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Tal como éramos

La vida de los españoles de 1975 estaba encerrada en unas pautas sociales que han marcado a varias generaciones

Rosa Montero
Varias mujeres saludan con el brazo en alto el paso de la manifestación de Fuerza Nueva que, bajo el lema 'Día de la patria española', discurrió por el centro de Madrid el 11 de mayo de 1979.
Varias mujeres saludan con el brazo en alto el paso de la manifestación de Fuerza Nueva que, bajo el lema 'Día de la patria española', discurrió por el centro de Madrid el 11 de mayo de 1979.Chema Conesa

Este texto se publicó en un suplemento especial de EL PAÍS el 20 de noviembre de 1985, cuando se cumplían 10 años de la muerte del dictador.

A veces, por las noches, Chelo se palpa la barriga antes de dormirse.

Su embarazo está ya muy avanzado: si todo sigue bien, dará a luz en unos 20 días, más o menos hacia mediados del mes que viene. O sea, en noviembre, en noviembre de 1975: no suena mal, es una buena fecha para dar a luz a su segundo hijo.

-No te des prisa, Chelo: con un poco de suerte, tu niño nacerá en una España diferente.

Trombosis venosa mesentérica. Esto se mueve, esto se acaba. De vez en cuando los amigos de Casillas bromean sobre el parto, sobre ese hijo que llegará con la libertad metida bajo el brazo. Porque los fines de semana, siempre que pueden, Chelo y su marido se van a Casillas, cerca de Piedralaves, a reunirse con el grupo. Con Tomás Arnoriaga, con Juan Aguirre, con Ángel Criado. Con Lorenzo. Son unas escapadas deliciosas. Es un fastidio que este año el 1 noviembre caiga en sábado, porque así se pierde un día de fiesta.

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El sociólogo Lorenzo Díaz disfruta enormemente en esos fines de semana casilleros. Bueno, él y todos los demás, la docena de amigos que comparten la propiedad de la finca, la escapada rural de los domingos, ese pequeño paraíso comunal. Compraron el terreno y levantaron la casa hará unos cinco años, aportando 50.000 pesetas cada uno. Es desde luego un refugio muy espartano, sin luz y sin agua. Pero qué mas da: así, tan rudimentario, es incluso más atractivo y más auténtico. Está enclavado en un sitio precioso, en mitad del bosque, y es el lugar idóneo para sentirse amigos y más libres, para vivir un proyecto colectivo; para comer chuletas requemadas y discutir, al amor de la lumbre, de lo divino y de lo humano. O sea, fundamentalmente de política. Casi todos los amigos y copropietarios son gentes muy metidas en política. Los hermanos Criado han sido líderes del movimiento estudiantil. Él mismo, Lorenzo, es del MC. Y, quien más quien menos, aunque vaya por libre, es lo que se dice progre. Como Juan Aguirre, que ha sido el abogado defensor de los del FRAP fusilados en septiembre. Qué espanto, lo de las ejecuciones. La amargura, la impotencia.

-Pues me han dicho que para ejecutar al Txiqui se ofrecieron voluntarios seis guardias civiles, y que dispararon dos tiros cada uno, no en descargas sino tiro a tiro, uno detrás de otro, fue lentísimo. Le metieron casi todas las balas en el estómago, ninguna en el corazón. Cuando le dieron el tiro de gracia aún estaba vivo.

-¡Qué horror!

Noches de susurros

Tiempos vertiginosos, estos. Tiempos en los que el mundo parece moverse bajo los pies, despertándose a sacudidas de un sopor de años. La ley Antiterrorista de finales de agosto, llenando las cárceles de detenidos y las noches de susurros. Dos docenas más de condenados a muerte esperando en las prisiones españolas a que se cumplan sus sentencias. La marcha sobre España, convocada justo para hoy, primero de noviembre por Sartre, Simone de Beauvoir, Anne Girardot, Marguerite Duras y tantos otros. ¡Incluso Pablo VI pidió clemencia! Olof Palme y su hucha para ayudar a los españoles oprimidos. Las derechas bramando. Las embajadas y consulados españoles asaltados y ardiendo como teas por el mundo. Manifestaciones, detenciones, protestas, Hassan y su marcha verde avanzando sobre las líneas españolas. Hemorragias gástricas, edemas, anuria, heces en melena. Los secuestros de periódicos y revistas. Lo peor, claro está, lo de Triunfo: cuatro meses de suspensión. Estar sin Triunfo es estar un poco como huérfanos. La primera semana de septiembre ha sido particularmente dura: secuestraron Triunfo, Cambio 16, Posible, Doblón, Destino, Andalán... Tal era el rigor, que Sábado Gráfico salió a la venta con una portada en negro que tan sólo decía: Todas las informaciones dentro, por el calor. Se rieron mucho al ver aquella portada. Una risa con sabor a tiza, a tierra seca.

-Ruptura, hay que forzar la ruptura.

Todos los fines de semana lo mismo. En Casillas se puede hablar, se puede discutir a gritos sin miedo a ser oído. Es el momento del esfuerzo final: el futuro está ahí, al alcance de nuestras manos, moldeable. Hay que evitar que triunfe la reforma, que no es más que un continuismo disfrazado, la consolidación del espíritu del 12 de febrero. Y ahora sí que no, ahora esto se mueve, hay que moverlo.

Miembros de la Policía Nacional cargan contra unos jóvenes en el paseo de Embajadores en Madrid, durante las protestas tras la muerte de dos estudiantes, Emilio Martínez y José Luis Montañés, por disparos de la polícia en la Ronda de Valencia el día anterior. Fue el 14 de diciembre de 1979.
Miembros de la Policía Nacional cargan contra unos jóvenes en el paseo de Embajadores en Madrid, durante las protestas tras la muerte de dos estudiantes, Emilio Martínez y José Luis Montañés, por disparos de la polícia en la Ronda de Valencia el día anterior. Fue el 14 de diciembre de 1979.Bernardo Pérez

Lorenzo acaba de separarse; tiene 30 años recién cumplidos y una hija de cinco, con la que vive. No es un mal momento para empezar de nuevo, para vivir el cambio, un porvenir abierto en el que caben maravillas. No hay en Europa ahora mismo otro país con las condiciones que reúne España: es la ocasión de poner en práctica los sueños, de demostrar que son posibles. Está eufórico Lorenzo, aunque personalmente esté atravesando una mala racha. En junio le despidieron del trabajo. Mejor dicho, de uno de sus trabajos, del oficial, del que daba dinero. Lorenzo era el director de la Escuela de Relaciones Públicas del colegio de las Irlandesas. Nada más y nada menos que las Irlandesas, un colegio tan fino y señorial, con la Fierro, la Susanita March, la Garrigues, la Fontán. Además de eso, desde 1969 es profesor de formación de adultos de una fábrica de cobre de Vallecas, Tremasa. El jefe de personal de Tremasa, que es un rojo, le contrató para que diera cursillos ideológicos y revolucionarios a los obreros, lo que se dice para levantar las masas. Lo que pasa es que cuando se puso a ello, Lorenzo se dio cuenta de que era más importante enseñar a leer y a escribir a los currantes: en estos seis años ha repartido 40 certificados de estudios primarios.

Pero en fin, el caso es que en Tremasa le pagan 8.000 pesetas al mes, y en las Irlandesas ganaba 20.000, o sea, un sueldazo. Por las mañanas se embutía en el traje con corbata de Cortefiel y se iba de nueve a una a hacer de fino. Y luego por las tardes se vestía de normal, o sea, los pantalones de pana, los botos de Segarra (eso de llevar zapatos es de señorito) y el jersey de Portugal, que es tiesísimo y pesa una tonelada pero abriga mucho, y se iba de tres a siete a la fábrica vallecana. Pues bueno, todo este tinglado se le desmontó en junio, cuando la Junta Democrática convocó la huelga general y de los 60 profesores que hay en las Irlandesas sólo se pusieron en huelga él y Juan Aguirre, el abogado, que también daba clases allí. Les despidieron a los dos, claro:

-Mire usted, aquí no pinta usted nada, este es un sitio de orden y de derechas, es usted un bobo-, vino a decir la madre superiora, Concepción Barón de Figueroa, emparentada con la aristocracia.

Y se acabó el chollo. Así es que ahora Lorenzo sólo tiene lo de la fábrica, esas esmirriadas 8.000 pesetas y un trabajo que le gusta y le interesa, pero que le lleva mucho tiempo, porque como no tiene coche y vive en Aluche, tarda dos horas en el trayecto de autobús hasta Vallecas. Un desastre. Y a pesar de eso, qué año tan excitante, qué momento tan intenso.

-Pues creo que el recital de ayer de Raimon fue estupendo.

Sí, en Barcelona, en el palacio de los Deportes, ante 8.000 espectadores. Al parecer se olía el futuro, estaba ahí, flotando sobre las cabezas, en el aire. Claro que Raimon tenía prohibidas 18 canciones, pero aun así es insólito que hayan autorizado el recital, teniendo en cuenta que últimamente no hacen más que suspender actuaciones de cantantes: de Víctor Manuel, incluso de Patxi Andión, que nunca ha sido lo que se dice un músico comprometido. ¡Si hasta se han organizado excursiones en autocar para ir a ver el próximo concierto de Lluís Llach en París, porque en España no le dejan actuar nunca! Sorprendente lo de Raimon, sorprendente. Claro que se trata de Barcelona, y Barcelona es otra cosa. La nova cançó, la escuela de cine, la cultura, el Zeleste, las Ramblas, la frontera a un paso. Barcelona es casi Europa.

¿No ha hecho nada?

Ayer, 31 de octubre, el Príncipe asumió la Jefatura del Estado en funciones. Distensión abdominal por parexia intestinal. Esto se acaba, esto se mueve. La Bolsa sube. Los expertos predicen un futuro de crisis: "Se ha acabado la sociedad del bienestar". Y, sin embargo, en el país impera el rumbo, un entrar y salir, una alegría en el gasto. Lavavajillas y televisores en colores, esos son los objetivos del lujo momentáneo, aunque por ahora TVE sólo retransmite 10 horas semanales en color. Hay un creciente furor por salir al extranjero; Iberia anuncia un programa de tentadores viajes económicos: una semana en Roma, todo pagado, 13.080 pesetas, o 506 al mes. El más envidiable es el de nueve días en Nueva York, pero cuesta nada menos que 25.700 pesetas, y además el dólar está muy caro, a 60 pesetas se cotizaba el otro día. Los tribunales eclesiásticos están atestados de procesos de anulaciones. Massiel, Marisol, Luciana Wolf, Karina, todos los famosos están disolviendo sus matrimonios. Incluso Carmen Sevilla, tan Carmen y tan racial, se ha separado de Algueró. Esto se mueve, esto se acaba.

Cuando Ángel Gil Mantecas cumplió 17 años, el pasado día 2 de octubre, no se imaginaba lo que se le venía encima. Este otoño de 1975 se auguraba tan vulgar y rutinario como todos. Porque no se puede decir que la vida sea trepidante en Segovia, la ciudad natal de Ángel. Todo se reduce a ir a clase, salir con los amigos, tomarse de vez en cuando un par de cortos de cerveza en el Niza o el San Remo, darse unas cuantas vueltas por la calle Real, y de higos a brevas un guateque improvisado con un transistor, escuchando los discos de moda: el Melina de Camilo Sesto, Carolina de Fórmula V, a veces Pink Floyd o Neil Young. Nada del otro mundo. Además, a las chicas les ha sorbido el seso el enano ese del David Cassidy y están imposibles. O sea, que todo sigue como siempre. Lo único distinto es que este año Ángel hace quinto de bachillerato, y que ha cumplido ya los 17. Qué cosas, 17 años él, el pequeño de la familia, el menor de seis hermanos. Y tan flacucho, tan zanquilargo, con las gafas de miope, los pelánganos un poco crecidos y esa carita de niño frágil que le hace parecer aun más joven. Poco imaginaba Ángel el domingo de su cumpleaños el inesperado mes que le aguardaba.

Puesto de libreros en la Cuesta de Moyano en diciembre del 79.
Puesto de libreros en la Cuesta de Moyano en diciembre del 79.Alfredo García Francés

El desastre empezó a mediados de octubre, en la clase de Formación de Espíritu Nacional. Ángel no es un estudiante modelo, pero en esta materia siempre ha sacado buenas notas. Al eterno profesor de la asignatura, Adolfo Cristóbal Gesti, le gustan los cuadernos ordenados y limpitos, y Ángel, que sabe dibujar bien y tiene muchos rotuladores de colores, salvó los cursos anteriores haciendo unos preciosos dibujos con los organigramas de Familia, Núcleo, Movimiento y esas cosas. Este año, sin embargo, el profesor Cristóbal estaba particularmente exaltado. Bueno, a Ángel siempre le ha parecido un hombre muy exagerado, muy ultra, muy extremista. Pero en esta ocasión llegó a clase y empezó a despotricar contra los cinco hombres ejecutados en septiembre, y a decir que estaba muy bien que les hubieran fusilado. Y a Ángel aquello no le gustó nada. Primero, porque lo de las ejecuciones le había afectado bastante. Pero además porque el profesor Cristóbal es un hombre tan desmesurado que a Ángel siempre le dan tentaciones de llevarle la contraria, de hacerle rabiar, de ponerle más furioso todavía, es una risa. Así es que, sin pensárselo dos veces, Ángel se puso en pie en medio de la clase y dijo que a él los fusilamientos le parecían unos asesinatos. Bueno; cómo se puso el Cristóbal. Echaba culebras por la boca. "¡El que es un asesino es Santiago Carrillo, él y todos los comunistas!", bramaba el hombre, sin venir a cuento, porque siempre saca a relucir a los comunistas, es como una obsesión. Ángel no tiene más que una remota idea de lo que son los comunistas y ese tal Carrillo pero, ya puestos a discutir, contestó que Carrillo era mejor político que los que ahora están en el Gobierno. Total, que el Cristóbal le expulsó de clase. Este año me ha cargado, pensó Ángel. Bueno, tampoco era tan grave: a fin de cuentas es una maría, una asignatura de relleno.

Al día siguiente, fiesta de San Frutos, dos sociales detuvieron a Ángel en la calle. Ya en comisaría le dijeron que alguien le había denunciado por su comportamiento en clase, pero que no había sido el profesor. Y empezaron a interrogarle: que quiénes eran sus amigos, que quiénes compartían su ideología, que si era marxista. A Ángel lo del marxismo le sonó a chino. Nadie de su casa tiene que ver con la política. Eso sí, no son adictos al régimen. Su padre es secretario del Ayuntamiento de Segovia, y ha tenido alguna vez problemas con los superiores. Pero va por libre, no tiene nada que ver con partidos o marxismos o cosas de esas. De todo esto Ángel no dijo nada, claro. De todas formas le metieron en el calabozo y le dejaron ahí toda la noche. Sin darle de comer, sin avisar a su familia.

Cuando vieron que Ángel no había venido a dormir, sus padres empezaron a buscarle por todas partes. Al fin le localizaron en la comisaría y se enteraron de la historia. Mariano, el hermano mayor de Ángel, fue a casa del profesor Cristóbal.

-Cómo, ¿que le han detenido?- dijo éste, muy amable.

Y allí mismo, delante de Mariano, telefoneó a la comisaría: "Que dejéis libre al chico, que yo sólo quería que le diérais un susto...".

Y sí, le dejaron libre después de darle un buen tirón de pelos. En fin, afortunadamente la cosa se había arreglado.

Pero no. Dos días después, a la salida de clase, aún con los libros en la mano, es detenido de nuevo por la pareja de sociales. Le llevan a la comisaría, le ponen las esposas y le trasladan en un furgón policial, con los grises, al juzgado. Allí le hacen firmar un papel, y vuelven a subirle al furgón. Le llevan y le traen como quien acarrea una maleta: nadie le explica nada y él no se atreve a preguntar. Por eso, es sólo cuando el coche se detiene ante la prisión cuando Ángel comprende, con espantada sorpresa, que le van a meter en la cárcel. Se echa a llorar: "Por lo menos permítanme pasar por casa para dejar los libros de texto", balbucea. "No te preocupes de los libros", le contestan. Como es tan joven, y como la cárcel de Segovia está llena de gente de ETA y de FRAP, deciden ponerle con los presos comunes, para que los políticos no le contaminen ideológicamente. Y allí le dejan.

Le han aplicado la ley Antiterrorista. Mariano, el hermano mayor, empieza a peregrinar por todos los despachos oficiales. El alcalde, el gobernador civil, todos coinciden en decir que lo de su hermano es una barbaridad, pero que ellos ahora no pueden hacer nada: es un momento muy delicado, muy difícil, nos jugamos nuestros puestos. Dicen que van a pasar a Ángel a Carabanchel. No, a un correccional. No, a Carabanchel. Juana, la madre, llora y llora: cree que a su hijo le van a fusilar, como a los de septiembre.

-Pero no digas barbaridades, mamá, ¿no ves que él no ha hecho nada?

Pero ella sólo sabe que se siente inerme, que impera la arbitrariedad, que todo cabe.

A finales de octubre, una semana después de entrar en prisión, Ángel es puesto en libertad. De repente, sin avisar a nadie, sin dar explicaciones. Ángel se hace corriendo el kilómetro que separa la cárcel de su casa. Le han puesto una multa de 100.000 pesetas, una cantidad exorbitante. Recurren y consiguen que sea rebajada a 10.000 pesetas. Ahora, en este noviembre frío y seco, Ángel siente aún el temor, la incertidumbre. ¿Quién le asegura que no le van a volver a detener? Dicen que la situación política va a cambiar, que ya queda poco para el fin. Esa es su esperanza, el paliativo de su miedo.

La vuelta de la tortilla

Algo de miedo siente también Soledad Fernández. Digamos que es un miedo sensato, razonable. Esto se acaba, está muy claro. Soledad tiene 30 años, está casada con un médico y es madre de dos hijos. Ella ha sido feliz, sí, muy feliz, en la España que le ha tocado vivir. En estos años el país ha prosperado prodigiosamente. Ahora todo el mundo tiene coche, se vive muchísimo mejor que antes. Es un país tranquilo, sin delincuencia. ¿Lo de las ejecuciones de septiembre? Se lo merecían: eran unos asesinos que habían matado a mucha gente. Porque este régimen es una dictadura, sí, pero ella, Soledad, nunca se ha sentido privada de libertad, siempre ha hecho cuanto ha querido. Concretamente, ella nunca ha visto detener a nadie, ni tan siquiera ha presenciado una sola manifestación. Sí, claro, sabe bien que hay en España gente con inquietudes políticas que han sido reprimidas y encarceladas por el régimen. Pero a ella la política nunca le ha interesado lo más mínimo, así es que jamás ha tenido problemas, al contrario. ¿Lo de la censura y todo eso? Bah. Cuando ella ha viajado a Francia, por ejemplo, ni se ha molestado en ir al cine a ver las películas aquí prohibidas, porque deben de ser películas verdes, y eso a Soledad no le interesa. En fin, que ella ha podido desarrollar libremente toda su vida en esta dictadura, en un clima de paz y de progreso. ¿Cómo no va a estar satisfecha con el régimen? Lo está, del mismo modo que lo están muchísimas otras personas como ella, cientos y cientos de miles de españoles. Eso sí, sabe Soledad que la situación política es, por así decirlo, anormal. Es un producto político irrepetible, un logro del buen gobernante que lo ha creado. Muerto éste, el país tendrá que convertirse en una democracia como todas las democracias europeas, es evidente. Soledad considera esto normal, no le da miedo. Lo que teme, lo que le asusta un poco, es el revanchismo español; la falta de costumbre civilizada; el que haya gente que quiera darle la vuelta a la tortilla. Lo que le inquieta son esas siglas de partidos que ahora empiezan a aparece en la Prensa: que si han detenido a 10 personas del partido no-sé-cuántos-revolucionario, o del revolucionario-no-sé-qué. Eso, lo de la palabra "revolución" por todas partes, es lo temible: ¿Vamos a ser tan bárbaros los españoles que ahora vamos a querer hacer una revolución? Este mes de noviembre es un compás de espera, punteado con un mordisco de inquietud.

Qué mes este, sí, tan tenso, tan provisional y tan confuso. En la línea de la reciente apertura, como dicen los anuncios de las películas. Apertura carnal, de epidermis prohibida: es el destape. Ana Belén, Mabel Escaño, incluso Carmen Sevilla y Aurora Bautista, todas se destapan en el cine: "Estoy de acuerdo con el desnudo siempre que sea por necesidades de guión". Esto es Sodoma. Desde hace unos meses la censura ha abierto un poco la mano: se están estrenando películas prohibidas durante hace años, obras de teatro legendarias. Camilo Sesto hace el Jesucristo Superestar en el Alcalá Palace y los ultras de Pablo Villamar amenazan con romperle la cara. Además están en cartel Godspell y Los chicos de la banda, que es una cosa fuerte que va de homosexuales, y La resistible ascensión de Arturo Ui, de Brecht, con José Luis Gómez. Y Nuria Espert y Víctor García estrenando en Palma de Mallorca Divinas palabras, que dicen los que lo han visto que es un espectáculo formidable. Victoria Vera deja entrever sus carnes en el ¿Por qué corres, Ulises? de Gala, y el frenesí de la temporada es el Equus de Shaffer: Juan Ribó y María José Goyanes salen lo que se dice en cueros. Bueno, con un slip que les ha puesto el ministerio. Pero la Goyanes enseña el pecho, y los ultras de Pablo Villamar van al teatro a llamarle puta y guarra. En el Monumental ponen al fin La corte de Faraón en versión íntegra, y anuncian, con la misma integridad, el estreno de otro plato fuerte: Las corsarias. Cualquiera diría que las cosas están cambiando, que esto se mueve.

-Sí, mucho destape carnal, mucha apertura epidérmica, pero de la otra, nada.

La apertura del muslo

Manifestaciones en las universidades. En Sevilla, 60 estudiantes son detenidos por reunirse en asamblea para protestar por las detenciones del día anterior. En Zaragoza, dos docenas de Guerrilleros de Cristo Rey armados de porras, cadenas y navajas, entran a saco en la Facultad de Filosofía y Letras y golpean a quien encuentran a su paso. Un grupo de estudiantes les presenta cara y consigue ponerles en fuga: en ese momento aparece la policía y detiene a los que persiguen a los ultras. A José Rodríguez, párroco de Granada, le multan con 400.000 pesetas. A Juan Pider, de la parroquia de Motril, con 100.000. Son 300.000 para el cura Jesús Lezaín, de Pamplona. Otras 100.000 para el sacerdote José Ricard, de Tarragona, que acaba de salir de pasar dos meses en Carabanchel por no haber pagado la multa anterior. El párroco barcelonés Juan Soler ingresa en la Modelo. En la iglesia de San Paciano, en Barcelona, ultras armados de garrotes apalean al párroco Sardá, de 75 años.

-Chico, la que está imponente es la Antonelli.

Han estrenado Malizia, de Samperi: "Escándalo erótico, supera a Emmanuelle y a El último tango", dice la publicidad, echando mano de esos dos mitos cinematográficos aún prohibidísimos. La protagonista de Malizia, Laura Antonelli, se ha convertido en la reina de lo carnal, en la sublimación de lo macizo. Ella y Mirta Miller, que es la musa de la progresía, algo mucho más doméstico, más cercano. La verdad es que últimamente la cartelera cinematográfica está gloriosa: parece que el cine español despega por fin de su penuria. Ahí está Pim, pam, pum, fuego, de Olea, y sobre todo Furtivos, de Borau, que acaba de ganar el primer premio del Festival de San Sebastián y que es una película estupenda. Luego están los estrenos internacionales: El exorcista, que tanto revuelo ha armado; El padrino II, con un actor nuevo muy bueno, un tal Robert de Niro; El jovencito Frankenstein, que lleva meses y meses en cartel... Por si fuera poco, los cines de arte y ensayo están estrenando ahora parte de las 500 películas que la censura ha retenido durante los últimos 10 años: Cowboy de medianoche, El verdugo, Belle de Jour... Y sobre todo El fantasma de la libertad, de Buñuel, que es el acontecimiento de la temporada: jamás se han visto unas colas tan enormes.

No da tiempo, no da tiempo a ir y a venir, a ver todo el cine, todo el teatro, a discutir tantas horas de política, a acudir a todas las asambleas ilegales, a las reuniones más o menos prohibidas, a los contactos clandestinos, a los aperitivos de solaz. Heparinización regional y mucosa gástrica deteriorada. Esto se mueve, esto se acaba. Secuestran nuevamente Destino y Doblón, secuestran Hermano Lobo y Por Favor, amenazan de muerte al director de Aragón Express, el director de Ya es expedientado y procesado por publicar un artículo de Tácito, secuestran Historia internacional. ¡Han secuestrado incluso Iglesia viva!

-Mucha apertura de enseñar muslo, pero de la apertura en serio, nada...

Un liberal

En la mañana del 6 de noviembre, el abogado José Figueroa, de 56 años, tiene una cita con otros compañeros de profesión. Un colega, Juan Manuel Muñoz Salvadores, les ha pedido que acudan a conversar con dos periodistas venezolanos del diario La Nación, que están en España preparando un reportaje sobre los inminentes cambios. En el último momento han decidido reunirse en el despacho del propio Muñoz Salvadores, en el 50 de la madrileña calle de Claudio Coello. A eso de la 1.30 ya están todos: los dos periodistas, el dueño del despacho, Jaime Cortezo, Eurico de la Peña, Eduardo Moreno, Antonio García Trevijano y él, Figueroa. Telefonean a Tierno Galván, Ruiz-Giménez y Antonio Rato, por si quieren sumarse, pero los tres tienen trabajo y excusan su asistencia. Así es que empiezan a charlar. Son todos abogados veteranos en la profesión, hombres maduros y de prestigio; que se sepa, ninguno de los presentes pertenece a ningún partido. Como el mismo José Figueroa, que es un liberal convencido, un hombre celoso de su independencia, un español preocupado por el delicado momento en que se vive. De esto es de lo que están hablando, precisamente: están exponiendo sus opiniones sobre la situación política. Figueroa, concretamente, está a favor de la reforma. De pronto, no llevarán ni 10 minutos de reunión, escuchan gritar a María Jesús, la secretaria. La puerta de la sala se abre violentamente y aparecen, tres encapuchados armados de pistola y metralletas:

Massiel en los brazos de Cliff Richard tras ganar el Festival de Eurovisión en el 68 con 'La, la, la'.
Massiel en los brazos de Cliff Richard tras ganar el Festival de Eurovisión en el 68 con 'La, la, la'. EFE

-¡Al suelo, cerdos, al suelo!

Les obligan a tumbarse boca abajo y empiezan a pegarles con saña, insultándoles, asegurándoles que van a poner una bomba en el despacho. Figueroa sufre tres tandas de golpes. Los asaltantes están usando una maza medieval, una bola metálica con púas que cuelga de una cadena. Es como una pesadilla: se escuchan ayes, crujidos de huesos. Figueroa recibe el primer mazazo en los riñones. El segundo, en un omóplato. El tercero, un poco más abajo de la cintura. Ahora los encapuchados les están rociando con un espray lacrimógeno: Figueroa tose, se ahoga, no puede aguantar tumbado, se incorpora, aun a riesgo de recibir un tiro, porque se está asfixiando. Pero los asaltantes ya se van: antes de irse, arrojan dos pavorosas bombas. No, afortunadamente no son auténticas; es decir, es una bomba de humo y otra lacrimógena. Los heridos se incorporan como pueden, tosiendo, renqueando: abren las ventanas, piden auxilio. En el edificio de enfrente están las oficinas de la Unión Eléctrica, y un empleado llama a la policía. Antes de que pasen cinco minutos, las calles adyacentes están cortadas y Claudio Coello es un hervidero de ambulancias y bomberos. Es tal la celeridad, tan asombrosa, que a las víctimas les queda la angustiosa duda de si la policía sabría algo de antemano. Por otra parte, la reunión fue decidida en el último momento: si alguien se enteró, tuvo que ser a través de escuchas telefónicas. A Figueroa lo de las escuchas no le extraña: a él le consta que tiene el teléfono intervenido desde la muerte de Carrero. Qué vida tan absurda: a los 17 años, cuando empezó la guerra, Figueroa fue encarcelado en la zona republicana acusado de fascista. Y luego, al cabo de los años, llegar a esto: a convertirse en un personaje sospechoso y poco grato sólo por ser un hombre liberal, por actuar de acuerdo a su conciencia. A Cortezo le han llenado de hematomas, le han hecho una brecha en la cabeza. Uno de los periodistas tiene roto el antebrazo; al otro venezolano le han partido la cadera. Trevijano tiene rotas dos costillas y el borde del omóplato. Él, Figueroa, está reventado: los médicos han dictaminado un gran derrame interno. Y es curioso: las púas que él creyó ver en un principio en la maza de hierro debían ser afilados relieves de letras, porque en el omóplato tiene una gran "L" marcada en la carne como si le hubieran aplicado un hierro al rojo. Se encuentran todos en tan malas condiciones que Muñoz Salvadores es el único que puede prestar declaración ante la policía, aunque su estado sea también más que precario: le han aplastado una bombilla en la cabeza y tiene el cráneo ensangrentado. Son los estertores de una época, los postreros y violentos coletazos.

Gastrectomía subtotal, insuficiencia cardiaca congestiva. Esto se acaba. Corren por el país vientos esotéricos: todo el mundo habla de Uri Geller, que estuvo hace un mes por estas tierras doblando cucharas y poniendo en marcha los relojes. Ahora, el Directísimo de Iñigo se llena de faquires que se acuestan en camas de clavos y que reciben impertérritos los puñetazos de Urtain. Y entre los libros más vendidos hay dos con el mismo y misterioso tema: el triángulo de las Bermudas. Claro que entre los superventas también está El otoño del patriarca, de García Márquez. Arrecia el frío y El Corte Inglés despliega la última moda para este invierno: "Chaquetón cazadora él, tendencia universitaria, 2.800 pesetas; abrigo lana ella, tipo chilaba, 3.300 pesetas". Parece que lo de Triunfo no se arregla: la suspensión de cuatro meses fue a causa de aquel artículo que publicaron en abril, aquel trabajo de José Aumente titulado ¿Estamos preparados para el cambio? Aumente ha sido procesado, y en estos días se tenía que ver su juicio en el TOP (Tribunal de Orden Público), pero la vista se ha suspendido porque el abogado de Aumente, Trevijano, está en el hospital a causa del apaleamiento de los ultras. Qué barbaridad: cualquiera diría que desde luego no estamos preparados para cambio alguno.

-Lo vamos a conseguir, vamos a conseguir la ruptura, todos estamos a favor: el PCE, el PSOE, los independientes...

Guiños y codazos

Desde que volvió al ejercicio de su carrera, hace unos meses, Ángela Cerrillos vive en una vertiginosa y agotadora euforia. Todo empezó cuando la abogada Cristina Alberdi, a quien apenas conocía, le propuso abrir un despacho de mujeres para mujeres. Ella dijo que sí, y comenzaron en abril, sin un duro, en un piso madrileño con las bombillas colgando peladas de los cables y cuatro muebles comprados en el Rastro. La pesadilla es llegar a cubrir gastos: sólo el alquiler son ya 15.000 pesetas al mes, y el despacho no gana nada. No por falta de clientas: desde el principio ha sido un éxito, vienen muchísimas mujeres. Pero son personas sin posibilidades económicas, y ni Cristina ni ella ni Consuelo Abril, que se incorporó al equipo el mes pasado, están haciendo esto por dinero. Lo hacen... Lo hacen por entusiasmo, por compromiso, por la intensa satisfacción de saber que se está consiguiendo algo importante, algo útil. Son el único despacho de España que se dedica a esto: las mujeres llegan a pedir consejo, tímidas, perdidas, asustadas, sin conocer siquiera cuáles son los pocos derechos que poseen. Porque la situación es tan mala, tan discriminatoria, tan injusta... Y eso que en los últimos meses la cosa ha mejorado un poco.

Como este es el Año Internacional de la Mujer, el régimen ha querido arreglar un poco las apariencias y en el mes de mayo se hizo la primera reforma seria del Código Civil; se anuló, por ejemplo, lo de la licencia marital. Porque hasta el pasado mes de mayo, la mujer casada no podía hacer absolutamente nada por su cuenta; no podía trabajar sin el permiso del marido; no podía disponer de su propio sueldo, si trabajaba; no podía comprar ni vender nada; ni tan siquiera podía abrir una cuenta en el banco. Afortunadamente todo eso acaba de ser anulado en la reforma, pero, eso sí, hay que pelearlo todos los días. Hay que informar a las mujeres de esos derechos, hay que telefonear a los directores de los bancos que se niegan a abrir una cuenta a una mujer para recordarles que ella está ahora amparada por la ley, y así sucesivamente. Y además, esta reforma sólo es parcial. Siguen en pie tantas discriminaciones: la ley de Peligrosidad, el abandono familiar, el adulterio... En fin, para qué seguir, es una situación sangrante. Y además ninguno de los partidos ha tomado nunca en cuenta a la mujer en sus reivindicaciones. Cuando Cristina y ella empezaron a decir que iban a abrir un despacho de mujeres para mujeres, los compañeros politizados, los varones progres e izquierdistas, comentaban con sorna:

-¿Qué, ya habeis puesto los floreros?

Tal como éramos

Ahí están todos, tan encantados con la reciente visita a Madrid de Esther Vilar y sus peregrinas teorías sobre el hombre. Eso sí, ahora, tras estos primeros meses de lucha, de denuncias en la Prensa, de batallas continuas, algunos de esos progresistas tan sardónicos han tenido que recapacitar y desdecirse:

-Pues estáis haciendo una labor importante...

Es un triunfo. Esto se mueve, sí, se mueve porque lo movemos nosotros, porque empujamos. Para Ángela, el combate es doble: por un lado, la vertiente feminista; por otro, la política concreta. En estos días, precisamente, Ángela acaba de participar en la confección de una circular que los abogados progresistas están enviando a todos los demás abogados del Colegio de Madrid. Se trata de una especie de manifiesto, en el que se exige todo lo que hay que exigir, todos esos derechos básicos que nos faltan. Se pide la abolición de la pena de muerte, la supresión de las jurisdicciones y tribunales especiales, el reconocimiento al derecho de asistencia letrada al detenido, por ejemplo. Y la legalización de todos los partidos políticos; la libertad sindical y el derecho a la huelga; el derecho de reunión, opinión y manifestación; la libertad de educación, cultura, prensa, radio y demás medios de comunicación; el derecho a la autodeterminación de las nacionalidades. Y como colofón, un párrafo fundamental:

"En este momento concreto de indudable gravedad y trascendencia para el futuro de nuestro pueblo, es necesario devolver a los españoles el derecho primario y esencial a decidir libremente sobre la forma de organización política que desean dar al país ( ... ) Cualquier forma de imposición sucesoria debe ser rechazada ( ... ) y en particular la prevista por las leyes constitucionales vigentes, por suponer una mera continuación de un sistema autoritario que debe finalizar con su creador".

Porque el Príncipe, ese Príncipe del que nadie sabe nada y que ha sido designado como sucesor de este régimen, será con toda probabilidad un mero continuador de la actual política, y lo más seguro es que con él no se consigan nunca todas estas reivindicaciones democráticas. La carta, en fin, está firmada nada menos que por 200 abogados. Ahí están los nombres de Enrique Barón, Gregorio Peces-Barba, Juan María Bandrés, José María Calviño, José Federico Carvajal, Tomás de la Quadra Salcedo, Enrique Gimbernat, José María Mohedano, Raúl Morodo, Enrique Tierno Galván... Mucha, mucha gente conocida. Ángela está ahora enviando la circular por correo. Se la manda, por ejemplo, a Alfonso de Borbón. La verdad es que siente un poco de miedo al hacerlo: mira que si ahora nos detienen a todos... Pero es el momento de aguantar, de tirar hacia delante. Porque en estos instantes todos somos los protagonistas de la historia, los hacedores del futuro.

La sequía prosigue. Es un mes de noviembre helado, de sol pálido y frío. En la ciudad sanitaria de La Paz, Juan Alberto Sevilla se está muriendo. Juan Alberto es un estudiante de la Politécnica de Madrid. Fue detenido el 30 de octubre, acusado de haber lanzado un cóctel-molotov contra Coca-Cola. Le aplicaron la ley Antiterrorista y estuvo detenido ocho días y medio. Desde las ocho de la noche del día 30 hasta las ocho de la mañana del día siguiente fue apaleado de tal forma que, al no recibir cuidados, entró en estado de coma. El juez consideró sobreseído el caso y envió al muchacho a La Paz. Ahora está ahí internado, sometido a hemodiálisis. Su estado es crítico.

-¿Has leído el chiste de Forges del Informaciones? Es buenísimo verás: va el Blasillo por el campo con un amigo, y entonces el Blasillo dice: "Pues hombre, a ver si quedamos una tarde de estas y tomamos unas copas"... Es fuerte ¿eh? Es estupendo, dispara con bala el tío...

Cosas así, como este chiste aparecido hoy, día 18 de noviembre, son las que hacen que merezca la pena pagar las ocho pesetas que cuesta el periódico. Son esos guiños, esos codazos, ese aludir, sin nombrar, a lo que todo el mundo sabe. Intubación endotraqueal, dehiscencia de suturas, control sedación medicamentosa. Esto se acaba.

La 'cosa' se mueve

Andrés Gómez está viviendo unos meses muy intensos. A sus 23 años acaba de terminar la carrera de Económicas, que ha ido compaginando con su trabajo como administrativo en Standard. Como administrativo de primera estaba cobrando 16.100 pesetas al mes. Ahora le han reconocido el titulo en la empresa, y ha pasado a ganar, de golpe, un sustancioso sueldo de 25.000 pesetas. Coincidiendo con todo esto, Andrés ha empezado a trabajar como sindicalista. Él lleva años siendo de Comisiones Obreras, y en 1974 ingresó en el PCE. Ahora ha salido de enlace sindical en las elecciones del mes de mayo, dentro de la Candidatura Unitaria y Democrática, que es la que impulsa Comisiones con gente de USO y con independientes majetes. La verdad es que Andrés se siente eufórico: está clarísimo que la situación se encuentra en plena evolución, que la cosa avanza. La militancia se multiplica por momentos: tras la huelga de Standard de 1974, la agrupación comunista de la empresa subió de 30 personas a 80. La estructura sindical está siendo copada por los unitarios. Muchas de las Uniones Territoriales de Trabajadores, las UTT, están también tomadas. Si esto sigue así, cuando la situación se normalice, España puede ser una segunda Italia, con un partido comunista muy fuerte. Las cosas se mueven, sí, y la batalla por la libertad hay que darla en muchos frentes. En el Colegio de Economistas, en donde la Plataforma Unitaria acaba de echar de la presidencia al eterno y reaccionario Díaz Llanos. Y en las asociaciones de vecinos: Andrés pertenece a la de Arganzuela. Es el no parar, entre el sindicato, el partido, el colegio profesional y el movimiento vecinal. Y a pesar de tamaña actividad, Andrés aún tiene tiempo para leer, y para escuchar el disco que acaba de sacar Rosa León, Al alba, que es precioso. Y para ir al teatro, y sobre todo al cine.

El cine siempre le ha encantado. Desde hace varios años, Andrés pasa sus vacaciones en París, en casa de un amigo, durmiendo en el suelo y dedicando todo su dinero a ir al cine y a comprar libros. Un día batió su récord personal de aguante: se vio La naranja mecánica, Bananas, Teorema y El gran dictador, todas seguidas, una detrás de otra. Algunos amigos de Andrés van a esos fines de semana cinematográficos que se organizan en Francia, cerca de la frontera, en Canet, o en el casino de Biarritz, en los que exhiben una docena de películas prohibidas, todo cosas buenas, de Bertolucci, de Pasolini, de Costa Gavras. Pero él siempre ha preferido ir a París. Estás más tiempo y en comparación es más barato. Claro que luego en libros se gasta muchísimo. Recuerda todavía Andrés su primer viaje a Francia. Él iba con dos amigos, Santiago y Toni. Fue en 1972. Regresaron en autocar, forrados de libros prohibidos. Él, por precaución, se había puesto chaqueta y corbata. Sus amigos se rieron mucho de su aspecto. Pero cuando llegaron a la frontera, la policía hizo bajar a Santiago y a Toni, les registraron, les quitaron todos los libros y les interrogaron durante hora y media, con todo el autobús esperando. A él, en cambio, ni le miraron. Y eso que él venía cargadísimo: el libro rojo de Mao, las obras de Lenin, la Historia de España de Tuñón de Lara, una antología de poesía española preciosa, que incluía algunos poemas de Alberti y las canciones de guerra de Miguel Hernández... Ahora, en los últimos meses, la censura ha abierto un poco la mano y están empezando a editarse obras de Trotski, y las Memorias de Jruschov, y las Cartas desde la cárcel, de Gramsci, por ejemplo. Pero eso es sólo en los últimos meses. Antes, si querías leer algo, tenías que ingeniártelas. O irte a Francia, o pedírselo a algún amiguete librero para que te lo trajera ilegalmente. A Jesús, de Fuentetaja, por ejemplo, o a Lucas, el vejete de la cuesta de Moyano, que era una mina. Pero te tenía que conocer, porque si no no te daba nada.

El exboxeador José Manuel Ibar, Urtain, se toma unas copas en un bar junto a su viejo rival, Peralta, a la espera de que amainara la lluvia que impidió su presentación en la lucha libre en la plaza de toros de Boadilla del Monte (Madrid) en junio de 1981.
El exboxeador José Manuel Ibar, Urtain, se toma unas copas en un bar junto a su viejo rival, Peralta, a la espera de que amainara la lluvia que impidió su presentación en la lucha libre en la plaza de toros de Boadilla del Monte (Madrid) en junio de 1981.Raúl Cancio

Están cambiando las cosas, sí, esto se acaba, se dice Andrés. Por eso hay que redoblar los esfuerzos, y multiplicarse en 100 tareas, si es necesario. Hay que hacer reuniones en donde se pueda y como se pueda. Las pequeñas, las de célula, en los domicilios particulares. Las intermedias, hasta una veintena de personas, en algunas de las parroquias progres que prestan los locales, como la iglesia de Nuestra Señora de Europa. Y si se quiere hacer una reunión verdaderamente grande, entonces no hay más remedio que irse, al campo. Por eso en Standard los rojos organizan de vez en cuando comidas campestres, multitudinarias excursiones a las que invitan a los tipos majos de la empresa, aquellos que parecen abiertos y progresistas, entre los que se puede hacer proselitismo. Son excursiones de dos o tres autocares, a Peguerinos, a los pinares de Balsaín, con la tortilla de patatas, el filete empanado, el vino y la gaseosa. Y allí, en mitad del campo, se habla de política, se discute la situación. Cuando los que montan guardia dan la voz de alarma, inmediatamente el centenar de excursionistas disimula:

-Carrasclás, carrasclás, qué bonita serenata, carrasclás, carrasclás, que me estás dando la lataaaaaa...-, cantan entonadamente ante la mirada recelosa de la pareja de guardias civiles de turno.

Y cuando están solos y sin moros en la costa, entonces cantan otras cosas: las canciones de verdad, las que se sienten:

-Dime dónde vas morena, dime dónde vas salada, voy a la cárcel del pueblo a ver a los comunistas, que los tiene encerrados esta canalla fascista...

Allí, en esas excursiones, Andrés conoció a su primera novia formal. Pero de eso hace ya tiempo, fue en el setenta y tres, y ahora estamos en 1975, en la noche de un miércoles 19 de noviembre, una noche cualquiera, una noche ventosa.

Atrás quedan años de Historia, la memoria de lo que hemos sido, la realidad que conformó nuestra existencia. Los 23 años de Andrés, los 17 de Angel Gil Mantecas, los 30 de Lorenzo Díaz. Las vidas de los que nacieron sin conocer otras circunstancias, otro mundo. Las vidas que aquellos que sí lo conocieron y lo perdieron. Hoy, miércoles 19 de noviembre, hay un temblor de víspera en el aire, el barrunto de un porvenir aún no sabido. Chelo da vueltas en la cama, sin poder conciliar el sueño: acaba de recoger su ingreso en la clínica Nuevo Parque. Su hijo nacerá pasado mañana, le provocarán el parto el dia 21 de noviembre. El viento silba al otro lado del cristal de la ventana. Todo cabe en esta noche silenciosa, en esta madrugada oscura y fría. Bajo el cobijo de las sábanas, ya adormecida, Chelo se palpa la libertad en la barriga.

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