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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Nosotros, los unionistas

Los enloquecidos independentistas deberían saber que federalismo es unión

Francesc de Carreras

En la disparatada vida política catalana, a quienes no somos partidarios de la independencia de Cataluña sino de la unidad de España, se nos llama, despectivamente, "unionistas". ¿Por qué esta palabra se pronuncia con desprecio si, efectivamente, es lo que somos? ¿Alguien puede ofenderse? No lo entiendo.

En general, a lo largo de la historia, el término unionista ha tenido connotaciones positivas. En la guerra civil norteamericana, los estados esclavistas del sur sostenían que los Estados Unidos eran una confederación, la Constitución un simple tratado y, por tanto, cada Estado miembro seguía siendo soberano y tenía derecho, mediante la rescisión del tratado, a declararse independiente. Frente a ellos, los estados del norte, partidarios de la Unión, con Lincoln al frente, se declaraban unionistas porque consideraban que la Constitución era la garantía de la unidad y para todos era mejor seguir unidos. Incluso tras la guerra civil, en 1868, la sentencia del Tribunal Supremo White versus Texas, sostuvo que los Estados Unidos eran "una unión indestructible de Estados indestructibles", todavía en la actualidad doctrina oficial, recordada hace poco por el presidente Obama.

Pero no solo en EE UU esto es así, en Europa sucede otro tanto, también el término unión figura en su propio nombre: Unión Europea. En la ya larga vida de la UE —antes Comunidad Económica o, simplemente, Comunidad— las posiciones europeístas han considerado la unión como un valor máximo, un medio para conseguir la paz, la prosperidad económica, la protección de los derechos y la igualdad social. Los grandes europeístas han sido siempre unionistas, unionistas de Europa, y ninguno ha sido partidario de fracturar su propio Estado, separar una parte del todo. Es más, los grandes europeístas —Monnet, Adenauer, Spinelli, Delors— han sido federalistas, federalistas europeos, partidarios de aumentar los poderes de Bruselas y disminuir los poderes estatales. Porque no sé si lo saben los enloquecidos independentistas catalanes: federalismo es unión, no separación

Además, ninguno de estos unionistas ha sido nacionalista sino todo lo contrario. Hoy mismo, los antieuropeístas son nacionalistas: Le Pen, padre e hija, la extrema derecha de Flandes, Alemania o Gran Bretaña. Los movimientos fascistoides en Europa tienen en común tres características esenciales: nacionalismo, antieuropeísmo y xenofobia, antiinmigración. En el extranjero, muchos contemplan al nacionalismo catalán con estos mismos parámetros: una parte rica de España quiere separarse del resto por insolidarios motivos económicos. Como la Liga Norte en Italia. El "España nos roba", como es natural, tiene consecuencias.

Por tanto, nosotros, los unionistas, estamos orgullosos de serlo. Vamos sin complejos en la dirección del progreso, de la libertad y la igualdad, de la Europa unida. Con el viento de la historia.

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