobierno vasco, del lehendakari Urkullu en persona, y los principales partidos de Euskadi para que lleven a cabo esa autocrítica si quieren normalizar plenamente su relación con las fuerzas políticas y las víctimas del terrorismo.

Es un paso adelante que EH Bildu anuncie que el Día de la Memoria acudirá al Parlamento vasco a homenajear a las víctimas con los demás partidos; su “sentimiento profundo de que nuestra actitud política no haya acompañado siempre el dolor de cada víctima”, junto con su “reflexión crítica” sobre las decisiones adoptadas en el pasado respecto al uso de la violencia. Su autocrítica sobre su antigua actitud con las víctimas ya la formularon en febrero de 2012 en San Sebastián, a las pocas semanas del anuncio del cese definitivo del terrorismo.

El paso que le falta dar a la izquierda abertzale y que debería ser el colofón a esa reflexión autocrítica es responsabilizarse políticamente de su complicidad en el daño injusto causado por ETA sin generalidades ni ambigüedades. Eso exigen el Gobierno vasco, los principales partidos de Euskadi y la mayoría de las víctimas. Ese paso contribuiría a normalizar plenamente las relaciones políticas, les franquearía el paso con las víctimas, distendería la situación de los presos y sería gran contribución a la convivencia.

Este sentimiento también está instalado entre los disidentes de ETA. Hay en Euskadi decenas de exmilitantes de ETA que han pasado muchos años en prisión por ser autores materiales de atentados, en algunos casos con delitos de sangre, que han reconocido su error y que lamentan el daño injusto causado a las víctimas.

Argumentan, con razón, que quienes teorizaron sobre la conveniencia del terrorismo para lograr objetivos políticos, los que les jalearon e incluso les proporcionaron objetivos tendrían que reconocer, al menos, su responsabilidad política. Y esos “quienes” eran, en su mayoría, de la izquierda abertzale. En esa argumentación coinciden los partidos y las víctimas del terrorismo.

Pero, pese a sus insuficiencias, hay que felicitarse de que la izquierda abertzale mantenga vivo este debate y lo lleve hasta las últimas consecuencias.

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