Juan Roldán, un periodista de todas partes
Fue profesional de agencia, de diario impreso, de diario hablado y de televisión
Juan Roldán (Málaga, 1942), que falleció el sábado, pertenecía a una generación de periodistas que eran capaces de irse, con su experiencia y con su oficio, de un sitio a otro, de un medio a otro, siempre buscando. En cierta manera, como si siempre se estuviera buscando. La mayor parte de su trayectoria se hizo en el extranjero, o en relación con el extranjero. Trabajó en Estados Unidos, en Inglaterra, ante la Comisión Europea; escribió de esas experiencias, y tradujo lo que supo en una información esencial, en una escritura anglosajona, legible y suficiente. No se anduvo por las ramas. Entre sus muchas ocupaciones, Juan fue corresponsal diplomático de este periódico.
Ha muerto pocos meses después de que se fuera su compañero Jesús Hermida, con quien trabajó en Televisión Española, y como él transitó por la radio, por la prensa, por la televisión, cumpliendo un mandamiento no escrito de cualquier profesional de la prensa: no hay una tecla que no merezca la pena tocar. Él las tocó todas, puede decirse; y aunque habló, lógicamente, ante los micrófonos y con la máquina de escribir, de él se tiene una memoria de hombre silencioso, de andaluz reconcentrado y sutil, al que al menos este cronista le recuerda cordialidad y sentido común, timidez, como si se diera a conocer y al mismo tiempo se reservara; pero al contrario que muchos de los que hacemos este oficio, no hablaba antes de saber. No era serio en el sentido del hombre trascendente que pregona lo que sabe, por otra parte: era Juan Roldán, un periodista que oía hablar.
Juan Roldán fue hombre de agencia (de Efe, donde empezó, y donde desarrolló trabajos importantes, en España y en el extranjero), periodista de diario impreso, de diario hablado y de televisión (fue director de los informativos de TVE); con ese bagaje transitó de un sitio a otro, de Diario 16 a Cambio 16 y EL PAÍS, y estuvo en varias radios, de la SER (donde fue director de Informativos) a la Cope y RNE, y fue rostro y voz de Televisión Española, de la que fue también corresponsal en Washington y en Londres.
Para que no quedara un espacio vacío en ese currículum transeúnte, Juan Roldán fue también portavoz de partidos políticos (UCD, Partido Reformista Democrático, CDS) y de la Comisaría de Asuntos Institucionales que presidió Marcelino Oreja en Bruselas. Fue presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid.
No solo fue de todas partes en el ámbito del oficio, sino que estuvo en todas partes. Su ingreso en EL PAÍS, donde estuvo unos meses como corresponsal diplomático, lo llevó a dirigir la emisora del periódico, Radio EL PAÍS. Con nosotros fue corresponsal diplomático en 1983; fue un cargo con el que casi se estrenaba ese oficio de interpretar lo que era este país en relación con el extranjero, después del estallido afortunadamente frustrado de aquel sobresalto, el golpe de 1981. Por la experiencia en el oficio, en el que fue tan viajero, no solo conocía los países sino la prensa ajena, y como demostró en este y en otros destinos, era capaz de asimilar gestos y conflictos con la mirada larga que ha de distinguir a un analista diplomático.
Su manera de ver el presente europeo, cuando le tocó ocuparse de los asuntos de la CE, es la sustancia de su libro Un nuevo equilibrio de poder en la Unión Europea. Otro libro suyo fue La nueva revolución americana, consecuencia de su experiencia como corresponsal simultáneamente de Efe y de TVE. Hace un año lo distinguieron sus compañeros con una Antena de Oro a su trayectoria profesional. Fue un abrazo del periodismo a un hombre que no quiso estar ni en un solo sitio ni en un solo país.
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